¿TÚ SABES QUÉ SIGNIFICA LA W? por Guille

Portada de EL DÍA DEL WATUSI

Con mucho miedo y poca prudencia me atrevo a escribir algunas cositas sobre la novela para ver si así abrimos el apetito de alguno o alguna más (no seas muy severo conmigo, Krust, ya te comenté que me da pena que libros como este se queden sin comentarios). Ahí van:

Existen unas cuantas ideas recurrentes en torno a la novela de Casavella. La crítica, sobre todo la de la época en la que fue escrita, osciló entre “una novela de culto”, por aquellos unos que se enamoraron de ella de inmediato y tardaron na y menos en elevarla a la categoría de clásico, y “una novela fallida”, por aquellos otros que directamente la tiraron a la basura del quiero y no puedo, contenedor de excesos y desmesuras.

Desde entonces, la novela ha llegado a adquirir categoría de mito, siendo incluso venerada cada 15 de agosto, su día oficial en el que se saca al Watusi en procesión, icónico modelo de tatuajes y posters (fantásticas las diversas imágenes que han servido de portada a la obra jugando con esa figura que se contorsiona no se sabe muy bien si presa de un desenfrenado baile orgiástico o alcanzada por un balazo traicionero). Un mito que parece tener más seguidores que lectores (“novela maldita” es algo que también se lee a menudo) y que, mira tú por donde, ahí está incluida en esa lista que elaboró Babelia de las 25 mejores novelas de los últimos 25 años.

Mendoza y Marsé también son dos citas ineludibles en toda reseña del libro (yo también podría incluir al Bolaño de Los detectives salvajes). Casavella puede ser tan divertido y grotesco como el primero y tan lírico y enamorado de sus personajes como en sus retratos sociales llega a serlo el segundo, y de ahí otra idea recurrente de un Casavella siempre entre lo literario y lo popular, un equilibrio que en mi opinión alcanza con sobresaliente.

El día del Watusi es una novela política: “La gran novela de la transición” que dicen. No les falta razón. La novela es un gran retrato de aquella época y, grotescas conspiraciones aparte, una lúcida llamada a cuestionar algunas de las tesis oficiales. En las primeras páginas se encuentra una declaración de lo que aquello fue que no tiene desperdicio (aunque, por no alargarme demasiado, aquí haya tenido que desperdiciar bastante de lo dicho allí): “Durante el inicio de la época que nos llevó del miedo esperanzado al tedio se fomentó el olvido como un valor… Se fue frívolo en el comercio, en la propaganda, en la política, y por caminos abyectos la inconsciencia se resolvió una vez más en estupidez… Así mientras el gris claro y el gris oscuro se alternaban en el poder aparente y se adjudicaban el mérito de la inercia colonial como un idiota vocea que el flujo de las mareas es cosa suya, la mayoría del pueblo creía en el deporte en estadios, en amoríos famosos y en la economía doméstica como único talento social y baremo indiscutible de la dignidad ciudadana.” Vamos, lo que viene siendo aquello de que al final siempre ganan los malos, los mismos.

¿El día del Watusi es irregular? Sí. ¿El día del Watusi es desmesurada? Sí. La novela, de casi mil páginas, es un río con un enorme caudal y no pocos afluentes que dan cuenta de la colosal ambición que la concibió y la perpetró, pero también de la falta de freno a las ganas de decirlo todo. El argumento que la sostiene, la excusa que da pie al relato, tampoco es para tirar cohetes. Y aunque crea un buen puñado de grandes personajes (ains esa Elsa), tampoco faltan ocasiones en las que se desliza por el fácil tobogán del tópico.

Y pese a todo, es un auténtico gustazo zambullirse y chapotear sin mesura en ese río lleno de esas rarezas que les pasan a los raros, siempre ojo avizor a las posibles pozas o a los rápidos trepidantes que puedan dejarte patas arriba y desorientado. En una novela muy libre, a la que se le perdona muy fácil la cantidad de palabras, reunidas y ordenadas no pocas veces de forma soberbia para configurar ese río, por terminar de una forma antiheraclitana con la metáfora fluvial, en el que con frecuencia te bañarás dos (o más) veces, bien por la belleza de sus aguas, bien por la clarividencia de sus corrientes, o bien por el barroquismo de sus remolinos, que todo hay que decirlo.

El día del Watusi es un libro enigmático, seductor, paradójico, romántico, tramposo, amargo, juguetón, canalla. El día del Watusi es un libro que reivindica la creación de mitos, fábulas y monstruos propios, “sin los que no seríamos nada”, como defensa ante mitos ajenos. El día del Watusi es un libro que nos pide aceptar lo irracional, lo ambiguo, lo caótico, “el bailar por bailar”, el misterio, como “una búsqueda interminable de argumentos para seguir amando la vida”.

El día del Watusi no es un libro perfecto, puede que esté muy lejos de serlo, pero seguro que permanecerá en la memoria de los que lo lean (y entren en su juego) mucho más tiempo que otros más ortodoxos y, esto es refinitivo, es de esos libros que te dejan con la sensación de no haberlo abarcado todo y que, por tanto, uno está seguro que releerá algún día. Solo lamento una cosa: que la ciudad no hubiera sido Madrid.

