QUÉ BIEN ME HE QUEDADO por Guille

Portada de EL LIBRO DE BLAM

Qué bien se queda uno tras leer un buen libro. Qué bien se queda uno cuando, además, el libro ha servido para conocer a un autor hasta ese momento desconocido. Qué bien se queda uno, además, al saber que el libro forma parte de toda una pentalogía (aunque hasta el momento solo haya otras dos novelas publicadas). Qué bien se queda uno…y eso que empecé la lectura muy a la defensiva.

Siento hacia el tema del holocausto cierto hartazgo. He leído, he visto y he oído tanto sobre ello que, en principio, se me hace muy cuesta arriba volver una vez más sobre aquel desgraciado episodio. Conozco lo que tuvieron que soportar las víctimas; conozco de lo que fueron capaces sus verdugos. No necesito más testimonios sobre lo terrible que fue aquello.

Sin embargo, hay varios aspectos del drama que me siguen fascinando: la pasividad de las víctimas antes y durante el conflicto, la aquiescencia del resto de la población, y el remordimiento y la vergüenza del superviviente. Afortunadamente, este último es el tema que vertebra esta novela, y los otros dos son también aspectos de gran relevancia. Por supuesto, es inevitable, no faltan episodios terribles del padecimiento del pueblo serbio judío a manos de los alemanes y de los húngaros que aprovecharon el conflicto para ocupar territorios, y de la venganza o justicia posterior, pero excepto en el tramo final de la novela, la narración de los mismos evita todo dramatismo, limitándose a poco más que una enumeración somera de aquellos desmanes que, sin embargo, siguen impresionando por su crueldad. Hechos terribles que se nos dan a conocer en paralelo a la vida cotidiana de la ciudad de entonces -la escuela, los bailes de juventud, el amor- y a la vida cotidiana de la ciudad del ahora –el trabajo, el matrimonio, los antiguos amigos y conocidos, los muchos desaparecidos- desde el que se narra toda la historia.

Y es que la novela sigue un equilibrado desorden de espacios temporales que dan fe de la maraña emocional en la que vive el protagonista, Miroslav Blam, personaje indolente que se mueve entre la memoria de hechos y personas que están siendo barridos por el olvido de una sociedad que se sobrepone a la tragedia, y las fantasías sobre lo que no fue ni será, inútilmente compensadoras tanto del pasado que le obsesiona y por el que se culpa y avergüenza como del presente del que se siente excluido.

El lenguaje, sencillo y ágil, se acomoda perfectamente tanto a la minuciosidad obsesiva de algunas descripciones como a la concisión administrativa con la que son tratados otros episodios; tanto a las escenas de acción como a las reflexiones melancólicas; tanto al registro periodístico de hechos como a la carga sentimental de una cartas de amor y desesperación. El lirismo, que también tiene sus momentos de gloria, es siempre contenido y eficaz; el interés por el devenir de la historia no decae en ningún momento.

En resumidas cuentas, una buena novela de un muy interesante autor al que volveré pronto.

Escrita hace 7 años · 4.7 puntos con 3 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

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