Sinopsis
La retórica, arte de la palabra, se usó en la antigüedad como sistema de educación, instrumento de dominio de la lengua, arte de persuadir, fuerza de cultura y de belleza. La historia del Bruto prueba que comúnmente han hablado quienes detentan el poder, pero que pueden hablar también los que se hacen conscientes de que poseen el arte de la palabra, o son capaces de cultivarla mediante su estudio. Cicerón enseña el camino a lo largo del cual alcanzó el dominio pleno de la elocuencia, llegando incluso a "resucitar testigos", a relajar el ánimo de los jueces, a deleitar y llevar al público a la ira y al llanto, en fin, a conmover.
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