LA CARNICERÍA FLOTANTE por Volsung

Portada de MOBY DICK

Os lo voy a contar todo y no os voy a contar nada. Moby Dick son unas 800 páginas en formato de bolsillo que H. Melville dividió en 134 capítulos. Capítulos cortos, pues. Durante la lectura he sentido que el libro tenía 5 partes ó 5 actos narrativos. 30 hombres y un capitán de 58 años en busca de ballenas.

Acto I: vendría a ser el tiempo en tierra. La primera página del libro es una obra de arte en sí misma. No hay catedral sin fachada, ¿no? Unas 150 páginas en las que se conoce al protagonista y narrador. Mi nombre es Ismael. También es el primer vistazo a la infinita cetofilia o ballenofilia del autor. Disfruté mucho con el ambiente de la ciudad/pueblo ballenero de Nantucket. Hay fotos por internet y, francamente, imaginarse un villorrio del siglo XIX lleno de huesos y cuerpos de ballena más o menos reaprovechados más o menos enteros más o menos devorados…

Acto II: primeras jornadas del viaje. Una presentación muy sistemática y muy poco literaria de los personajes y de la vida en alta mar mezclada, sin alcanzar en ningún momento una dilución harmónica, con relatos de aventuras marineras y leyendas balleneras. El folclore de los leviatanes así como de los hombres que navegan sobre Él.

Acto III: capítulo 59. Sangriento tratado de Cetología. Alrededor de la mitad de la obra. Empieza lo que viene a ser un documental digno de la 2 a las cuatro de la tarde sobre la caza de la ballena, su anatomía, el arte de su cosecha del prado fértil del océano y su descuartizamiento, procesado y posterior gestión por los monos que llevan chaleco en tierra firme. Bonito párrafo casi, casi pro vegetarianismo en el capítulo 64.

Acto IV: como 130 páginas de relleno, capítulos tan mal engarzados como uno pueda imaginarse, cortos, sobre temas dispares (características y pasado de algunos personajes ya conocidos, presentación de nuevos, reflexiones sobre piezas del barco, meteorología…). Pretende ser una especia de sucesos místicos, presagios, anuncios de la fatalidad, como un prefiera llamarlo. El acto III rompe totalmente el ritmo narrativo de la novela y Melville lo retoma de un modo barroco y aburrido.

Acto V: el fin. Bien, un repunte final potente que se alimenta de la intriga ante quién vencerá, la Gran Ballena Blanca o el desquiciado Ahab.

He aquí un extracto de un diálogo:
“¿Soy yo señor o quién el que mueve mi brazo? Pero si ni aun el gran sol se mueve por sí mismo, si no es más que un pobre mandadero en los cielos, si ni una sola estrella gira si noes a impulsos de un poder invisible, ¿cómo, pues, puede latir este pequeño corazón, ni pensar este pequeño cerebro, a menos que Dios le haga latir y pensar, y no yo?”

Así durante 3 páginas. Y cómo este momento hay muchos. Es evidente que no se hablaba así ni el siglo XIX, ni el tiempo de Shakespeare, ni en la Hélade de Sófocles. El libro no pretende ser en ningún momento literariamente realista y cuando lo hace adopta un tono didáctico. En los momentos en los que se desarrolla como una novela y no como un ensayo los personajes son románticos en el peor sentido, estereotipados, planos, con un rol ético definido desde el principio y que no cambia en ningún momento. En definitiva: una puesta en escena barroca e irreal que solo puede ser disfrutada si uno lo toma como una obra de teatro. Una especie de homenaje a las corrientes más clasiconas de la literatura.

Creo que si no fuera por Hollywood, el señor Peck y porque es un libro made in USA nadie hablaría de Mobby Dick. Estimulante en el sentido de que le hace a uno querer saber qué dicen los actuales tratados de cetología y hasta qué punto se ha aprendido sobre estos animales capaces de vivir siglos surcando las grandes corrientes. Más allá de estimular el amor por las ballenas, del ambiente de la surrealista Nuntucket y alguna que otra comparación ingeniosa, no he encontrado en este libro gran cosa que pueda destacar o elogiar.

Un ángel no es más que un tiburón bien gobernado.

Escrita hace 6 años · 5 puntos con 4 votos · @Volsung le ha puesto un 5 ·

Comentarios

@Poverello hace 6 años

Precisa reseña, Volsung.

Leí Moby Dick hace demasiado tiempo como para ponerle peros o tu percepción. Sé que me encantó, que recuerdo escenas concretas y partes narrativas después de 25 años y que es una obra netamente simbólica y que según mi parecer trata de traernos a la mente de alguna manera las tragedias clásicas.

Lo de las digresiones, pues es común en la literatura de principios y mediados del XIX. Por más que interrumpan la lectura. No había enciclopedias al alcance de casi nadie ni la posibilidad de viajar, y muchos escritores se veían en la necesidad de describir con una minuciosidad pasmosa las artes y situaciones a las que hacían referencia. Victor Hugo es un ejemplo, sobre todo en Los miserables.

