UNA TRAGEDIA por Guille

Portada de EL HOMBRE QUE AMABA A LOS NIÑOS

Señoras y señores, damas y caballeros, desde Tohoga House, Georgetown, ante ustedes va a dar comienzo el estelar combate matrimonial al que estoy seguro asistirán con la mirada entre escandalizada y morbosa.

En el rincón rojo, embutida en su habitual bata vieja, la antigua belleza sureña de Baltimore y heredera de los Collyer, de mirada errante, boca descolorida y aferrada a su inseparable taza de té, procedente de ese “mundo grotesco, repugnante, estentóreo, tosco, inculto y malintencionado, plagado de habladurías, de calumnias y de mugre”, según palabras de su odiado y despreciado esposo, casada casi por obligación y cansada casi por vocación, harta de sí misma, incapaz de tomar las riendas de su vida, siempre a la defensiva, soez, descarnada, desesperada y cruel: Henriettaaaaaaaaaaaaaaa Collyer.

Y, ocupando el rincón azul, el dicharachero y siempre presto a la chanza mortificante y al discurso autocomplaciente y aleccionador, procedente de unos donnadies de Baltimore, narcisista irreductible, amante y salvador de la humanidad siempre que sea expurgada de inadaptados y degenerados, tirano controlador de cada movimiento, de cada pensamiento de todos aquellos que le rodean y tienen el privilegio y la obligación de asistirle en su santa misión, puritano intransigente, el Gran-Yo-Soy, como es llamado por su esclava esposa: Samueeeeeeeeeeeeeeeeeel Pollit.

Pero que esta presentación no os confunda: no es una comedia, es una puta tragedia, una de esas tragedias donde se odia al padre, se odia al marido, se odia a la mujer, se odia y se ama a los hijos y, finalmente, se odia y se ama a la humanidad entera empezando por uno mismo.
Una tragedia en la que hay un tercer personaje colectivo, un público interesado e ignorante, armas arrojadizas entre los contendientes, víctimas inocentes de ambos: los siete hijos del matrimonio. Hijos hipnotizados por las personalidades de sus dos progenitores, abducidos y rendidos al misterio de su huraña y solitaria madre, y enredados en la maraña de bromas y juegos de palabras de su padre, el cual no pierde ocasión para provocar en ellos un sentimiento de lástima por sus muchos padecimientos causados por su desmadejada esposa y por todo el mundo mundial.

Y es también una tragedia porque podría haber sido una gran obra (no sé si la obra maestra de la que algunos hablan) si se hubiera hecho una buena labor editorial eliminando las muchas partes repetitivas y las claramente prescindibles.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 3 votos · @Guille le ha puesto un 6 ·

Comentarios

@_567_ hace 9 años

Breve y contundente reseña, Guille, fulminante como un gancho de izquierdas capaz de noquear a cualquier lector desprevenido ante lo que pueda encontrarse aquí.

Coincido contigo en esa especie de magnitud trágica que le otorgas a la novela, empezando por el Round 1 (ese insoportable Sam Pollit, uno de los personajes literarios más odiosos con los que me he topado jamás… ¿recuerdas esa forma suya tan particular de hablar en plan ‘gangoso’ impostado? pues consiguió sacarme de quicio, tiene además ese otro defecto que no soporto en la gente y que es el de ir de graciosillo sin tener ni puta gracia el chiste de su vida) y acabando en el Round 7 con tooooooda esa broza inflamable capaz de quemar todo el grueso de la novela (la troupe de churumbeles… aunque indulto a Louie, la niña preferida de Sam, porque quizás sea el personaje más potente de la novela, y es que tantos críos –gemelos incluidos si no recuerdo mal- me hicieron demasiado confuso el ritmo de la narración); a Henny déjala estar también aunque bastante tiene la pobre con tener que soportar lo que le tocó vivir por coneja ¡oye, sí, por coneja!, aunque hay que decir que Louie es su hijastra y ya la traía Sam en el pack, de ahí que la relación odio-odio entre las dos sea de lo mejorcito de la novela en mi opinión; resumiendo, que yo este libro la recomendaría a ‘hombretones’ con instinto paternal que el maternal ya es una cosa como más común y aquí lo dejo…

Eso sí, a su favor destacaría que habiendo sido escrita en 1940 su lectura se hace rabiosamente moderna (relaciones padres e hijos pero también esa cosa tan común hoy que son los matrimonios de conveniencia que no de convivencia) e incluso terrorífica por momentos aunque enmascarada bajo una capa de manual de enseñanza y buenas costumbres que puede resultar estridente en ocasiones –La culpa fue del Sa-Sa-Sam-. En su contra diremos que me parece bastante pesada en su tramo central (a partir de la marcha de Sam por… asuntos laborales) aunque hacia el final vuelva a medio retomar el vuelo. Un clásico en Australia, ya ves…

@Guille hace 9 años

En el prólogo al libro se dice que Jonathan Franzen había dicho en su reseña al libro que Sam era "el narcisista más divertido de toda la literatura”. Tras terminar de leerlo, busqué la reseña de Franzen para comprobar de primera mano tal afirmación. No sé si “hilarious” tiene algún matiz de patetismo que explique tal frase, porque Sam es muchas cosas, pero divertido no. Por cierto, la autora se inspiró en su padre para crear al personaje, de tal forma que Louie sería ella misma.

A mí me gustó como está llevado todo lo relacionado con los críos. Sin poder comparar, los niños viven la conducta de los padres y la relación que con ellos mantienen de una forma absolutamente normal (fíjate que incluso no sienten el más mínimo pudor de invitar a casa a su idolatrada maestra) hasta que inician la adolescencia y empiezan a despertar del sueño-juego en el que les ha mantenido el padre.

Henny me pareció tan culpable de la situación como su marido. La diferencia entre ellos, que permite que nos lleguemos a compadecer de su situación, es que Henny se odia a sí misma.

Como digo en la reseña, creo que podría haber sido una gran obra si se hubiera expurgado convenientemente, sobre todo, efectivamente, en esa parte central que dices. Y también hay que decir que para su época, la escritora demostró una gran valentía a la hora de retrata a una familia como esta, a un matrimonio como este y a unas relaciones paterno filiales como estas.