Sinopsis
En 1890, cuando ya goza de una brillante fama como escritor, Oscar Wilde publica la primera parte de su ensayo El crítico como artista, que titula La importancia de no hacer nada. Dos meses después aparece La importancia de discutirlo todo. En ambos propone, con un lenguaje desenfadado y mordaz, que la labor del crítico es más meritoria que la del artista y aprovecha para escandalizar a la sociedad de su época con provocaciones y epigramas. Esteblece que la diferencia entre periodismo y literatura radica en que «el periodismo es ilegible y la literatura no se lee» y afirma que «sólo las teorías peligrosas tienen algo de valor intelectual. Una idea que no sea peligrosa no merece llamarse idea».
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