"¿Tú sabes qué significa la W? -Y antes de que pudiera mentirle dijo-: Es nuestro aleph, nuestro punto de fuga. O a lo mejor la pizarra en blanco donde escribimos nuestro deseo. Nuestro deseo es una inexplicable W, por eso resulta un deseo insatisfecho. Un equilibrio entre el Cielo y el Infierno. El anhelo de simetría, de no estar solos, de repetir el placer, expresado con una letra doble".

Escrita hace 7 años · 5 puntos con 3 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@_567_ hace 7 años

PÁRRAFO 1: Severo dice, jejje, Severiano voy a ser yo con tu reseña aunque solo sea por Ballesteros en homenaje al personaje de Ballesta (uno de los grandes carácteres, en mi opinión, de entre los que gravitan en torno a la figura del memorable Fernando Atienza): Gran trabajo, Guille, ¡felicidades!, una reseña necesaria y muy bien parida, con otros puntos de vista diferentes a las muchas opiniones que he leído sobre esta EXCELSA novela… Voy a hacer unas apreciaciones a tu reseña y lógicamente me la bufan toda aquellas opiniones divergentes a la mía, que pocos dieces voy a leer en mi vida, ¡QUE ME QUITEN LO BAILAO! nunca mejor dicho, porque esta obra es muchas cosas que intentaré explicar sin contar ná; entre ellas una novela sobre el baile de la vida escrita con un RITMO insuperable, ese que solo los grandes escribanos de la HISTORIA DE LA LITERATURA saben imprimir a sus textos…

P2: Estoy entre aquellos que la etiquetan como ‘Una novela de culto’…

P3: Efectivamente, todos los 15 de agosto son el día del Watusi y el mito persiste (Este 2017 lo celebran en León por si alguien de la zona quiere escaparse a echarle una ojeada al tema…), pero digamos que el día W en cuestión es el 15 de agosto de 1971, pregúntense que hacían ustedes ese día, ¿no habían nacido quizás? ¿cambiaban cromos de tuercebotas con otros coleguillas en la calle? Yo que sé, es para situar la acción en espacio-tiempo, algo muy importante para mí, y va hasta 1995, casi un cuarto de siglo… por cierto, eso de las 25 mejores novelas según Babelia no lo sabía, se agradece el dato…

P4: El mejor Mendoza (“La ciudad de los prodigios” y “La verdad sobre el caso Savolta” esto va pa Tharl) y casi todo Marsé (el Pijoaparte tiene puntos de conexión con quinquis de medio pelo como el Supermán, el Topoyiyo u otros secundarios que pululan por aquí…) pueden reconocerse en el estilo literario de Casavella, especialmente en la parte 1 ‘Los juegos feroces’, pero yo estoy contigo, Guille, y esto creo que no lo había leído en ningún lado, es decir lo emparento con el Bolaño que a mí me gusta más (“2666” es otra novela Río-Magistral 10 para mí y muy parecida a la que nos ocupa en cuanto a ambición y maestría en toda su vasta extensión). ¡Ah! totalmente de acuerdo en cuanto al sobresaliente equilibrio de su estilo entre la alta escuela literaria y lo popular así para que llegue a todos los públicos y nadie tenga miedo de meterse…

P5: El día del Watusi es una novela política por los cuatro costados, y a mí me gusta el politiqueo (y más en los tiempos tan divertidos que corren tan aptos, ellos, para el análisis, esto por sí solo ya daría para una gran ristra de comentarios). La gran novela de la transición española, sin ninguna duda, porque aquí uno llega a entender los tejemanejes de peperos y pujoleros en el tema de la corrupción mismamente. Todo ello en la parte 2 ‘Viento y joyas’ que es la que tiene más ‘detractores’ pero también defensores acérrimos, entre los que me incluyo, aquí la acción se desplaza a Madrid (divertidísimos pasajes si uno tiene ese sentido del humor reivindicable para adentrarse en la trama argumental) y resulta curiosísimo leer las andanzas de políticos provenientes de la alta burguesía catalana (que de catalanes no tienen ni el nombre, esos apellidos les delatan, peña de los altos estamentos del sector de la Banca encargada de ‘mantener a raya’ a la gallina de los huevos de oro que siempre ha sido Cataluña) intentándose arrimar a ese Centro que acabo dirigiendo aquel chuletón de Ávila puesto a dedo, al igual que toda la troupe borbónica, por el pequeño dictador y/o las fuerzas oscuras que cortaban el bacalao en las cloacas del estado español…

P6: En este párrafo estoy en desacuerdo contigo, que le vamos a hacer, sólo apuntar en cuanto a los personajes femeninos y dejando de lado la fascinación colectiva que lógicamente produce Elsa, yo me quedo con el de Flora (la madre de Fernando) una auténtica maravilla en cuanto a composición…

