EL IDIOLIO CONTINÚA por Guille

Portada de EL GATO

En la reseña que hice de otra de sus obras –La nieve estaba sucia, fantástica novela que me gustó algo más que esta de ahora- expresaba mi duda acerca de si una de sus cualidades más notables era algo propio de aquella novela o, como sospechaba, una de esas características definitorias de la obra de Simenon. Ya no hay duda, lo primero que llama la atención en sus novelas es precisamente esa aparente facilidad con la que desde las primeras palabras consigue crear atmósferas sórdidas, un aire que nos incomoda, que desde el primer momento nos predisponen a la alarma y al desasosiego. Frases como esta son un ejemplo:

“Para quienes no la conocían, expresaba dulzura, melancolía y resignación.”

Esta frase también encierra uno de los temas del libro: la crueldad, de andar por casa en este caso, que puede surgir en cualquiera de nosotros, en esa persona de la que menos te lo esperas, solo hay que encontrar el botoncito que la pone en marcha… y la persona capaz de pulsarlo.

Dos ancianos se unen como remedio a sus soledades para entrar en un mundo de mezquindades, odios y venganzas. La chispa pudo ser un malentendido, una sospecha sin base que la sostuviera, no es algo relevante. Lo importante es que surgió, que uno de ellos sintió que una línea roja fue traspasada; algo que para muchos pudiera ser disculpable o comprensible resultó ser determinante, cambiando por completo lo que pensaba, lo que sentía por la otra persona. A partir de aquí todo se desborda; cualquier incidente que antes era disculpado, perdonado o pasado consciente o inconscientemente por alto toma ahora un aspecto mucho más dramático y fatal para la relación, haciéndola imposible… o no.

Este párrafo, perteneciente a uno de esos magníficos relatos de Alice Munro del libro cuya lectura he simultaneado con este (una de esas pequeñas casualidades que da la vida), explica perfectamente el giro que da la historia.

“Acaso la vida que estaba iniciando no le ofreciera a nadie con quien enfadarse, o a quien deber algo, o que fuera premiado, castigado o francamente afectado por lo que ella pudiera hacerle. Acaso sus sentimientos no tuvieran importancia para nadie que no fuera ella misma, y sin embargo se removerían por dentro, oprimirían su corazón y la dejarían sin aliento.”

Pero, como dije al principio, este libro me ha gustado algo menos de lo que esperaba. El primer capítulo, y el segundo si se me apura, es genial, llegando a cotas muy altas que los capítulos posteriores no llegan a alcanzar y a las que solo se vuelve en el capítulo final… bueno, no en el final porque el último es, en mi opinión, totalmente prescindible.

En cualquier caso, en mi reciente idilio con Simenon no se registran daños de consideración.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 1 voto · @Guille le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 9 años

Que siga muchos años (el idilio)

Mis dos últimas lecturas especialmente gozosas de Simenon: En casa de los Krull, El alcalde de Furnes. Aunque hay donde elegir....

@Guille hace 9 años

Creo que tiene toda la pinta de durar. Tengo una lista de títulos (tomados de los publicados en los tomos de Pléiade) para adquirir en cuanto los publique acantilado.

En casa de los Krull fue mi primer Simenon. El alcalde de Furnes está en la lista.

(Por favor, hay por ahí algún alma piadosa que pueda quitar esa O que se ha colado en el título de la reseña?)

@Faulkneriano hace 9 años

Vaya visión devastadora de la vejez. Como para no mirar con recelo los avances del calendario...

Sorprende la franqueza sexual de algunas escenas, todavía más chocantes en un protagonista anciano. Simenon no era precisamente timorato. Y, desde luego, podía ser muy, muy cruel.

@Guille hace 9 años

Pues ahora que lo dices, sí que debería haberme sorprendido esa franqueza sexual que comentas, pero, como creo que ya he dicho en algún otro momento (o algunos), me acerco a las lecturas como olvidándome del momento en el que fueron escritas.

Lo que no sé es si coincido contigo en ver en la historia un retrato de la vejez. Me parece que el miedo a la soledad y el propio hecho de que el tiempo para la convivencia sea mayor en la vejez es un terreno más propicio para lo que nos quería contar Simenon, pero pienso que no era imprescindible que los protagonistas fueran personas mayores. No sé, la verdad, ahora me haces dudar.

