Sinopsis
Dice Fernando Benítez que toda ciudad monacal tiene sus demonios, pero los demonios de la ciudad de México en la segunda mitad del siglo XVII se revelaron mucho más sagaces y vengativos que los conocidos de Loudun.
Su autor considera este libro como la continuación de LOS PRIMEROS MEXICANOS: es decir, los hijos de los conquistadores eran caballeros que trataron de crear un reino independiente y fueron eliminados sin misericordia. Un siglo después, ya no eran caballeros, sino gente de iglesia y, por los tanto, activos participantes del poder colonial. El problema se había desplazado al cuerpo: ¿qué hacer con algo tan sucio, tan repelente y tan entrometido en todas las acciones humanas? Reprimirlo, vejarlo y castigarlo por ser un cúmulo de podredumbre, y sufrir con él lo que Cristo sufrió en su pasión y muerte. Los más virtuosos podrían soportar todas las privaciones, menos la del flagelo y el cilicio en los cuales descargaban su líbido reprimida. Eran muy sabios y cautos y buscaban la reputación de santidad. Acosada por locos obsesos del sexo, surge más fascinante y misteriosa que nunca sor Juana Inés de la Cruz, la contraparte del misticismo corrupto y degradado de ese siglo.
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