CÁNTICOS DE LA LEJANA ADOLESCENCIA por arspr

Portada de CÁNTICOS DE LA LEJANA TIERRA

Bueno, otra sesión intensa de lectura para re-enfrentarme a otro de mis tótems, en este caso de adolescencia tardía. Y afortunadamente, (aunque quizá era apuesta más segura que con los aún más lejanos de infancia), todas mis recordadas impresiones se han confirmado.

Ya he contado en múltiples ocasiones cómo me fascina ese mágico binomio entre escritor y lector donde al final una obra puede ser mucho más que la suma de sus páginas. Y este en mi ejemplo perfecto a este respecto.

Cánticos de la lejana Tierra es una verdadera exageración en cuanto a temas tratados. Como también he dicho múltiples veces, opino sin lugar a dudas que esa es la verdadera función de la buena ciencia ficción. No tanto, (básicamente nada), contar el color y sonido de los rayos láser y el Halcón Milenario, sino que toda la extrapolación hecha sirva para a la postre hablar de lo de siempre: el ser humano y sus grandezas y miserias. Y evidentemente, uno de los grandes, Arthur C. Clarke, cumple total y absolutamente a este respecto con Loren, Moses y resto de tripulación de la Magallanes. Además gracias a ese correctísimo planteamiento, la obra ha envejecido francamente bien.

Y también suele ocurrir que estos maravillosos autores de ci-fi dura y pura son casi casi más científicos que literatos per se. Y soy totalmente consciente que esto se cumple inexorablemente también aquí. Cánticos... es tan ambicioso, tan grande en temas, tan infinito como la situación de epopeya que narra como semilla y excusa para plantear mil reflexiones más: la forzada diáspora de la humanidad no porque nos invadan unos marcianitos muy malos, sino porque al sol se le acaba la gasolina antes de lo esperado. Y Cánticos... es asimismo tan planito literariamente como me temía y recordaba.

Pero me importa un bledo. Muchas de sus páginas y escenas transcienden en mi cabeza claramente las palabras que leo en sus páginas. Salvo alguna reflexión chusquera al respecto del sinsentido de las religiones, página a página, párrafo a párrafo, todo el libro es un golpeteo a miles de preguntas pequeñas y grandes que me rondan la cabeza desde que tengo recuerdos (¿para qué tenemos el dolor emocional?, ¿qué función evolutiva cumple algo tan "inútil" y "dañino"?, o más bien, ¿no será que no es ni inútil ni dañino?, ¿o simplemente que es consecuencia inevitable e irremediable del resto de emociones positivas?).

Señor Arthur, como le dije en La Historia Interminable a Ende, le doy gracias expresas y personalísimas por esta maravilla, y, por respeto, ni le menciono a Dios porque se ve claramente que tampoco le hacía a usted mucha gracia el tema...

Escrita hace 6 años · 5 puntos con 3 votos · @arspr le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 6 años

La nostalgia es muy engañosa, arspr, como sé por experiencia.Pero, ¡ea!, como decían en el Siglo de Oro: sostenello y no enmendallo.