ENTRE LA ENVIDIA Y LA ADMIRACIÓN por Guille

Portada de PARÍS NO SE ACABA NUNCA

Con Vila-Matas se hace necesario establecer un pacto previo cuya clausula principal (y, dada la magnitud de lo que representa, podríamos decir que única) aboca al lector a un juego sin normas en el que todas las fronteras se desdibujan en un aparente caos, en un laberinto de senderos de apariencia inconexa, de principio muchas veces azaroso y de final incierto o inexistente, una red de historias, personajes, anécdotas, reflexiones, citas en las que hay que dejarse ir viendo como se va entretejiendo por sí sola y donde las posibilidades no son ni claras ni concretas, aunque en función de esa infinita permisividad no se elimine tampoco del elenco de posibilidades la simple literalidad, el simple placer de narrar y el simple placer de leer.

Es Vila-Matas un gran abridor de puertas hacia espacios no siempre claros pero siempre sugerentes para ese lector que, como el propio autor, siente que

“Cuando leo algo que entiendo perfectamente, lo abandono desilusionado. No me gustan los relatos con historias comprensibles. Porque entender puede ser una condena. Y no entender, la puerta que se abre.”

Un escritor que consigue su deseo de dirigirse a nosotros “con la mayor claridad y sencillez posible” por muy raro que sea lo que nos diga y, más aun, lo que quiera decirnos. Un autor ambiguo que consigue dirigirse a nosotros, a ti y a mí, aunque leamos lo mismo que ya no será lo mismo. Un autor que nos ofrece un camino tan interesante que nos hace olvidar la ausencia de destino. Un autor diferente al que se lee con la sonrisa puesta, con una envidia que quisiera rebajarle a nuestro nivel (cuesta perdonarle su posición social y económica que le permitió vivir en París a costa de sus padres y tener esos contactos que le permitieron codearse con la intelectualidad de la época) pero, sobre todo, con la envidia de querer alzarnos hasta el suyo, de llegar a conocer como él a todos esos autores que nos da a conocer, de conseguir leer todos esos libros que cita como nadie y que al traerlos a su hilo argumental, si es que se puede hablar de hilo con Vila-Matas y no de red, los trasforma sin desvirtuarlos. Es Vila-Matas un escritor que consigue unir y separar vida y literatura sin dejar de comprometerse con la una y con la otra; un escritor capaz de reírse de sí mismo (este libro es un claro ejemplo), practicante de una desesperación burlesca, de una ligereza solemne, enfermo de un pudoroso exhibicionismo sentimental, exitoso escritor sobre el miedo al fracaso, autor de un solo libro que, alegrémonos, no se acaba nunca. Un autor de una excentricidad clásica que nos seduce y al que es inútil resistirse una vez entras en su mundo, porque

“Nadie va muy lejos cuando conoce la felicidad de volver a entrar en su casa.”

(aunque siempre me intranquilice su mirada ante la posibilidad de tropezar con algo valioso sin darme cuenta)

Escrita hace 8 años · 4.3 puntos con 4 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Tharl hace 8 años

“París no se acaba nunca” es también fruto de la envidia y la admiración, de Hemingway y su “París era una fiesta”. Vila-Matas tuvo el talento y los medios para tratar de revivir las vivencias de su querido maestro. ¿Cómo no sentir envidia?
Un placer leerte, como siempre.

@Guille hace 8 años

Muchas gracias, Tharl.

Por lo visto es también una revisión irónica de esa obra (que desconozco) en la que Marguerite Duras hace de la Gertrude Stein de Hemingway. La novela (o lo que sea) empieza con Vila-Matas no siendo admitido al concurso de dobles de Hemingway por parecido insuficiente.

@Faulkneriano hace 8 años

Buena reseña, Guille. Justas apreciaciones, sin duda.

Me he permitido corregir el género de esta obra: no es una biografía o un libro de memorias, sino una novela, la clase de novela metaliteraria que Vila-Matas siempre practica con exquisito arte.

@Guille hace 8 años

Gracias.

En realidad debería existir un género llamado Vila-Matas, pero en su defecto me parece muy bien el cambio.

@Faulkneriano hace 8 años

¿Recuerdas cómo se llamaba esa calle de París, cerca del hotel donde vivía el narrador, donde parecía haber vivido toda clase de celebridades en años anteriores?

Mi mujer anduvo comprobando todos los personajes que citaba y todos eran reales. Lo que no sepa este hombre... Tiene una curiosa manera de documentarse.