Sinopsis
El pintor y el escultor no necesitan estar ligados, es decir, no tienen por qué representar seres humanos ?a menos que así lo deseen-, como tampoco el poeta, y, por último, el músico puede no representarlos si así lo desea. En el teatro, toda felicidad o sufrimiento toman obligatoriamente la forma de la acción. De otro modo, su existencia es ignorada. Esta es la gran diferencia entre el teatro y la novela. En la vida diaria nunca nos entendemos, no existe ni la completa clarividencia ni la sinceridad total. Nos conocemos por aproximación y por signos externos, los que funcionan bastante bien como base de la sociedad e incluso de la intimidad. Pero la gente en una novela, si el novelista lo desea, puede ser comprendida del todo por el lector. Su vida interna puede revelarse tanto como su vida externa. Por ello, a menudo, ésta parece más definida que la de ciertos personajes históricos o la de nuestros amigos; se nos ha dicho de ellos todo cuanto puede decirse; incluso si son imperfectos o irreales no esconden ningún secreto, mientras nuestros amigos sí lo hacen.
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