GRIEGOS, DETROIT, Y SEXO DUDOSO por sedacala

Portada de MIDDLESEX

Por lo general, el hecho de que me haya gustado un libro no implica forzosamente que desee llevar al papel la opinión que me merece; tal vez porque haya escrito ya sobre el mismo autor y no quiera repetirme, o porque trate un tema difícil de desarrollar o, sencillamente, porque que no me lo pida el cuerpo.
En cambio “Middlesex" es de los libros que acumulan razones para escribir sobre ellos; véanse si no varios ejemplos: su estructura de novela-río de intriga creciente hasta el final; lo curioso e interesante de los variados temas que trata, o el estar escrito con lenguaje directo y distendido que resulta más que agradable. Sus casi 700 páginas y su título, que parece tener una dudosa relación con el sexo, son dos problemillas que dejan de serlo en cuanto se explica que su extensión es más una ventaja —porque se disfruta más tiempo con él—, y se descarta que su título indique una relación morbosa con el sexo. Con eso y con la información que da esta reseña, espero que el posible interesado esté en las mejores condiciones para decidir si quiere leerlo o no.
Empezando por lo básico ¿de qué trata “Middlesex”?: son varios asuntos; en primer lugar, formalmente, tiene la factura propia de una novela-río; contada por el protagonista en primera persona, es la historia de tres generaciones de una misma familia, abuelos, hijos, nietos, parientes y amigos, que comienza en 1922 y que culmina en 1980, pese a que el protagonista la cuente desde la perspectiva del año 2002. Como suele ocurrir con ese tipo de narraciones prolongadas a lo largo de décadas, el solo hecho de contemplar la evolución de los personajes y sus vicisitudes, hace ya que el interés se mantenga hasta el final. Uno de los argumentos que más atrae de la novela es su relación con la cultura griega. Los iniciadores de la saga familiar son griegos —de la minoría asentada de antiguo en Turquía—, que emigraron de Esmirna a Detroit para iniciar allí una nueva vida integrándose de la comunidad griega de los Estados Unidos. A pesar de prolongarse su historia hasta los años finales del siglo XX, su condición de descendientes de griegos es omnipresente en su modo de vida americano, dando lugar a un interesante repaso de las circunstancias históricas que les hicieron salir de Turquía, y de las formas de vida y costumbres griegas que se esforzaron por seguir manteniendo en su nueva vida en América. Otro foco de interés para el lector, es conocer y pararse a observar la situación que se vivió en Detroit, la capital de la industria automovilística norteamericana, durante el periodo que va de 1922 a 1980. La ciudad fue próspera en los años veinte gracias al auge de la industria del automóvil; los tres grandes constructores americanos de coches, Ford, General Motors, y Chrysler tuvieron allí sus sedes centrales. La constante afluencia de obreros de raza negra para trabajar en las factorías, dio lugar a que, en años posteriores, se generase una situación convulsa, plagada de violentísimos disturbios y revueltas, y provocada fundamentalmente por la aparición del paro y el odio racial. La crisis del sector del automóvil llevó por fin a una decadencia urbana terrorífica, al éxodo de la población, al hundimiento de los precios de las viviendas, y a la bancarrota de su ayuntamiento. Hoy, Detroit muestra un paisaje apocalíptico con una parte importantísima de sus calles y sus casas abandonadas, saqueadas y devoradas por la vegetación y la ruina, habiendo quedado su población reducida al 40% de la que tuvo en los años cincuenta, en lo que se ha considerado la debacle del sector del automóvil “made in USA”. Toda esa decadencia, aparece en la trama, influye en ella, y se desarrolla explícitamente en el texto. Pero además, de relatar la historia de su familia, de enseñar el modo de vida de los americanos de origen griego, y de tratar sobre la decadencia urbana de Detroit, el otro asunto importante de la novela, y tema central de ésta, gira en torno a la incidencia que ciertas malformaciones genéticas de los órganos reproductores, pueden tener sobre el cuerpo y sobre la mente, y consecuentemente sobre el equilibrio psicológico de la persona que las padece, que, en este caso, es el/la protagonista de la historia. Por decirlo de una forma más ilustrativa que la que expresa su título inglés: el “hermafroditismo”, vivido como inevitable experiencia íntima por el narrador, es el tema principal que articula la novela y que se mantiene presente a lo largo de toda su extensión con una incidencia creciente según se avanza hacia el final. Es un tema muy especial que podría prestarse a la broma, o a ser enfocado demasiado a la ligera y, de hecho, el autor lo cuenta adoptando un talante que aparenta ser superficial y distendido, pero que solo lo es en apariencia, porque su tono desenfadado actúa a modo de coartada divertida para desdramatizar el problema de fondo, apreciándose perfectamente que su enfoque, en realidad, es serio y respetuoso.

