Sinopsis
¿Dan estas páginas alcance a tanta gravedad que nos anuncia la cubierta, habiéndose visto a su autor comprar cigarrillos en el boliche de la esquina o llevarle un chocolate a su hija, la chica Emilia? Sea como sea, cada vez que nos metemos a leer la apocalíptica entrega que intentamos presentar, nos cautivan sus líneas, tejidas con objetivo ritmo y alusiones a autores de ahora y de antes (Roa reconoce todas sus influencias), a través de dedicatorias, in memoriams y citas como: «Ese juego violento al que apostar la vida/y puedo oler el miedo en cualquier parte», de su contemporáneo español Carlos Marzal (1961).
Versos sobre el misterio del lenguaje, de cómo éste se cierra a la esperanza, aun cuando sepa nombrarla…¶«Verbalizar el mundo es, hasta cierto punto, ensayar un soplo exhausto. Aun cuando el pensamiento busque cincelarse en imágenes, las palabras, como escuálidos soportes, son incapaces de bruñir a plenitud el contenido afectivo de nuestras vivencias».
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