UN THOMAS BERNHARD por Guille

Portada de UN DESAFECTO

Hay quién piensa que el mayor atractivo de la literatura de Kelman, quizás el único, es su destreza para llevar al papel el habla de la clase trabajadora escocesa. Yo, triste mortal que no he podido leerla en su idioma original y que, por tanto, no he podido apreciar ese aspecto de la novela, puedo decir que la obra tiene muchos más atractivos, tantos o más que su famoso y controvertido premio Booker “Era tarde, muy tarde”.

Toda la novela es la paranoia en la que vive su protagonista, Patrick Doyle, y que nos llega a través de una tercera persona que se transforma sin transiciones ni disonancias en una primera persona (y viceversa) para introducirnos en la mente de este insatisfecho profesor de escuela. Así, seremos partícipes de su tumultuosa cascada de pensamientos, reflexiones, invectivas y fantasías, más o menos obsesivas y neuróticas, sobre sus fracasos y carencias, sobre todos aquellos con los que se relaciona y sobre todas las cosas que le van sucediendo en una semana de su anodina y odiada vida y en un claro estado de ansiedad creciente.

Kelman es en su personaje un Thomas Bernhard malhablado de clase obrera, que en forma de corriente de conciencia se expresa con una sintaxis más salvaje, una puntuación más caótica, pero con la misma rabiosa fuerza en su prosa, similar capacidad para decir siempre mucho más de lo expresamente dicho, la misma indignación hacia una sociedad hipócrita e injusta y la misma insatisfacción consigo mismo. Como en Bernhard, Patrick Doyle es un suicida que no se suicida, alguien incapaz de tomar decisiones y de atenerse a ellas, con aspiraciones inalcanzables desde el día en el que aceptó ser el primero de su familia que accedía a la universidad y pasó a ser lo que él denomina un “civil titulado representante de fuerzas que corrompen” y falto de aquello que es la única “cosa por la que merecía molestarse y eso era la verdad del asunto: amor“.

Una novela a veces triste, incluso deprimente, de un divertido patetismo y, como marca de la casa, un libro provocador.

Escrita hace 6 años · 5 puntos con 2 votos · @Guille le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Poverello hace 6 años

Ya eres el experto en Kelman de Sopa de libros. Habrá que leerlo, leñe.

@Guille hace 6 años

Qué ganas de poder comentarlo con alguien. Ánimo.

@Volsung hace 6 años

Si Doyle es un Bernhard... es procomunista y anticristiano? O solo le quedarían mejor los adjetivos de cáustico y existencialista? Porque el discurso de Bernhard es profundamente político y leyéndo la reseña no me queda claro si el del personaje-profesor también lo es.

@Guille hace 6 años

Algo pongo en la reseña, Volsung, pero sí, Kelman es un escritor muy comprometido social y políticamente, y tan provocador como lo pueda ser Bernhard.