LOS MALOS Y LOS PEORES por EKELEDUDU

Portada de HERNAN Y LOS NEONAZIS

Últimamente parece estar de moda hablar de literatura LGBT. La mayoría de las obras encasilladas en esta categoría tienen tramas románticas y, por lo tanto, no son para mí. El romance no me atrae, ni hetero ni homosexual, aunque viene bien como condimento en un libro cuyo argumento no gira en torno a otras temáticas. El libro que ahora nos ocupa directamente no incluye historia de amor, aunque sí hay sexo; es de las pocas novelas LGBT que logró convencerme.

Antes de entrar de lleno en el argumento, sin embargo, quiero hacer hincapié en dos cuestiones. La primera es la baja calidad de la edición. ¿Otra vez los correctores se quedaron dormidos, carajo? ¿Cómo puede ser que no adviertan que donde dice ENVESTIR debe decir EMBESTIR? Hay unas cuantas pifias por el estilo. Hay ediciones más horrorosas; recuerdo aquella de un libro de Jorge Blashke donde la peste BUBÓNICA había mutado en peste BUCÓLICA y donde no había página que no contuviera errores similares. ¿Cómo pretenden que la gente no tenga horrores ortográficos, si desde las editoriales mismas no se esfuerzan en dar al asunto la importancia que merece?

La segunda cuestión también tiene que ver con las editoriales. Yo vivo en Argentina y Santiago Idiart, el autor, también. ¿Es necesario que tenga entonces que importar el libro desde España, pagando una fortuna y esperando una eternidad a que lo traigan, porque los editores argentinos son tan asnos que ni se molestan en darle una oportunidad aunque, eso sí, bazofia que se publica afuera, bazofia que no se privan de publicar acá, como si obedecieran a un mandato bíblico? Seguramente nada de lo que uno diga va a modificar nada, pero igual vale la pena decirlo. Que sepan que uno no va comprar cualquier basura que ellos impriman.

Volviendo al meollo de la cuestión, la novela en sí, me generó, como decía, cierta expectativa que, dicho sea de paso, no se cumplió del todo, lo que no quiere decir que la novela sea de baja calidad. La terminé sin problemas, pero es tan cruda, que no sé si la releería alguna vez. Los seres humanos tendemos a clasificar a nuestros congéneres en buenos y malos; y lo mismo a sus equivalentes de ficción. Por supuesto, ni unos ni otros son tan buenos o malos como parecen; pero alguna cualidad o suma de cualidades hace que uno los ubique en uno u otro bando. Pues bien, aquí no hay nada de eso. Por supuesto, algunos arrancan siendo "los buenos", hasta que en algún instante demuestran ser tan porquerías como los otros.

Y es que esta novela, damas y caballeros, nos habla de fanatismos, que no están en un solo bando. Aquí están los fanáticos obvios, los nazis del título, y los no tan obvios, ubicados entre femInistas y miembros de la comunidad LGBT. Ellos tienen su causa y la defenderán fanáticamente, pero lo peor es que como ni siquiera tienen en claro cuál es su causa, llegarán a la agresión física entre ellos. Debo aclarar que, en sí, esta es una grata sorpresa y bienvenida osadía por parte del autor, ya que ahora parece que si uno cuestiona la herejía o ciertos postulados LGBT, se arriesga a silla eléctrica; pero por otro lado me pregunto si no se le habrá ido la mano. Ya desde el comienzo, a mí al menos, me hizo sentir incómodo el lenguaje inclusivo usado por los personajes de ese bando: les amigues, les persones, etc. Por decirlo sin rodeo, me parece que quienes lo usan tienen algunos tornillos flojos y no sé si Idiart comparte esa opinión, pero parecería que sí a juzgar por lo que sucede después. Si a estos dos bandos fanatizados agregamos un par de sujetos decididos a forjarse una carrera política utilizando para ello lo mismo a Dios que al Diablo si es necesario, tendremos una receta de una comida muy, muy indigesta.

Por otro lado, los malos tienen sus motivaciones, y si estas no justifican su brutalidad, al menos permiten entenderla y asumir que no se trata de monstruos, por muy monstruosas que sean sus acciones. Alguno de ellos incluso logra conmover, y en el momento en que lo hace uno se tiente tentado de buscar al malo en otro lado; tal vez, en aquellos que lo hicieron malo a él. Claro que cuando ese otro, a su vez, tiene sus excusas y obliga al lector a buscar culpas en otro personaje, uno acaba dándose por vencido. Hay un tendal de cadáveres, la pregunta de cómo se llegó a esa situación horrible, y las respuestas brillan por su ausencia.

Creo no mentir si digo que de la mitad de la novela en adelante yo ya me preguntaba cómo podía terminar una historia tan desquiciada y temía averiguarlo. Más vale final espantoso, que espanto sin fin, dicen; pero hay matices hasta para el espanto. En algún momento queda claro que no habrá final feliz; sencillamente, no puede haberlo, no es lógico que lo haya. Como se dice en el último capitulo, puede haber, como máximo, un final "casi" feliz. La vida sigue para algunos; pero el recuerdo de la pesadilla y el sabor amargo no se van.

HERNÁN Y LOS NEONAZIS, en resumen, no es una tonta historia pasatista; deja pensando mucho. Pero a veces uno no tiene ganas de pensar tanto, y menos en asuntos amargos cuya solución, si la hay, es mil veces más difícil que la del Cubo de Rubik.

Escrita hace 11 meses · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 8 ·

Comentarios