OBLIGADOS A ELEGIR por Guille

Portada de EL LIBRO Y LA HERMANDAD

Este es de esos libros que se terminan con el sentimiento de triste satisfacción o de satisfecha tristeza al que alude Rodrigo Fresan en el fantástico postfacio que concluye la edición de Acantilado. Un libro que desde ya entra en mi lista de libros especiales, no siendo el menor de sus mérito haber sido aquel que me descubrió a Iris Murdoch.

Como casi todo libro especial, “El libro y la hermandad” no es un libro fácil de comentar e imposible de resumir en estas pocas líneas: carece de una trama como tal y abundan las disquisiciones socio-políticas, filosófico-morales y hasta religiosas. Es un libro sorprendente en muchos sentidos, con escenas de un dramatismo que llega a ser irrisorio o grotesco, giros extraordinarios, locuras fantásticas, actitudes inexplicables e incluso absurdas, situaciones y comportamientos algo cómicos y hasta ridículos …

Pero, como la propia autora dice en ”El príncipe Negro”, otra de sus novelas: “Somos infinitamente cómicos para los demás. Hasta la persona más adorada y amada le resulta cómica a su amante…“

La novela es, hasta cierto punto, caótica, torrencial. Un narrador omnisciente nos va guiando por la maraña de relaciones pasadas, presentes y posibles que se establece en el interior de un antiguo grupo de amigos y condiscípulos mientras explora minuciosamente los hilos de pensamiento y sentimiento de cada uno de ellos formando madejas que pecan a veces de excesivas. Un narrador preocupado por hacernos llegar los colores, las texturas, los olores; por la descripción puntillosa de los personajes, sus vestuarios y complementos, pelos y peinados, gestos y posturas, estancias que ocupan, paisajes que frecuentan y hasta de los alimentos y bebidas que acompañan sus encuentros y sus soledades.

Y pese a toda esa exuberancia de detalles, de discursos, de introspecciones psicológicas, nunca decae el ritmo de la narración, en ningún momento flaquea la tensión dramática ni el interés por el devenir de los personajes y sus disquisiciones. La autora es virtuosa en el arte del diálogo, profunda en su discurso y poseedora de una sobresaliente habilidad escénica para moverse y movernos entre los muchos personajes que conforman esta novela coral y aunque no se pueda decir que Murdoch ostente un estilo narrativo propio y característico, de esos fácilmente identificable desde las primeras líneas, como nos dice Fresán, su prosa es “tan funcional como hipnótica y de gran potencia visual”.

Siendo también una novela de ideas, es, sobre todo, una novela de emociones y sentimientos, es una novela sobre el amor. Amor romántico, fraternal, paterno-filial, filosófico, religioso, amor posesivo, no correspondido, imposible, destructivo, ocasional, salvador, platónico, y, como no, el imprescindible amor a nosotros mismos.

“El amor es más que sexo, es una profunda y apasionada energía que todas las personas llevan dentro y que puede ser buena o mala. Pienso que esa energía es la cosa más importante en la vida del hombre”.

El amor como único punto de agarre en esta vida sin sentido, llena de dolor, angustia y sujeta a los vaivenes del azar. Una vida en la que estamos obligados a elegir continuamente y, de responder sí a la gran pregunta shakesperiana, obligados a convivir con nosotros mismos, sin escapatoria posible, y a relacionarnos con los demás. Murdoch nos presenta a un grupo de personajes, cada uno con una elección de vida, que se equivocan continuamente: en las valoraciones que hacen de los otros y de ellos mismos, en la importancia y responsabilidad que se atribuyen en el desarrollo de la vida de los demás y las que atribuyen a los demás en la suya, en cómo y hasta qué punto pueden y deben involucrarse en la vida de otros y en cómo y hasta qué punto deben permitir o esperar que se involucren en la suya, en las interpretaciones de los actos ajenos y en las motivaciones propias y, en definitiva, en lo que son y quieren ellos y los que los rodean. En los libros, cuya importancia en nuestras vidas particulares y colectivas se ensalza profusamente en esta novela, podemos encontrar, si no la solución, al menos un satisfactorio paliativo.

En definitiva, la novela me ha gustado mucho y me ha dejado con ganas de más, de mucho más, un deseo que no va a ser fácil de satisfacer. Llama la atención como una autora tan relevante ha tenido y tiene tan poco éxito entre nosotros. Tras la fracasada biblioteca Iris Murdoch en Lumen y algunos intentos descatalogadísimos de Alfaguara o Alianza, hay que agradecer a Impedimenta, un agradecimiento más, su empeño en dar otra oportunidad a esta autora con la publicación en los últimos años de tres de sus novelas. Posiblemente, su clásico estilo narrativo, tan alejado de las tendencias y los experimentalismos de sus contemporáneos, haya sido la causa de este injusto olvido. Por mi parte, haré proselitismo de ella en cuanta ocasión se me presente, como es el caso.

Escrita hace 7 años · 5 puntos con 5 votos · @Guille le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Tharl hace 7 años

Por algún motivo había asociado a Iris Murdoch con esa tradición realista de los talleres de escritura en EEUU que es algo parecido al mal en la tierra de los libros. Para resumir: los Carver después de Carver, que se han hecho con la hegemonía. O, más sencillo: James Wood.

Tras leerte no estoy seguro de que sea así (lo de Murdoch, lo del mal es impepinable) Y no termina de ser bueno para Murdoch, pues si los niños de taller tienen el apoyo de la institución literaria, los enfants terribles y experimentales cuentan con la ventaja de ser los rebeldes. Pero si Murdoch no entra ni en lo uno ni en lo otro… pobre.

Me gustan tus sentidas reseñas

@Guille hace 7 años

Gracias, Tharl.

Pues algo de eso le ha tenido que pasar por estos lares. En todo caso, se me hace raro que no sea mucho más leída... o he leído justo la novela que tenía que leer. Quiero comprobarlo y a no tardar mucho.

@sedacala hace 5 años

Voy por la página 110 y tengo que decir que, tras un comienzo un tanto confuso en el que es difícil identificar a los personajes entre tanto baile y alcohol, me empieza a gustar mucho; es exactamente el estilo de libro que a mí me gusta.

Guille: cuando lo termine decidiré si añado un comentario a tú reseña o escribo yo otra aparte. Pero creo que va a ser de esos libros de los que me apetece escribir.