@sedacala hace 9 años

Este libro lo leí hace poco siguiendo la recomendación que Guille da en esta reseña y como veréis le puse un seis, más, como una manera de reconocer sus maneras de narrador eficiente, que porque me hubiese gustado siquiera un poco. No, no me gustó prácticamente nada, la historia es trivial y vacua y se podría encuadrar en aquellos temas de la vida cotidiana que no me atraen nada. Claro, es verdad lo que decís, el ambiente sórdido, deprimente y negativo, está bien creado, la personalidad de ambos (ella y él) está muy bien definida, la relación de él con su amiga tiene un punto de curiosidad morbosa, el mundo interior de él en su insatisfactoria vida de jubilado lúbrico que se pasea por el extrarradio de la gran urbe, también produce curiosidad. Por tanto, lo que decía más arriba del carácter de la historia es relativo, me parece trivial en el sentido de que maneja unas vidas sin relieve digno de mención y me parece vacuo, no por vacío de contenido que lo tiene, sino por falto de los atractivos que le llegan a un lector como yo; claro que esto ya es algo muy personal, pero bueno, no por ello dejo de comentarlo. O sea, resumiendo, que en su conjunto es el tipo de asunto que no me gusta leer y, en consecuencia, le puse un seis como una especie de compromiso por haberse dejado leer tan bien para lo poco que me atraía el tema.

También he de reconocer que me sorprendió la total ausencia de trama policiaca, yo creía con toda mi ignorante buena fe, que Símenon sólo se había dedicado a la novela de crímenes y detectives.

@Faulkneriano hace 9 años

Simenon tiene muchas novelas que no son de género, algunas magníficas. Hay quien se entretiene en ponderar cuáles son mejores, las policiales o las otras. Es una tarea inútil, en mi humilde opinión. El gato no es de las mejores, pero, amigo, su eficacia narrativa es, como siempre superlativa, y la densidad de la tiniebla, considerable.

Yo creo, Guille, que es una novela sobre la mala vejez, la que conduce al egoísmo más atroz y a las manías cada vez más exageradas, la que conlleva el enfriamiento total no sólo de la pasión sino de la empatía.

@Guille hace 9 años

Puede que tengas razón, Faulkneriano, pero pienso que se puede hacer una interpretación más general; vamos, que no hace falta llegar a viejo para llegar a comprender comportamientos de ese tipo. Pero bueno, es algo secundario, creo yo.

A mí me pasaba exactamente lo mismo que a ti, sedacala: siempre había pensado que Simenon era un escritor de novela policiaca exclusivamente. Me alegro de haber descubierto lo equivocado que estaba.

sedacala, creo que tú y yo habitamos universos muy lejanos en cuanto a gustos literarios se refiere. Me parece recordar que ya te leí algo parecido comentando Stoner. Esa vida cotidiana que a ti no te atrae es mi terreno favorito. Prefiero con mucho las historias que hablan de gente corriente y que nos dicen algo relevante de cómo somos todos que la de seres extraordinarios que no me llego a creer. Quizás esto explique también nuestra disparidad de opiniones respecto a Los miserables.

Por ello es que no considero trivial la historia que aquí se cuenta, ni me parecen personajes sin relieve y faltos de atractivo, todo lo contrario.

Pero bueno, lo importante es tener salud… eso tan socorrido que se dice el día 22, que está al caer. Suerte a todos.

@sedacala hace 9 años

Guille, puede que sea cierto lo de que habitamos en universos literarios de gustos muy alejados, pero sin embargo, fíjate que curioso, nuestro grado de afinidad según SdL es, en mi caso, el más alto de todos los que he visto: 7.94, muy alejado, por ejemplo, del 7.08 que tengo con Faulkneriano. No es que yo a eso le de ninguna importancia, porque creo que los cálculos aritméticos, en esta materia, no conducen a arrojar luz sobre este tipo de asuntos pero, aun así, el dato es significativo.

