EL CRIMEN DEL MATRIMONIO por FAUSTO

Portada de LA SONATA A KREUTZER

Cada uno tiene sus propios motivos para elegir una determinada lectura, desde los habituales y comunes a todos: entretenimiento, curiosidad, placer o aprendizaje, hasta los más personales que dependen del sujeto y objeto, o sea el lector y el libro. Entre estos últimos habrá una infinitud de razones atendiendo a cada persona y una concreta obra, las mías eran claras: deseo de volver a disfrutar con la prosa del autor en una novela corta (formato que me encanta y de excelentes resultados con su magnífica “La muerte de Ivan Ilich”); su crítica social y conocer su pensamiento sobre los “espinosos” temas que conlleva el dualismo amor-sexo; y como guinda final, y no menos tentadora, constatar entre las líneas del argumento la tormentosa relación entre Tolstoi y su esposa Sofía (esta pequeña narración es todo un alegato vengativo contra el matrimonio). No he salido defraudado en ninguna de las dos categorías de las motivaciones lectoras, es más, ha sido una experiencia más que memorable por partida doble.

Antes de analizar o detallar las características literarias de esta impecable “novelita”, me gustaría señalar ciertos aspectos secundarios pero reveladores. Primeramente llama la atención la elección y la causa que da pie al título, que como mínimo resulta curioso y, hasta cierto punto, paradójico. Beethoven compuso “La sonata a Kreutzer”, la nº9, pero el narrador no escoge esta pieza por su belleza y la naturaleza enaltecedora que posee toda música, sino como catalizador de irritación y rabia que siente el protagonista. Circunstancia que hace inevitable el recuerdo de Alex, el inefable personaje de “La naranja mecánica” y su anómala simbiosis con la música. Esta irritación es uno de los leimotiv que sustentan el armazón narrativo.
Otra circunstancia, subjetiva y personal, es el espacio-tiempo donde se narra la historia: en un tren (lugar determinante en la vida del novelista: sus últimos días los pasó moribundo en una estación, y la trágica visión de una muerte en las vías del tren fue el origen de “Ana Karenina”) y en el transcurso de una noche hasta las primeras luces del amanecer. Ambos elementos aportan cierta magia y crean un ambiente inquietante y misterioso.
Por último, y crucial para el argumento, es la idiosincrasia del resentido protagonista, el consejero Pozdnysehev (magnifico retrato psicológico), un asesino confeso y más que posible trasunto ideológico y vital del mismísimo Tolstoi.

Ante todo, “La sonata a Kreutzer”, es un libro amargo, duro y crítico que, al hilo de la realidad cínica descrita, van brotando polifónicamente temas existenciales, morales, sociales, espirituales, etc. Una letanía de punzantes tesis que se manifiestan al profundizar en el sacro sentimiento del Amor y su “inherente, natural y consabido” fin: el matrimonio.
El discurso-confesión del criminal va más allá del componente purgativo, es una catarsis que desnuda su alma y el análisis trasciende hacia la esencia del ser humano dentro de la farsante sociedad donde se desenvuelve. En este dolido testimonio, el uxoricida da un pormenorizado repaso desde su juventud hasta el aciago crimen; una revisión reflexiva que señala los artífices reales que posibilitan y fomentan los hábitos que convergen ante tal horrenda muerte.
El exhaustivo estudio comienza desmitificando ese sentimiento tan idolatrado, venerable y feliz que llamamos Amor. El denominado amor ideal y sublime sólo está amparado por la literatura, una falsedad que tiene arraigo en nuestra mentalidad más joven. Luego las relaciones que suscitan dicho afecto, acompañado de la pasión, siguen el mismo camino falaz. Pozdnysehev describe sin ambages estos amoríos basados en la hipocresía de la relación de pareja animados por las costumbres sociales realmente pútridas. El análisis aporta multitud de materias afines: sexo, placer, prostitución, vicio, humillación, la desigualdad de la mujer, ambición, matrimonio, felicidad, educación de los hijos, rutina, celos, odio, muerte.
Si bien estos variados asuntos están comprendidos en una mentalidad y época decimonónica, no dejan de ser problemas coetáneos y, por tanto, eternos. Las ideas y dudas planteadas están en vigor, la mayoría de los pensamientos (estando de acuerdo o en disconformidad) harán al lector ejercitarse en la reflexión de nuestra “civilización” y tomar en consideración ciertos aspectos con ese determinado punto de vista.

Tolstoi ha compuesto una breve “partitura”, en armoniosos acordes, que se puede tildar como relato filosófico-moral en clave obscura y, a veces, áspera. De un inicio vulgar y corriente, el ritmo ha ido “in crescendo” llegando a tonalidades de carácter “fortissimo”.
El artista ruso es universalmente reconocido por sus voluminosas y ambiciosas (en estructura, temática y personajes) obras; no obstante, en las distancias cortas con un menor número de páginas, protagonistas y contenido sabe sacar perfectamente todo el jugo a su ingenio y agudeza. Se necesita gran talento para crear fastuosas y magnas sinfonías como para componer una humilde pero preciosa sonata. El melómano instruido y cultivado está capacitado para apreciar y gozar de ambas configuraciones, al igual que el lector avezado debe lograr estimar la calidad literaria en todo escrito extenso y complejo como del conciso y aparentemente sencillo.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 4 votos · @FAUSTO le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Guille hace 9 años

Gracias, Fausto, me la apunto con asterisco de importancia.

@FAUSTO hace 9 años

De nada Guille, gracias a ti por tu interés. Espero que te guste tanto como a mí, y si no es así será difícil que este relato te deje indiferente debido a la temática y el estilo tan desesperanzado que lo caracteriza.

@Guille hace 9 años

Estoy seguro de que así será, pero antes tengo que borrar de mi vergonzosa lista de pendientes esa otra obra que también citas en tu reseña “La muerte de Ivan Ilich”.

@Faulkneriano hace 9 años

Fausto, tienes toda la razón del mundo en decir que es un libro amargo y una dura diatriba contra el matrimonio. Posiblemente tengas también razón en lo demás, pero este librito es lo que menos aprecio de Tolstoi. Creo que ya lo he dicho alguna vez: es una obra que me resulta profundamente desagradable, escrita por un hombre vengativo y obcecado por sus tribulaciones.

@FAUSTO hace 9 años

Buena elección, Guille. Dentro de mis lecturas de Tolstoi, y junto con la excelente “Ana Karenina”, está entre las obras cumbre de este genio.

No hay duda de su amargura, Faulkneriano, y, como dices, se hace a veces “desagradable”, aunque afortunadamente para mí pude apreciar la obra. Me recordó (estuve tentado de referir esta impresión en la reseña) a otro magnifico librito: “El túnel” de Sábato. Igualmente que “La sonata de Kreutzer” es una obra oscura, pesimista e irritante al leer, con temas afines (relación de pareja, celos, asesinato) y un personaje atormentado, obsesivo y difícil de justificar, sin embargo, en este sentido, Castel supera con creces a Pozdnysehev.