@Faulkneriano hace 6 años

Moby Dick es una novela muy, muy rara. Lo era cuando se publicó (el año del señor de 1851) y lo sigue siendo. Su mezcla de documental y de parlamentos shakespirianos resulta estomagante para más de uno; su ambición desmedida, sin freno, por convertir una operación de pesca de altura en un mito desconcierta no poco. Es irregular, de prosa a ratos volcánica y a ratos didáctica, atropellada, confusa... y radicalmente nueva. No se parece a nada. Hay muchas aventuras marítimas, antes y después: nada que ver. Antes, Frederic Marryat había escrito El buque fantasma en 1839. Por esas fechas Richard Henry Dana publicaba Dos años al pie del mástil (compárese con Chaqueta Blanca, del mismo Melville, de tono parecido aunque de ambición bien distinta; por no hablar de Billy Budd o Benito Cereno, esas extrañas fantasmagorías disfrazadas de viajes por mar) Robert Ballantyne, otro escritor aventurero al que le gustaban las largas travesías (La isla de coral), aún no había empezado a escribir. Cuando se gestó, Conrad, el único cuyas extrañas singladuras pueden asemejarse a las de Melville, aún no había nacido. Las piraterías de Salgari y de Rafael Sabatini aún tardarían en escribirse. Sobre el mar, no hay nada comparable a Moby Dick, en lo que se refiere a su intención última.

Dentro de las letras norteamericanas Melville era un extraño. Feminore Cooper, en las antípodas de Melville, había muerto en 1850 (también Balzac, por cierto, que mal podría entender la obra del estadounidense). Nathaniel Hawthorne había publicado La letra escarlata ese mismo año. Y Poe, tan visionario como Melville, había dado a las prensas La narración de Arthur Gordon Pym (un viaje por mar casi tan misterioso y angustioso como el del Pequod, aunque sin la terrible ambición de Melville) en 1838. ¿A quién se parece nuestro autor? ¿Con quién podría entenderse? Henry James tenía ocho años en 1851.

No es solo que Moby Dick fuera una novela rara, que lo era con creces. Es que el resto de la producción de Melville lo era también: rara de narices. ¿Cómo llamar si no a Omú y Taipí, novelas, por simplificar, ambientadas en unos irreconocibles Mares del Sur? ¿O a Pierre y las ambigüedades, rara ya desde el mismo título? ¿O al kafkiano Bartleby? ¿De verdad es Benito Cereno una novela de piratas o de aventuras marítimas?

Siempre me ha parecido que Melville está borroso, desenfocado. Es como un viajero temporal que no se viste, ni habla, ni se conduce como la sociedad con la que intenta empatizar en vano. No se entiende muy bien lo que dice, ni en el siglo XIX ni en el siglo XXI. Para bien o para mal, está solo, y habla una lengua bárbara e incomprensible.

@nikkus2008 hace 6 años

Después de largo -un muy largo- tiempo me reencuentro con viejos amigos, volcando opiniones siempre tan interesantes. De Melville sólo he leído Bartleby, y me gustó mucho. Los comentarios no son demasiado alentadores, ya que ochocientas páginas tampoco es que se lean de un tirón, cierto?. De volver a Melville, creo que elegiría una novela mucho más breve. Benito Cereno o Billy Budd. Saludos, amigos!.

@Volsung hace 6 años

Coincido en que el adjetivo "raro" le queda bien a Melville. No hay duda de que era religioso y según cómo se junten esa "rarez" y esa religiosidad poco ortodoxa puedes llegar calificar algunos pasajes como de alucinados, en el sentido que se usa para hablar de obras de corte new age. No hay duda de que HM cree en la posinilidad de una experiencia mística.

Por comparar un poco, Tristram Shandy, que es anterior, me resulta rara, también, pero mucho más estimulante y moderna en la aproximación al lector. Tris. S. me parece una novela con una estructura genial y Moby en cambio una estructura lamentable.

@Faulkneriano hace 6 años

Toma, coño, pues claro que Tristam Shandy es mejor. Como que es una obra maestra a razón de una por siglo. Y a rara no hay quien la gane. Yo hablaba de aventuras marítimas.

Ser raro (y paso a la autocrítica) no es de por sí meritorio. En eso tienes razón. El monstruo de Hawkline, de Richard Brautigan, es rara de narices y a mí no me gusta nada. Hay miles de ejemplos. La heterogeneidad de materiales, la mezcla de discursos y una estructura un tanto caprichosa son los peros que suelen ponerse a Moby Dick. En eso tienes razón. Pero a mí me sigue gustando.

@Faulkneriano hace 6 años

Me ha hecho mucha gracia, a propósito de lo que en este hilo se cuenta, este artículo de Kiko Amat.

elpais.

Claro que no me fío mucho de este hombre. No estamos obligados a leer su artículo. Tampoco, claro está, la novela de Melville.

@sedacala hace 6 años

Nadie está obligado a leer nada.

@Volsung hace 6 años

Existe el derecho a ser analfabeto? jaja

@Poverello hace 6 años

Pues a mí en COU me obligaron a leer El Quijote (y muchos otros libros, claro), aunque algunos compañeros de curso se vieron la serie de dibujos animados y parece ser que aprobaron. ¿Serán más analfabetos que yo? Ji.