PSICOLOGÍA MILITAR DE LA ANTIGÜEDAD GRECORROMANA por EKELEDUDU

Portada de SOLDADOS Y FANTASMAS. HISTORIA DE LAS GUERRAS EN GRECIA Y ROMA

En las empresas militares de todos los tiempos, la psicología de los combatientes jugó siempre un rol tan esencial como el arsenal, la logística o la estrategia; y aun cuando demos por sentado que ese aspecto no pudo variar demasiado desde la antigüedad hasta ahora, este libro viene a demostrar una realidad muy diferente. J. E. Lendon, profesor de Historia en la Universidad de Virginia, propone en él un análisis de la psicología militar de la antigüedad clásica, cuyo apego al mito y la tradición redundó a menudo en progresos muy lentos en el campo de la tecnología bélica, lo que no impidió a sus ejércitos imponerse a sus enemigos en el campo de batalla. En el caso de Grecia, Homero y su ILÍADA -ese poema épico que tanto veneraban los griegos-constituyeron una influencia determinante. Los griegos, en efecto, luchaban en búsqueda de hazañas individuales que les permitieran destacar por encima de sus pares y aproximarse así a los héroes homéricos. Ahora bien, la valentía sola no gana batallas. Todo ejército griego requería un avance ordenado en perfecta formación de falange, no corriendo a tontas y a locas. En suma, se trataba de un trabajo en equipo, muy en contradicción con mentalidades individualistas. Lograr que el hoplita griego aceptara insertarse en la falange requirió apoyarse en Homero, y luego, cada eventual innovación en el modo de combatir buscó idéntica justificación en dicho autor. Era precisa tal justificación porque el culto griego a la valentía personal, por ejemplo, inspiraba cierto desdén por recursos militares como el uso de espías, crucial sin embargo a la hora de decidir una victoria o una derrota y que, por lo tanto, precisaba ser legitimado.

Por lo que respecta a los romanos, la situación era similar pero, con todo, distinta. Había dos cualidades que Roma valoraba en sus soldados: la "virtus" o valor marcial, que definía la agresividad en combate, y la "disciplina", cuya función consistía en atemperar la "virtus" y subordinarla a los líderes militares, que forzosamente debían ser más reflexivos, puesto que sus decisiones determinarían el curso de la batalla. Pero no sólo la "virtus" resultaba difícil de reprimir o moderar, sino que un general se arriesgaba a severas críticas, y hasta a ser tildado de cobarde, si la contenía demasiado, aunque lo hiciera por razones prácticas y lógicas. Todavía más, se daba a veces el caso de que, impulsados por la "virtus", los soldados decidían por su cuenta lanzarse masivamente al combate ignorando las órdenes del oficial al mando y sin que éste pudiera hacer nada por impedirlo. Tal desobediencia nos resulta inimaginable en los tiempos actuales, pero era más corriente en Roma y, antes, también en Grecia. Los excesos de la "virtus" costaron a Roma varias derrotas, particularmente en la Segunda Guerra Púnica; y sin embargo, el propio Julio César, que también tuvo problemas con ella, era el primero en enorgullecerse de estos desobedientes temerarios a la vez que deploraba que ese arrojo los llevara a la muerte. La base de la Historia militar romana es, pues, la oposición entre la"virtus"y la "disciplina", y la búsqueda de un equilibrio entre ambas; si bien el influjo magnético de las proezas de Alejandro Magno también tuvo su importancia a la larga.

Lendon examina todo esto dividiendo su obra en dos partes, una dedicada a Grecia y la otra a Roma, cada una provista de una especie de introducción para exponer las generalidades que ya hemos resumido, antes de exponer más detalladamente la evolución del pensamiento militar en la antigüedad clásica a través de ejemplos concretos y llegando hasta Juliano el Apóstata. La obra está muy bien documentada y complementada con mapas, figuras, un glosario, etc. Es, en suma, un trabajo muy profesional.

Como es característico en toda publicación de Editorial Ariel -merece ser destacado- el trabajo de los correctores es prácticamente impecable, no hay errores de ortografía y mucho menos horrores. Aun así, algunas erratas hay (la edición que tengo es de febrero de 2011). Por ejemplo, en la página 307, en el título del Capítulo XI: ESCENAS DE LA GUERRA JUDÍA, 67-70 A.C. Por muy ignorante que se sea en Historia, que hay un error es muy obvio: si la fecha fuera realmente anterior a la Era Cristiana, lo correcto sería 70-67 A.C., no al revés. De todos modos, sucedió después de Cristo. El error se repite más abajo, en la misma página, aunque curiosamente el título correspondiente a ese capítulo se escribió correctamente en el índice. Y en la página 343 se nombra a un cierto emperador Constantino; y hubo en efecto un emperador de ese nombre, pero en el marco del texto, que lo hace primo de Juliano, es evidente que tiene que tratarse de Constancio, correctamente mentado en el capítulo siguiente.

No podemos menos que deplorar el horroroso arte de tapa, más propio de literatura erótica gay que de un ensayo que verse sobre cuestiones militares, y que reproduce un fragmento del cuadro LEÓNIDAS, de J. L. David. Es cierto que a menudo se especula con una presunta homosexualidad institucional en Esparta, pero aun si dicha homosexualidad fuera real, dejémonos de joder, que los ímpetus espartanos eran bien de macho, y "homosexual" no necesariamente equivale a "marica". Pero el Leónidas de David parece un marica. Es gracioso, porque en su momento eché sapos y culebras contra la tapa de TERMÓPILAS, de Paul Cartledge, que representaba al absurdo Leónidas de la película "300". Pero hasta ésa me parece una joya comparada con esta otra.

Salvando ese detalle y las erratas apuntadas, SOLDADOS Y FANTASMAS queda en el balance como una obra amena e instructiva.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@EKELEDUDU hace 12 años

Aclaración con respecto a la tapa: la que figura en la ficha no corresponde a la edición que tengo yo. Obviamente nada que ver con el Leónidas de David: esta otra tapa también se tomó de un cuadro muy famoso, que representa a los tres Horacios jurando luchar hasta morir por Roma, aunque no recuerdo el nombre del pintor. Fui uno de los "beneficiarios" de la edición nueva, de la tapa horrorosa.