REALISMO MÁGICO RUSO por Guille

Portada de HELADA SANGRE AZUL

Leer a Buida es un auténtico gustazo. Disfruté mucho de El tren cero, y este ha sido, como poco, igual de placentero. Los amantes del realismo mágico encontrarán aquí un maravilloso vergel florido y fermoso.

“Me doy cuenta de que mi deber es contarlo. Contar todo esto. Hablar de esta ciudad y de esta gente. De los hermanos verdugos, fundadores de Chúdov, de la Bella Durmiente, del buque Hyderband, de Hanna y el capitán Jolúpiev, de Aleksandr Zmoiro, el comandante del Primer Batallón de la Guarida Roja Jesucristo Nazareno, Rey de los judíos, y de su esposa Potranca Bellapompis, de la marca negra del destino y del puente de la Gata, de Kolia Vdóvushkin y de los corceles de flamígeros cascos, de Baba Shuba, de la prodigiosa India, de la diabólica atracción por la autodestrucción y la divina pasión por el vuelo, y al fin y al cabo, de Dios, también de Dios, de un dios de color morado sobre dorado...”

Salvar del olvido es lo que empuja a Viernes, apodo que le adjudicó su tía y eje conductor de esta historia, a contarnos de las gentes de Chúdov. Con la inocencia y crueldad propias de los cuentos clásicos en los que lo hechos heroicos y las acciones monstruosas conviven felizmente, Viernes nos cuenta entre fábulas, leyendas y hechos reales, la vida y el mundo en el que vivió Ida Zmoiro (en realidad, Valentina Karavaeva), actriz galardonada con el premio Stalin y relegada al ostracismo por el propio régimen tras casarse con un extranjero. Una vida que transcurre a lo largo del siglo XX en la Rusia comunista en la que “siempre abraza más futuro que pasado”.

La historia se inicia con unas niñas desaparecidas, unas misteriosas llamadas en la puerta de la casa de Ida y su caída a los pies de la muerte y del policía al que quería comunicar algo importante. Pero este engañoso inicio a la manera de las novelas policiacas solo se retomará en las páginas finales del libro. Entre tanto, en el escenario de este teatro-mundo que es el pueblo de Chúdov, se representarán historias de todo tipo -tristes, burlonas, oníricas, duras, sarcásticas, tiernas, brutales, poéticas- protagonizadas por personajes que van desde lo épico a lo esperpéntico, de lo trágico a lo mitológico, de lo fantástico a lo satírico, todo suma en la representación de una sociedad y un período negrísimo de la historia de la humanidad.

Pero no solamente se muestran los horrores de una época, también subirán a escena todo eso que el autor llama “los dolores del alma” y que nos carcomen el interior desde que nacemos: la maldad, la envidia, los deseos reprimidos, el miedo, el odio, los celos, el amor y, por encima de todos ellos, “la helada sangre azul”, la sangre que corre por las venas de aquellos capaces de dominar los corazones, de llevar a las personas hasta el límite de las posibilidades humanas y hacerlos traspasar la frontera, son la maestría y el cálculo, un don y una maldición. Buida nos habla del mal, su presencia inevitable en el mundo y en cada uno de nosotros, pero también de la forma de enfrentarnos a él, de como alcanzar la fortaleza suficiente para construir nuestra vida, para ser el actor principal de nuestra propia historia, con eso que algunos llaman sueño, otros amor, otros Dios, otros la idea.

“La idea, es lo que te salva. Debes tener una idea, un sueño, entonces serás libre incluso dentro de la cárcel más terrible. ¡Concéntrate en la idea!”

La novela va adquiriendo forma a través de la acumulación de relatos, de mantras que se repiten una y otra vez (“las señoras de bien no tienen piernas… la felicidad engorda… el agua fluye…); de imágenes poderosas y mágicas como el Moscú cubierto de una nieve roja hasta el pomo de las puertas o los ataúdes expulsados de la tierra y destrozados por la corriente de las riadas o la mujer dormida encerrada en un arcón de plata; de comentarios sobre el teatro y el actor que no es más que “un vacío capaz de contenerlo todo, pero incapaz de salvar a otra persona, incapaz de sentir amor verdadero, amor como a vece saben amar las personas”; de objetos que remiten a historias que han adquirido la categoría de leyenda, como un tálero de plata de Bohemia, un frasco con un corazón de cerdo conservado en alcohol, unas medias de color limón con un encaje chantilly, una minúscula campanilla con un anillo que antaño cosían a las camisas de los leprosos, un reloj encerrado en un entrepaño ilocalizable que recobra vida todos los días a las tres en punto de la mañana; de lugares tan carismáticos como la taberna El Perro de Pavlov o el prostíbulo El cuerpo del delito. Todo con el fin de hacer realidad el deseo de Ida Zmoiro, “desintegrar la vida ordinaria, donde todo lo que es izquierdo es simplemente izquierdo, y todo lo que es derecho, es simplemente derecho.”

Escrita hace 6 años · 5 puntos con 3 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

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