No voy a negar lo de mi escasa afición por leer hechos referidos a circunstancias vulgares o cotidianas de personas insignificantes, sobre todo porque he sido yo mismo el que ha enunciado esa afirmación y no lo digo precisamente con orgullo, sino como una simple constatación de mis limitaciones como lector. De manera que al ponerme a leer El gato, enseguida comprendí que no me estaba enfrentando a un asunto “de los que a mí me gustan” por así decir. Pero no por eso iba a cerrar el libro y a buscar otro; una vez dentro apechugo con el tema, lo asumo y trato de sacarle partido.

De todas formas, hay menos distancia, entre tú forma y la mía de sacarle partido a la literatura, de lo que expresas en tus líneas de forma, un tanto, tajante. Fíjate en que yo, según dije más arriba, una vez superado el efecto causado por la desilusión de comprobar que lo que leía no era santo de mi devoción, también reparé en los temas que el libro tenía de interés y, hasta cierto punto, conseguí que me gustaran. Ahora bien creo que las composiciones mentales que se hace este hombre maduro con problemas de convivencia con su mujer, es banal, esto es algo que me parece innegable y yo admiro esa capacidad (yo no la tengo) que dices tener para sacar petróleo de situaciones tan elementales. Sin embargo no es, como indicas en tu comentario, que yo necesite leer sobre personajes extraordinarios, en absoluto, me vale cualquiera, pero me gustan más si les pasan cosas que se salen del problema tonto de su cotidianeidad y les llevan a situaciones en las que la excepcionalidad produce situaciones complejas, o difíciles, o estresantes, o sencillamente emotivas, y no creo que tú puedas renunciar a eso, a pesar de que no te gustase Los Miserables.

¿Ejemplos? De tus listas he extraído varios en los que hemos coincidido, personajes como Eliza y Eveline Bunner, Gabriela, Nacib, Dorotea Brooke, Lydgate, Azarías y Paco el bajo, son ejemplos claros de personas que no ostentan ningún puesto importante en las sociedades en las que viven, son gente corriente y sin embargo tienen fuerza, sus vidas son complejas, tienen que luchar para salir adelante y les cuesta hacerlo, todo lo cual nos conmueve. Y son personajes vulgares, unas comerciantes con tienda en Nueva York, una cocinera, el dueño de un bar, una señorita de buena familia, un médico de pueblo, un tonto y un pobre hombre. Pues no importa, sus papeles son formidables. Los protagonistas de El gato, no están a ese nivel. Y esos personajes que he descrito, a mí me encantaron, pero a ti también, por eso decía que no creas que nuestros universos literarios están tan alejados, algo sí, pero no demasiado. Las diferencias no atañen tanto a la esencia del disfrute de la obra, sino sólo a algunas características que nos llevan más en una dirección que en otra. Además, ¿dónde no hay diferencias de apreciación entre los lectores de libros? las discrepancias en las valoraciones pueden ser brutales, también lo he apreciado comparando tus listas con las mías, pero a pesar de todo creo que nuestras diferencias son menores que las que tengo con otros usuarios; no en vano, eres de los pocos que han puesto notas bajas en muchos libros “intocables” para la mayoría, como yo también lo he hecho. Y cuando dije lo que dije en los comentarios sobre la reseña de Stoner, fue por aportar matices, ¡pero le puse un 8! Lo que quiere decir que tu recomendación me fue bien a pesar de lo de los universos divergentes…

En fin, como ves, soy capaz de enrollarme mucho. Un saludo y suerte también de mi parte.

@Guille hace 9 años

Desconozco el algoritmo que produce esos números (de hecho mi afinidad contigo es algo menor que la que tú tienes conmigo), pero sigo sosteniendo que nuestros universos literarios corren en general bastante alejados, aunque sus órbitas, en su ambular por esos mundos que tampoco son tan extensos, se acerquen alguna que otra vez. Yo también he realizado la comparación de nuestras bibliotecas y las muchas diferencias que existen son verdaderamente significativas. Lo cual no es –ni haría falta decirlo- ni bueno ni malo, ni dice nada de esos universos mas allá de que son diferentes.

No voy a discutir lo que yo veo donde tú no ves nada y viceversa, creo que es una polémica inútil. Cómo tú, me vanaglorio de lo que alcanzo a atisbar y me lamento de lo que no, e intento ceder las menos veces posibles a la tentadora postura de que las uvas están verdes.

Por último, me uno a tu canto por la diversidad de opiniones. Un saludo.