REEDITAR EL TIEMPO PASADO por sedacala

Portada de SODOMA Y GOMORRA

He terminando el tomo 4 SODOMA Y GOMORRA, de A LA BUSCA DEL TIEMPO PÉRDIDO; me quedan por tanto tres tomos para acabar el conjunto de la obra, lo cual, me llevará tres años más (sólo leo uno cada verano). Pero no me apetece esperar tanto tiempo para escribir una reseña sobre él libro. Comienzo pues, aunque falten aún tres tomos, a escribir, al menos de la parte ya leída, sin mayor dilación.

Estamos en los primeros años del siglo XX antes de comenzar la guerra del catorce; el sistema político en Francia era republicano pero permitía la existencia de una aristocracia heredera de la antigua nobleza. Estos nobles, decadentes y soberbios; hacían de lado a los burgueses pero a la vez los necesitaban para resaltar su propio brillo, de manera que algunos de estos últimos ingresaban en ese medio social. A pesar de ser la aristocracia un anacronismo agonizante (la guerra lo liquidó), el objetivo de cualquier burgués ambicioso y con ganas de medrar, pasaba por acceder a esos ambientes, desenvolverse en ellos y crearse una reputación. Eran varios los escenarios posibles; las épocas de veraneo en balnearios o playas de moda con deportes al aire libre o carreras de caballos eran una opción; otra posibilidad eran las actividades artísticas como teatro, ópera, conciertos, exposiciones, etc., unos y otros cumplían perfectamente como focos de intensa vida social. Pero el medio más frecuente, eran las fiestas y recepciones; el mejor indicador del éxito social consistía en “recibir en el salón” regularmente, un día de la semana en “soirés” o “matinés”, a los personajes más prestigiosos, a la “creme” de la sociedad. A mayor caché de los asistentes más categoría del salón del anfitrión. Allí se hablaba de todo lo divino y lo humano, de literatura, de teatro, de música, de los temas del momento, con el caso Dreyfus como estrella, o de cualquier chisme o habladuría sobre cualquiera que se pusiese a tiro; o sea, se practicaba el cotilleo y la maledicencia, procurando, como buenos franceses, hacerlo con exquisita educación y elegancia.

Proust gracias a sus relaciones familiares y a su propio atractivo personal, penetra en ese medio social y comienza a relacionarse y a tener éxito. Fruto de ello es su trato fluido con las familias que le ayudan a situarse, nobles y burgueses adinerados con algunos personajes intercalados pertenecientes al mundo literario o artístico. El análisis de la relación con todas esas personas, como también con su abuela y su madre, con sirvientes y empleados del hotel de la playa, con algún artista y con mujeres que va conociendo; se nos presenta como una complicada urdimbre que laboriosamente se va tejiendo y se va extendiendo y extendiendo sin aparente final. Ese discurso tiene carácter de monólogo inagotable sin que a la vez coexista con un argumento formalmente establecido, Proust moviliza su memoria para recordar todo lo que ocurrió en su vida de forma retrospectiva, es decir, muchas pequeñas cosas que van formando una amalgama fluida que se desplaza sin directriz aparente, pero jugosa e interesante en sí misma. La citada anarquía argumental no desagrada, descubres que al contar cualquier cosa, Proust va introduciendo al lector en una especie de limbo, en el que el tiempo no cuenta, y habla de lo que sea, atrapando con su plática sin límite, hasta que el discurso se agote por estar todo, o casi todo ya dicho.

El que lea esto y esté tratando de formarse una idea de en que consiste el libro, pensará que para que algo así tal como lo estoy describiendo (hablar de cualquier cosa) tenga algún interés, la capacidad creativa de su autor tendría que ser inagotable, y la prosa utilizada entretenidísima o de lo contrario aburriría hasta a las piedras; y en cierta medida ambas premisas contrapuestas son ciertas. Efectivamente, sus capacidades resuelven el reto y su prosa logra expresar sus, a veces, complicados pensamientos, con lo cual el resultado es brillante; pero no para cualquiera. Una extensión de más de tres mil páginas, su compleja prosa, y su memoria, que a veces, se alarga en una determinada materia, hacen que algunos pasajes de su lectura pueden ser un poco reiterativos y tediosos, lo serán sobre todo, para aquellos que no logran conectar con su discurso.