Si los temas son atractivos y la trama tiene motivos para engancharnos, las posibilidades de que nos guste aumentan exponencialmente, esto es indudable. Bien, pues, así y todo, lo verdaderamente sobresaliente, hablando de Eugenides, es el texto; la manera en que está escrito va más allá de las materias que contiene, por interesantes que sean éstas. Un contenido menos completo, como creo que es el caso de “Las vírgenes suicidas” (aunque no mucho menos), daría lugar a un libro menos redondo, pero, que se leería igual de bien. La singularidad de Eugenides estriba en constatar lo decisiva que resulta su forma de escribir de cara al balance final de su lectura, su estilo, al menos para mí, es tremendamente eficaz, al conjugar perfectamente profundidad y facilidad de lectura. Inicialmente, puede aparentar cierta ligereza cercana al desenfado, pero no hay tal, simplemente ocurre que es de esos escritores que tienen una facilidad innata para llevar al lector justamente por el camino en el que está el foco de interés del relato, de manera que el lector esté siempre sujeto a esa atracción. Su escritura remite al lenguaje natural y divertido con que se suelen expresar los jóvenes, dejando ver un estilo fresco y ágil, pero también, consistente y expresivo, que nos permite leer sin esfuerzo y a la vez captar el mensaje subyacente, que lo tiene, pleno de inteligencia y de intencionalidad. Su texto se apoya mucho en unos diálogos a la vez profundos y chispeantes, dándole todo el protagonismo a un humor muy matizado, que, no llega a la hilaridad, pero que tampoco le resta un ápice de profundidad a las materias que toca, que, a veces, son verdaderamente serias. Creo que con ese estilo tan particular, que contrapuntea continuamente entre lo serio y lo divertido, consigue mantener sutilmente receptiva la imaginación del lector para que siempre esté en disposición de seguir procesando su mensaje.
Su forma de estructurar el relato, no busca dar una visión completa ni lineal de las situaciones; su técnica narrativa consiste en compartimentar la historia en una sucesión de fases o episodios que hacen avanzar la historia; a veces hay breves fases intercaladas vividas en tiempo presente (2002) con la consiguiente interrupción de la secuencia temporal, pero la mayoría de las veces estos episodios siguen el orden que marca el tiempo. Cada fase consta de un discurso inicial en primera persona, con idea de ir sumergiendo al lector en la situación propuesta, definiendo parámetros, planteando hechos, o desarrollando posibles opciones. A continuación, busca una vista acotada de la acción a modo de flash que recreé el momento y sigue con los personajes y sus diálogos avanzando hacia el desenlace parcial, con él zanja abruptamente la escena, y da un salto narrativo, que lleva al siguiente capítulo, donde retoma la acción en un punto posterior, en el que, otra vez en primera persona, reflexiona, extrae moralejas, y pasa página hacia otro nuevo episodio. Esos reflexiones o análisis, que va elaborando, a veces adquieren un tono mágico, o parcialmente fabulado, que durante unas cuantas páginas nos saca un poco de la relativa severidad de una narración de pincelada racional y figurativa, para entrar en el campo del simbolismo o la abstracción. Pero, teniendo en cuenta la chispa de sus diálogos y la simpatía que rezuma su prosa, estos lapsos un tanto mágicos, lejos de molestar, encajan con perfecta naturalidad en el conjunto del texto, como también lo hace su tendencia a citar, a la menor oportunidad, referencias literarias, cinéfilas, o teatrales, más o menos pertinentes, con las que mostrar sus aficiones culturales (menciona, por ejemplo, la película de Buñuel “El oscuro objeto del deseo”). Por último y para ser más ilustrativo, tiraría de comparaciones y diría, salvando las distancias, que su texto mezcla un tono inteligente y guasón como el de Woody Allen, con algo parecido a una fina y elegante ironía, que bien podría haber sido extraída del estilo de Salinger.
Personalmente, la lectura de sus dos novelas, ésta y “Las vírgenes suicidas”, me ha gustado bastante, independientemente de cuales sean sus personajes y su trama. Lo que pasa es que los personajes y la trama de “Middlesex”, abarcan más, y son más interesantes, conformando una novela más completa y, por tanto, más satisfactoria que la otra. Lo que no sé es hasta qué punto puede haber una parte autobiográfica en esta historia. Yo tiendo a pensar que alguna hay, porque los datos cronológicos y el carácter de descendiente de griegos del protagonista, coinciden, más o menos, con los de Eugénides, aunque también podría ser que lo fuese solo en parte. Lo que sí he leído en la red, es que su actitud actual con los medios de comunicación parece ser casi tan esquiva como lo fue la de Salinger.

Escrita hace 7 años · 5 puntos con 6 votos · @sedacala le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@_567_ hace 7 años

“Su estilo, al menos para mí, es tremendamente eficaz, al conjugar perfectamente profundidad y facilidad de lectura.” Corroboro esta afirmación tuya como síntesis de la novela en una frase reveladora de lo que puede encontrar aquí el futuro lector…

Creo que muchas partes de la historia son evidentemente autobiográficas (ojo, incluso el personaje principal de Cal/Caliope podría tener que ver con el propio autor, recuerdo que esto se me pasó por la cabeza en su momento, para muestra la ‘extraña coincidencia’ de los apellidos Eugenides/Stephanides… que no son nada griegos, por cierto); y en cuanto al título original, por suerte no traducido aquí, personalmente me parece un gran acierto y es que me gusta fijarme mucho en los títulos de los libros, cosas mías.

Bueno, Sedacala, supongo que no hace falta que te recomiende la lectura de “La trama nupcial” y que ya se te impone por sí sola después de tu gran puntuación a esta “Middlesex”, en mi opinión es la más redonda de las 3 novelas. A ver qué te parece si decides leerla…

Saludos, que hacía tiempo que no te veía asomar por esta decadente Detroit.-

@sedacala hace 7 años

Sí, la leeré si la encuentro, pero dejaré pasar cierto tiempo, no me gusta empacharme con un mismo autor.
Muy interesante eso de asimilar SdL con Detroit. Y por supuesto que asomaré, siempre que tenga un motivo.

Saludos.