EL ESTILO COMO METÁFORA por Guille

Portada de SEGÚN VENGA EL JUEGO

La contraportada del libro nos informa sobre los temas de la novela: la realidad de las mujeres, el mundo de las apariencias, la amoralidad, el egoísmo social. Todo ello, con ser importante, no es ni mucho menos lo esencial.

Lo esencial es la persona y la personalidad de María Wyeth, su protagonista indiscutible, y, cómo no, la manera genial en la que nos es presentada. No me había encontrado nunca antes con una relación tan íntima entre la forma, el estilo, y lo contado. Tanto la estructura del texto como el estilo de la escritura juegan como símbolos del estado en el que se encuentra María.

La más clara de estas relaciones se establece entre la frialdad, la distancia, la falta de emoción que caracteriza toda la prosa y la aparente indiferencia y pasividad exasperante con la que María afronta el desastre que es su vida, su desintegración. Una mujer anulada por los fuertes personajes masculinos por los que se ve atraída, abatida por los sentimientos de culpa que le suscita su hija retrasada e ingresada en una institución en contra de su opinión, atormentada por el aborto que se siente obligada a practicar. Una mujer con un divorcio a sus espaldas, un amante casado y una carrera frustrada de actriz y modelo de segunda fila, incapaz de tomar una decisión y con un profundo sentimiento de soledad y hastío en un ambiente marcado por las drogas, el sexo y el poder de la apariencia. Una mujer que a la pregunta de por qué continúa en el juego, metáfora del fatalismo y el azar que preside la vida, responde con un escueto ¿Por qué no? que la salva de la muerte pero que no la capacita para la vida.

"Solía hacer preguntas, y tuve la respuesta: nada. La respuesta es NADA"

Una NADA mental como anestésico contra la vida y también una NADA como fundamento de un nihilismo conciliador ("¿Qué hace malvado a Iago?, preguntan algunos. Yo nunca pregunto."), representada en los silencios que pueblan los breves, a veces brevísimos, capítulos en los que se estructura la novela. Saltos temporales sin anuncio previo, capítulos que llegan a parecer inconclusos, diálogos en apariencia banales, escenas que pueden parecer gratuitas, ausencia de explicaciones, excepto en los tres breves e introductorios capítulos iniciales, nunca sabemos qué piensan los personajes, todo ha de ser construido y completado por el lector a partir de los gestos, los diálogos, los silencios. Todo se cuenta más allá de lo que se dice. Formas y modos que representan a la perfección la fragmentación y el desorden que preside la mente y la vida de su protagonista.

Escrita hace 6 años · 5 puntos con 2 votos · @Guille le ha puesto un 9 ·

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