IRREGULAR por Guille

Portada de QUE EL VASTO MUNDO SIGA GIRANDO

Unas cuantas historias que se van entrecruzando (a partir de la tercera de esas historias) acerca de una serie de personas que rondan al equilibrista francés que está caminado sobre un cable tendido entre las dos torres gemelas del World Trade Centre.

No es mal libro, aunque me ha parecido un tanto irregular. Hay capítulos que realmente me han gustado mucho, otros me parece que podrían haber estado mejor e incluso alguno está de más. Y no es que las vidas de estas personas no sean interesantes, es simplemente que en muchas de ellas no he podido sentir nada. Y eso es algo que me preocupa porque todas las críticas ponían unánimemente el acento en su carga emotiva. Pues mira, a mí, frío.

Por destacar dos historias de las que me gustaron, resalto la de Tillie (mi preferida) y la de unos "artistas" vanguardistas que cometen un accidente de tráfico y se dan a la fuga.

Esta última creo que es emblemática de uno de los grandes temas que saqué del libro: el contraste entre la banalidad de algunas acciones y la tremenda y dura realidad de otras. En ella, una pareja que se tienen por grandes artistas y que tienen la obligación de actuar como tales -mucha droga, mucha liberalidad, muchas excentricidades-, tienen un accidente mortal y se dan a la fuga. A ella, el choque con la realidad, nunca mejor dicho, que le supone el accidente le afecta sobremanera. Él, más preocupado por el estado de unos cuadros que se quedan a la intemperie y que la lluvia ha estropeado, se repone rápidamente gracias a una gran idea: la reinterpretación de los cuadros modificados por la lluvia, remarcando que serían los primeros en hacer algo así, que serían supermegaoriginales… lo que me da pie para expresar mi rechazo a ese concepto de la originalidad en el arte, algo que me supera, sobre todo cuando este concepto de la originalidad, de ser el primero en hacer ese algo, es lo único que se puede resaltar de él.

Esto siempre me recuerda la parodia que Trueba hace de este concepto es su oscarizada película de Belle epoque: en una escena, Fernando Fernán Gómez enseña su obra cumbre y última a su invitado, Jorge Sanz, un cuadro totalmente en blanco, que, como él mismo dice, se basa en el respeto al lienzo (su mujer que es muy burra opina que lo que pasa es que es muy vago, pero claro es que es muy burra esta mujer). El personaje que interpreta Fernán Gómez está quejoso de que ya se lo hubiera copiado un ruso, un tal Malevich, y, orgulloso, indica a su invitado que se fije en la fecha en la que él pintó el cuadro y que figura al lado de su firma en la parte inferior del cuadro: él la “pintó” un año antes que el ruso.

Pero nada, lo importante es que el vasto mundo siga girando, no? Bueno, eso y tener salud.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 1 voto · @Guille le ha puesto un 7 ·

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