Puestos a condensar todo lo dicho y a valorar su novela, creo que son dos, las claves que resumen y definen la importancia de la obra cumbre de Marcel Proust.

La primera clave, su calidad como observador del comportamiento humano, le permite que se puedan leer páginas y páginas seguidas de su libro manteniendo bastante bien el nivel de interés. Pero no un interés por desvelar lo próximo que nos depara el transcurso de la acción, pues no hay tal acción, da igual lo que venga después. Es una lectura que hay que valorar por lo que vale en cada momento, es el gusto por el comentario inteligente, por su recreación de tal o cual personaje, por como expone las relaciones entre las personas, por su sensibilidad continuamente a flor de piel, por mil detalles lúcidos y certeros que nos van haciendo perdernos en esa tela de araña que teje a nuestro alrededor no dejándonos ganas de desprendernos de ella. Resolver un reto de este calibre, me parece que es el paradigma del escritor perfecto, escribir maravillando al lector, sin mediar argumento alguno, simplemente exponiendo sus pasadas vivencias del día a día. Claro es, que hablamos de un material muy sutil y lleno de matices; valorar bien estas cosas requiere conectar con su sensibilidad; muchos lectores no podrán hacerlo y abandonarán el libro.

La otra clave, el magnífico lenguaje utilizado; será sin embargo la principal razón de la mayoría para no poder terminar el libro; esta es quizá la causa última, por la que la lectura de la obra de Proust no está muy extendida entre los lectores corrientes. Su prosa es aparentemente muy sencilla, todo el mundo la entendería fácilmente en sus frases más cortas; el problema radica en que con muchísima frecuencia sus frases se estiran y se hacen agotadoramente largas y como van intercaladas con párrafos entre comas, paréntesis, o guiones, tratando de abarcar más y más ideas, se hacen aún más largas. De esta manera, hay muchas posibilidades de que las frases resulten forzadísimas, difíciles de entender en su totalidad y de una estética en castellano un poco forzada. En esas condiciones su lectura puede parecer inabordable; hay que hacer un esfuerzo consciente para poder con ella. En mi caso particular, el sistema consiste en leer bastante rápido, ya que comprobé que era la mejor forma de no olvidar, a mitad de frase, de que hablaba al principio de ella; así, leyendo muy deprisa se te puede escapar algo, pero vale la pena pues aún en ese caso, nunca la perdida de un poco impide la comprensión del sentido general, cosa que en cambio a mi me suele ocurrir con otros autores. De esta manera se acaba entrando en su mundo particular y el lenguaje cumple su objetivo primigenio, que es servir al escritor para transmitir eficazmente sus ideas, por complejas que estas sean, como ocurre aquí.

En todo caso y ya como colofón, hay que decir que A LA BUSCA DEL TIEMPO PÉRDIDO, es un libro difícil, no tanto por su longitud, que también; como por el ambicioso objetivo de su autor de compendiar sus recuerdos vitales, abarcando el máximo posible de personas, situaciones, conflictos personales, paisajes, movimientos pictóricos o musicales, política, y cualquier cosa que se nos ocurra y fundiéndolo todo, ofrecernos su punto de vista a través del monólogo interior de su mente. En ese sentido, la búsqueda del tiempo perdido a que alude el título, significa el deseo del autor de reproducir en el papel lo más interesante de su vida pasada intensificando tanto la vivencia rememorada, como para conseguir que el resultado (el libro) sea una auténtica recuperación del pasado perdido. Ese era su ambicioso objetivo y lo cumplió con pleno éxito. Si alguna vez tuvo también la esperanza de que su libro llegase a una mayoría de lectores, hay que decir que en eso fracasó. Por que sus elevadas aspiraciones estéticas le llevaron a crear una obra de gran calidad pero muy minoritaria, cuya lectura requiere un apreciable esfuerzo que la mayoría no sabe o no quiere hacer. Mi recomendación es, que al menos merece la pena intentarlo, porque si se logra la conexión con su mensaje, y se entra, con un mínimo de comodidad en ese universo suyo, es una de las lecturas más gratificantes que se pueden encontrar.

Es por tanto, un autentico reto para el lector que se enfrente a su lectura.



