DE EL ALAMEIN A ZEM ZEM

Portada del libro DE EL ALAMEIN A ZEM ZEM

Autor
KEITH DOUGLAS
ISBN/ASIN
9788493688721
Género
No Ficción
Editorial
REINO DE REDONDA
Publicación
1946
Edición
2012
Páginas
338
Creada por
Nastenka

Sinopsis

Los escenarios norteafricanos de la II Guerra Mundial están llenos de gente interesante: Rommel y Montgomery, sin ir más lejos, por no hablar de Von Stauffenberg, que se dejó allí medio cuerpo; Ramcke, el jefe de los paracaidistas de la brigada Afrika; el alado as Hans Marseille, Stirling, creador de los comandos del SAS; Bagnold, el rey de las dunas y las patrullas del desierto, o, claro, el conde Almásy, el escurridizo y romántico merodeador de las arenas. Pero ninguno de ellos escribía como Keith Douglas.
Obra sobre la camaradería, el miedo, el valor y la piedad, pleno de valor histórico y literario, lleno de aventuras, De El Alamein a Zem Zem (Zem Zem es el nombre de un wadi tunecino) nos mete en la guerra de las arenas y nos hace vivir episodios dignos de Tobruk o Las ratas del desierto con toda la intensidad del combatiente. Una vez el tanque de Douglas avanza junto a una columna alemana sin que ni unos ni otros se aperciban, inicialmente. Otra, el Crusader se enzarza en un mortal juego del ratón y el gato con pánzers y 88 mm entre las dunas, dejando en el interín Douglas una frase de leyenda: “Y en el mismo momento en que desde lo alto de la torreta veo doce tanques enemigos a cincuenta metros, alguien me alcanza un sándwich de queso”.
Nacido en 1920 en Tunbridge Wells, Kent, hijo de un capitán del ejército, Douglas tuvo una infancia infeliz por la enfermedad crónica de su madre, el abandono de su padre y las estrecheces económicas. Imaginativo y sensible, estudió Historia en Oxford. Individualista, algo anárquico y contradictorio, pese a ser declaradamente antimilitarista se enroló al empezar la II Guerra Mundial y recibió formación de oficial en Sandhurst. Enviado al cuartel general en El Cairo como teniente especialista en camuflaje, se escapó y se unió en octubre de 1942 a su regimiento (los Sherwood Rangers, que ya es nombre sugerente) en primera línea a tiempo de participar en la batalla de El Alamein, donde fue herido al pisar una mina de la clase denominada Bety la saltarina. Tras la victoria en África y ya como capitán, desembarcó en Normandía el día D y murió al ser alcanzado por fuego de mortero tres días más tarde cerca de Bayeaux. Lo enterraron bajo un seto. Tenía 24 años y siempre supo que no sobreviviría a la guerra.
"El País", 3 de junio de 2012

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