UNOS MUCHO, OTROS TAN POCO por Guille

Portada de PÁJAROS DE AMÉRICA

No había leído nada de esta autora y un día me encontré con un comentario que me llevó a otro, que me llevó a otro… hasta que decidí leer este libro que parecía ser el súmmum de la maestría de la autora. Y lo cierto es que esta mujer escribe pero que muy bien y lo hace además de forma inteligente, muy inteligente, quizás demasiado inteligente, de tal modo que su exhibición al escribir casi llega a hacérseme pornográfica.

Me encuentro frases como esta:

"… una aflicción en sus ojos, algo triste y perdido que a veces le apuñala: el temor a una vida gastada en vano, o la incertidumbre sobre dónde dejó las llaves."

Paro y reflexiono. Llego a sentirme idiota con frases como esta. ¿La habré entendido? ¿Sí? ¿No? ¿Dice algo fundamental del relato, es simplemente producto de un capricho ocurrente del momento o un eh, tú, despierta y pon más atención a lo que estás leyendo, hostias, que me costó mucho escribirlo? Por cosas así no llegaba a decidirme entre el odio y el amor por esta escritora.

Había otra opción, naturalmente; que la estúpida fuera ella y que en realidad no hubiera nada en sus relatos... pero no seré yo el que de la voz de alarma acerca de la desnudez de la reina. Más que nada porque quedaría igualmente como un idiota, ya que los relatos que me han gustado, que los hay, me han gustado mucho.

De los otros, de los que no lo hicieron, creo que al final acabé por descubrir donde radicaba el problema, lo que, no obstante, no solucionó mi desencuentro con la escritora. El quid de la cuestión era que yo buscaba un tema, la columna vertebral de cada cuento; centraba demasiado mi visión en la anécdota que contaba, cuando la verdad es que termino con la impresión de que el suceso narrado no es sino un pretexto para las lucubraciones, los comentarios, los chascarrillos, sus sentencias y frases lapidarias, y, como no, para mostrar su incuestionable valía como escritora, su personalísimo estilo, que no discuto lo más mínimo. Sin embargo, como corolario de esa primera impresión tengo que decir que toda esa artillería que despliega Moore en algunos de los cuentos parece estar únicamente al servicio de ese chascarrillo, de ese comentario ingenioso, de esa observación punzante. Cada frase tenía que ser brillante para poder pertenecer al libro, cada diálogo ocurrente. Todo ello no hace otra cosa que transmitir una cierta sensación de artificio, de juego, de un placer que empieza y acaba con la lectura, lo que tampoco es que esté mal per se, pero acaba sabiendo a poco.

Sobre los relatos, lo que puedo decir ya lo explica perfectamente la contraportada del libro: versan sobre personajes que no se reconocen en el punto de su vida en el que se encuentran; que no saben ni cómo ni cuándo se desviaron de su trayectoria ni en qué momento se hizo imposible volver a ella. Personajes que hicieron lo peor que podían haber hecho o lo único que en el fondo eran capaces de hacer o simplemente la vida les pasó por encima o fueron los demás los que se fueron alejando y les dejaron solos. Gente como tú o como yo, que se aburre, se siente sola o se desespera.

Me gustaron...

Dispuesta. Una actriz de mediana edad quiere huir de la imagen de sex simbol en la que se ha convertido y lo deja todo para acabar sometiéndose a un hombre vulgar.

"Había momentos en que la falta de vitalidad era total, y entonces contemplaba su vida y se preguntaba: ¿Qué he hecho? O todavía peor, cuando se sentía cansada y no podía acabar la frase: ¿Qué?"

Danza en Estados Unidos. El más triste de todos los cuentos, en el que un padre y una madre asisten impasibles a la grave enfermedad de su hijo causado por la improbable existencia en ambos del gen que la provoca. Una vieja amiga de la familia, en esa fase en la que observa la inanidad de su vida de bailarina, descubre con ellos la verdad de todo aquello que ahora enseña a sus alumnos acerca de la danza, y alguna otra cosita...