P7: Me ha encantado tu metáfora fluvial sobre la novela… ¡Chapeau! No hay ni un puto spoiler en tu reseña como tampoco en este extenso comentario (Sorry, me va a salir así…), podríamos perdernos en cualquiera de sus múltiples meandros sin desvelar nada al futuro lector que se introduzca virgen en la historia, por mí encantado…

P8: Ídem para la retahíla de adjetivos para etiquetarla, la novela en su conjunto se entiende…

P9: Permanecerá en la memoria sin duda, algo sólo al alcance de los clásicos inmortales de la literatura (aunque sean de culto minoritario). Barcelona, aquella de entonces que no es exactamente la misma de ahora, como escenario es por sí mismo otro de los grandes protagonistas de la historia, de hecho, posiblemente sea el principal. Esto daría para otra larga disertación que de momento dejo aparcada por si me da por volver a comentar aquí…

P10: Todo eso significa la W, todo eso y… ¡mucho, muchísimo más!


P.D. Recomiendo la edición completa de Anagrama que incluye el excelente doble prólogo de Kiko Amat y Carlos Zanón y el sentido epílogo de Miqui Otero. Ellos 3, escritores barceloneses también y herederos de su legado, caminan por la vida persiguiendo con suficiente dignidad la ‘estela inalcanzable’ de Casavella, quien sabe si algún día la alcanzarán. Puede ser, puede ser… ¡Ojalá!

@Guille hace 7 años

Pues con estos dos comentarios yo creo que la gente ya se puede ir haciendo una idea aproximada de lo que es esta novela (o, mejor dicho, de lo que puede ser esta novela) que, guste más o guste menos, está tocada de ese algo inexplicable que la hace especial.

Tengo pendiente 2666, pero es tal tocho y me gustó tan parcialmente sus salvajes detectives (aunque hay partes que lo hicieron mucho, sobre todo las protagonizadas por mujeres) que me da bastante pereza (había pensado abordar primero Estrella distante, a ver si me animaba un poco más).

El P6 no es más que el reflejo de la diferencia entre tu 10 y mi 8 (diferencia que en la primera parte de la novela se estrecha un poco más). No pasa nada.

Desde luego, es una de esas novelas que sería fantástico leer en compañía e ir comentando a medida que se avanza. Da pie a muchas y jugosas conversaciones sobre todo lo divino, lo humano y lo de más allá.

@Poverello hace 7 años

Yo sigo con Bolaño en pendientes. Y lo que me queda, en virtud de sus tochos grosos.

No obstante, para mi suerte o mi desgracia otro más a la saca.

@arspr hace 7 años

Ufff. Pues yo me acabo de terminar Los Juegos Feroces... y ahí se va a quedar.

Me encanta leer vuestro gran entusiasmo pero a mí no me ha convencido nada. Y no me ha convencido nada porque:

+ La novela "parece ser", (con solo el primer acto no me atrevería afirmarlo categóricamente), simplemente una descripción de la podedumbre de nuestra sociedad, descrita a través de los ojos de un niño, donde ese "día de Watusi", es a su vez su despertar al mundo adulto. Y le pasa como a nosotros, te (le) cuenta(n) un cuento, que está claro que no es más que eso, para tapar la gris realidad que le rodea. Tan gris que se ha llevado a una cría por delante. Pero claro el niño no es tonto y casi, casi, le acaba asustando más el darse cuenta que le están contando un cuento chino, que el olor de los muertos bajo ese cuento...

+Y sí, en esa faceta, ese pseudorelato a ratos delirante, a ratos serio, a ratos literario, el libro me ha parecido correcto. Pero tampoco más. Quizá porque no es ni medianamente conclusivo, (y no esperará el autor que siga tropecientas páginas más) Quizá porque no se liga ni con cola con su introducción (espías a gogó donde solo faltan Mortadelo y El Súper) y pesudoconclusión, (Flora en su lecho de muerte y los sotopocioentos hermanos de Fernando aparecidos de la nada), ni a tiros. Quizá porque me aburre un poco el esquema argumental tan repetido: situación absurda con un personaje/lugar disparatado, que luego en verdad no es tan absurdo, pasa capítulo, y repite con un nuevo personaje/ambientación.

+Pero sobre todo, sobre todo, sobre todo, porque no me he enterado de nada en sus párrafos de divagación. De verdad hay veces, en que el autor se pone a desvariar, queriendo ser muy serio y muy profundo (aunque sea de forma cínica y sarcástica) y, yo al menos, como si leyese en hebreo. Supongo que es mi limitación de coeficiente intelectual, pero ¿alguien me quiere explicar el desvarío previo al lecho de muerte de Flora, (por ejemplo, que de estos pasajes hay mil)?

Nada, que me bajo del barco...

@Guille hace 7 años

Pues no seré yo el que te anime a seguir: si no te ha gustado la primera que es para mí la mejor de las tres...

Pero sí te diré que la edad de esos ojos que observan va siendo mayor a medida que avanza la historia, una historia que va atando cabos en las otras dos partes.