P.D. No recomiendo a nadie que se compre los libros sin más, porque luego pudiera no leerlos. Además es muy importante escoger la traducción más adecuada. Este es uno de esos libros que son un autentico reto para el traductor que ha de hacer malabarismos para equilibrar el respeto al texto con el deseo de que el resultado sea entendible. Es decir que recomiendo irse a una biblioteca y cotejar las distintas traducciones unas con otras, o al menos las que se encuentren. Los dos primeros tomos existen en la traducción de Pedro Salinas, el poeta de la generación del veintisiete. Yo el primer tomo lo leí en esa versión y me pareció accesible. Pero a partir del tercer tomo hay que cambiar y yo no me atrevo a recomendar nada. Me fui a la biblioteca, abrí la primera página de dos versiones distintas, comparé frase a frase, y tomé una decisión.

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 6 votos · @sedacala le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 12 años

Sedacala, haces bien en avisar sobre las traducciones. Es, posiblemente, una de las obras literarias donde este asunto sea vital (aunque siempre lo sea, en mayor o menor medida) Yo compré, hace muchos años, la obra completa en Alianza Editorial: Pedro Salinas hacía los tres primeros tomos y Consuelo Berges los restantes. Estoy acostumbrado a MI edición, pero reconozco que puede hacerse mejor. A Salinas le encantaba Proust, y se nota, pero seguro que Mauro Armiño, pongo por caso, es mejor traductor que él, y su trabajo tiene ya noventa años. El ciclo de novelas es una de esas maravillas que se dan pocas veces en la historia, y conviene leerlo con tranquilidad (y, sobre todo, releerlo) Cierto que estos tiempos apresurados no pintan bien para Proust, pero... conviene asomarse a uno de los más monumentales intentos de la literatura por fijar, en letras de fuego, el paso de las cosas y el peso de los recuerdos.

@Tharl hace 12 años

Extraordinaria reseña Sedacala. Gracias además por todos los avisos. Proust - junto a Joyce y la Biblia- es uno de los autores que más ganas tengo de leer pero que más retraso el momento por el respeto que me impone y el desafio que supone.

Odio el tema de las traduciones, me vuelvo loco comparando una con otra y buscando datos en internet... y nunca me decido. Ojala supiera leer perfectamente en francés...

@_149_ hace 12 años

Que gusto encontrarse con un comentario sobre esta obra. Para mi gusto, y a pesar de que detesto caer en lugares comunes, es una de las obras literaras mas hermosas de la Literatura (la he leido en su totalidad 3 veces y las 3 veces la he disfrutado enormemente). Hablo en singular de la obra, ahora que esta tan de moda la palabra "saga", porque no me gusta tratarla como 7 tomos distintos. Por ello me sorprende, sedecala, que hayas leido un tomo por verano; esfuerzo epico, puesto que en Proust el detalle, la nimiedad, las palabras sueltas al vuelo por los personajes, los encuentros casuales y todo eso que aparenta ser irrelevante cobra de pronto, de un tomo a otro, una importancia fundamental para comprender no solo la obra, sino la manera como funciona la memoria. ¿Por que recordamos ciertas cosas y otras no? Yo, por ejemplo, no recuerdo las circunstancias que dieron lugar a la vez primera que bese a una chica, pero si recuerdo, sin embargo, que llevaba ligas rojas en el cabello, y eso me basta para que ahi se conjugue el significado absoluto del acontecimiento. En fin, muy buena lectura. Saludos.

(*Ustedes disculpen mi ortografia, que ando en un teclado americano.)

@sedacala hace 12 años

Yo no tengo nada claro que lo que extraemos cada uno de un libro, sea algo tangible que pueda ser comparable a lo que otra persona saca, al contrario hay tantas lecturas como lectores, aunque lógicamente haya unos conceptos generales comunes, en los que más o menos la mayoría coincide. Pero incluso en esas valoraciones comunes, yo personalmente me llevo enormes sorpresas al ver como algunas cosas que todos mayoritariamente aceptan como blancas, yo las veo negras. No me estoy refiriendo a este libro, sino a otros ya reseñados por mí en SdL. Lo digo Mikael por esas sensaciones de las que hablas en el final de tu comentario, y por la valoración que extraes de la RECHERCHE… Mis capacidades lectoras estoy seguro que no tienen nada que ver con las tuyas (he repasado hace tiempo tus votaciones) y no me atrevo a enfrentarme al libro leyéndolo de principio a fin (los siete tomos, a mi tampoco me gusta lo de las sagas). Pero no me ha ido mal con ello y créeme que lo he disfrutado cada verano, seguro que de forma diferente a la tuya, por eso decía antes que hay tantas lecturas de un libro como lectores.

