Sinopsis
Debemos educar para la vida, pero sobre todo debemos educar para amar la vida. ¿Cómo es posible que palabras como «vida» y «amar» no sean siempre las esenciales cuando hablamos de educación y a veces ni siquiera se mencionen? Los niños y los adolescentes necesitan dos ingredientes para tener ganas de hacer algo bueno con su vida: sentirse amados y sentir que la vida es bonita y vale la pena, a pesar de todo. Necesitamos madres, padres y maestros enamorados de la vida, que enciendan la alegría de ser y de vivir en el corazón de los hijos y de los alumnos. Educar para amar la vida y amar la vida para educar. Este es el lema que nos propone la autora en este texto revelador, valiente y tierno que contagia amor a la vida y alegría de educar.
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