"lo que hay que recordar de las historias de amor (...) es que son como tener mapaches en la chimenea (...) un día tratamos de ahuyentarlos con humo. Encendimos un fuego, aunque sabíamos que estaban ahí, porque esperábamos que el humo los hiciera salir disparados hacia arriba y que no volvieran nunca más. En cambio, se incendiaron y cayeron estrellándose en la sala, todos chamuscados y en llamas corriendo desesperados por aquí, hasta que murieron."

Charadas. Desde la perspectiva de una de las hijas, asistimos a una fiesta familiar con juego de películas incluido (no exactamente de películas, pero sí el mismo juego) a la que todos vinieron con sus parejas y con la esperanza de encontrar el nexo que en algún momento se perdió o que quizás nunca existió.

"De joven fue una madre frustrada y mezquina, y se alegra cuando sus hijos se comportan como si no se acordaran".

Junto a esa inteligencia que mencionaba al principio, el otro aspecto sobresaliente del libro es su tono humorístico. Hay mucho humor en casi todos los relatos, humor inteligente, por supuesto. Uno de los cuentos especialmente humorístico es

La agencia inmobiliaria. Prácticamente en su inicio hay página y media llena de ¡ja!s, sí ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¡ja!... y así página y media. Una ama de casa que sabe de todas y cada una de las veces que su adinerado marido la ha engañado (“con sus comienzos dulces y apremiantes, y un final agradecido de manos cogidas, lo peor del matrimonio estaba en el centro: era siempre un lío, una ruina, un campo intransitable”) y que acaba de superar un cáncer (“el oncólogo de Chicago le había dado un cincuenta por ciento de posibilidades... ¡qué mezquindad no mentir y decirle que las posibilidades eran de sesenta contra cuarenta!”) decide que el cambio que su vida necesita no es una aventura como le aconseja su amiga Carla (“Las aventuras son para los jóvenes, es como tomar drogas o saltar de precipicios. ¿Por qué querrías saltar de un precipicio? Oh, dijo Carla. Es obvio que no has visto algunos de los precipicios que he visto yo.”) es mudarse de casa... los dos (“cada casa es una tumba... Lo cual hace que mudarse de casa sea una resurrección.”) La casa tiene muchos problemas y prácticamente al final del relato son asaltados mientras dormían. La mujer es quién mata al asaltante, cuyo sello es hacer cantar a sus víctimas: “Dios santo, dijo su marido. Supongo que esto es lo que siempre has deseado: un hombre muerto en el suelo del dormitorio.”

Y, por último, el relato más famoso del libro … y con razón,

Gente así es la única que hay por aquí: farfullar canónico en oncología pediátrica. Un andar en la cuerda floja, un caminar por el filo de la navaja, un tour de force... ya no me sé más expresiones de estas. Un relato intenso, doloroso, que en manos de un cualquiera podría haber supuesto un fracaso estrepitoso. Una madre descubre sangre en el pañal de su bebé. El diagnóstico: cáncer; el tratamiento: operación y quimioterapia. Soberbio, no digo más.

“Todo el mundo nos admira por nuestra valentía, no tienen idea de lo que están diciendo. La valentía requiere opciones.”

“Cuando un bebé tiene cáncer, incluso parece hasta estúpido haber dejado de fumar. Cuando un bebé tiene cáncer, piensas, ¿de quién nos estamos burlando? Pongámonos todos a encender cigarrillos. Cuando un bebé tiene cáncer, piensas, ¿a quién se le habrá ocurrido la idea? ¿Qué desenfreno celestial dio lugar a esto? Ponme una copa para que me pueda negar a brindar.”

Así que, de los doce relatos, hay cinco que me han gustado; dos, o tres si se me apura, muchísimo. Haciendo la media, y siendo pelín generoso, le doy 7 sobre 10.

¿Y los pájaros? Pues alguno hay en cada uno de los relatos, quizás sea esa la simple y única razón del título, porque el caso es que su papel no es nunca relevante; o que la desorientación que sufren sus personajes en algún momento le recordó a Moore aquella paloma del poema de Alberti.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 2 votos · @Guille le ha puesto un 7 ·

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