En el tema de las traducciones, yo he leído el primer tomo de Salinas, los dos siguientes de Carlos Manzano, y el cuarto de Mauro Armiño y aunque sé de la importancia de la traducción, en cada uno que he leído me he encontrado a gusto. Quizá este último de Mauro Armiño sea el que más me gustó. También he leído que la traducción más reciente de la argentina Estela Canto es la que ha conseguido un mayor acercamiento al lenguaje actual.

@Faulkneriano hace 9 años

Anoche comencé este volumen, aún intrigado por la manera tan curiosa que había tenido Proust de acabar el tercero. En efecto, como recordarás, la última escena del El mundo de Guermantes describe la visita que hace el narrador a los duques de Guermantes en un vano esfuerzo de cerciorarse si efectivamente ha sido invitado o no a la próxima recepción de la princesa (no duquesa) de Guermantes. Antes de rematar con esta cruel escena, en la que unos aristócratas estúpidos no quieren oír hablar de la inminente muerte de su primo por no dejar de salir a una cena y a una recepción (ésta sería la manera más rápida, que no acertada, de describirla), se alude al incidente de la escalera, pero el volumen se cierra sin volver a él.

El "suceso" de la escalera (el encuentro entre el baron de Charlus y el chalequero Jupien) abre, y de qué manera, el cuarto tomo, cuyo primer capítulo, el dedicado a los hombres-mujer, no se olvida fácilmente: desde luego, es de una tristeza infinita.

Se habla mucho del estilo de Proust, pero no tanto de la enigmática estructura de su obra. Se dice que es laberíntica, en espiral, de cajas chinas, y algo de eso ahí, pero me encantaría leer a un tipo que tuviera los bemoles de analizar y poner en orden todos los segmentos narrativos de la Recherche. El primer volumen, que es el que más gente ha leído, es sin duda el más autónomo, pero a medida que la lectura progresa las relaciones entre los tomos se van haciendo más evidentes y resulta más dificil separarlos entre sí. De hecho, ¿no te pasa, sedacala, que no sabes muy bien en qué volumen ocurren determinadas cosas?

Sigo con lo mío.

@sedacala hace 9 años

Sí, claro que me pasa. Pero ten en cuenta que mi lectura de La recherche…, se ha demorado siete años en el tiempo, por lo que la conexión que aprecias entre los distintos tomos yo no la pude apreciar, sin duda fue una desventaja leerlo de aquella manera, me libré del posible empacho, pero desvinculé demasiado las situaciones que, efectivamente, parecen estar muy relacionadas entre los distintos tomos. No descarto que algún día, si se dieran las circunstancias propicias, pudiera yo intentar releerlo uno detrás de otro. Lo que sí reconozco con total convicción es que la lectura de Monsieur Proust me ha servido para descubrir matices que hasta ahora no había apreciado en la personalidad de la persona y del autor, lo que de alguna manera puede traducirse en un mejor aprovechamiento de la lectura de su obra principal.

@Faulkneriano hace 9 años

Pues me alegro por lo que me toca. Por cierto, subo otro libro, descatalogado, sobre Proust, donde lo mejor, sin duda, son las fotos.

Creo que en la edición de Mauro Armiño, que debe estar muy bien, en tres volúmenes (por cierto, deben ser amedrentadores), se incluye al final una lista de personajes, lo que, desde luego, es de agradecer, e incluso de los personajes reales que los inspiraron (una cuestión, por cierto, que no me interesa mucho, la verdad).

Comienza a pesarme un poco la traducción de Consuelo Vergés, la de Alianza. Tendría que hacer como tú y hojear varias ediciones, pero la comodidad me puede: tengo los siete tomos esperándome en casa y no veo la hora de terminarlos. Tengo la excusa perfecta para volver, dentro de unos años, a empezar otra vez.