UNAS PIERNAS DE INFARTO por Guille

Portada de LA MALDICIÓN GITANA

“Encuentra un coño a tu medida y ya jamás volverás a ser el mismo. Jamás hallarás la paz. Ya verás, lo mismo dará que te humille. Lo mismo dará que te mienta, te hiera, te escupa en la cara o se folle a otros hombres. Lo único que querrás saber es: ¿Volverás conmigo? ¿Me dejarás probar otra vez ese fantástico coño? Probar de nuevo ese coño hecho a tu medida será lo único que te quitará el sueño. Arruinarás a tu familia, te arruinarás a ti mismo, nada te importará”.

Esta es la maldición que persigue a Marvin Molar, un sordomudo que compensa sus piernas de renacuajo tullido con unos brazos de cincuenta centímetros de circunferencia y que es capaz de hacer equilibrios sobre un solo dedo, habilidad con la que mal que bien se gana la vida.

Ya veo a más de uno con los ojos como ruedas de trailer y pensando que estas extravagancias no van con ellos. A vosotros os diré que Harry Crews es un gran escritor (iba a añadir sureño pero le viene muy pequeño el adjetivo localizativo), autor de un buen puñado de novelas (6 publicadas en España), feo como un demonio, exmarine, exboxeador, misógino y romántico, propenso a la ingesta de determinadas sustancias y gran pregonero de las muchas miserias y pocas bondades de la naturaleza humana; amante de las peleas y orgulloso de sus cicatrices, poseedor de una fascinante inclinación a “dar la vuelta a las cosas” y hacer que hasta lo más anodino se vuelva interesante; dotado de una escritura personal, directa y visceral, con una habilidad portentosa para hacernos naturales unos mundos muy particulares en los que habitan gente capaz de comerse un coche o enanos con pies gigantes y que protagonizan historias en las que no se escatima ni el humor ni las escenas de sexo y violencia pero a las que sabe dotar de “estilo y decencia”. Estos seres marginales, lisiados física y/o emocionalmente, y hasta grotescos, no se permiten lloriqueos ni sentimientos autocompasivos, son gente peligrosa que siempre “esperan que les jodan un poco” aunque no más de la cuenta, personas que afrontan con coraje su dura condición y a los que el autor trata con un enorme respeto, ternura y cariño.

Al levantarse cada día, lo primero que Marvin Molar ve es la nota que le acompañaba cuando fue abandonado por sus padres y que tiene colgada en la pared en uno de esos marcos dorados de las tiendas Woolworth:

“Somos de tu gente normal y no podemos suportarlo. No podemos suportarlo y punto. Seas quien seas, te estaremos muy agradecidos si cuidas de esto en bez de nosotros porque nosotros ya no podemos suportarlo más. Gracias. Los suyos.

P.D. No poede hablar.”

Pero Marvin tiene bien cubiertas sus necesidades familiares gracias a Al, el dueño del gimnasio que le recogió, cuya carrera como forzudo de feria se terminó el día en el que un coche le pasó por encima de la cabeza y con los dos exboxeadores sonados que conviven con ellos. Hasta que aparece Hester.

Como en otras obras de Crews, la mujer representa la perdición de los hombres y Hester, una mujer con un culo y unas piernas de infarto, cruel y manipuladora, encarna el papel a la perfección: enorme poder sexual, astucia en la satisfacción de las necesidades sexuales y afectivas de Marvin, seguridad en obtener todo aquello que se propone, un miedo patológico a que las cosas se mueran y una necesidad enfermiza de dar la vuelta a las cosas, de hacer que todo vuelva a ser interesante sin importarle las consecuencias.

A partir de aquí el drama, la rabia, el amor, los celos, las ansias de exprimir la vida hasta querer buscar la muerte.

Escrita hace 6 años · 4.3 puntos con 3 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Poverello hace 6 años

Pues nada, ya si que eres el experto de esta web en Harry Crews, aunque sea feo como un demonio.

Eso sí, en la biblioteca pública sigue sin haber nada suyo; voy a ver si presiono.

@Guille hace 6 años

No me extraña nada, Crews no es que sea muy popular por estas tierras.