UNA ALEGRÍA PARA EL CUERPO Y LA MENTE por Guille

Portada de CUERPO

Lo primero es lo primero: me encanta Crews. Cuerpo me ha gustado tanto o más que El cantante de Góspel; dos narraciones bien distintas, pero con la inconfundible impronta de Crews.

Otra vez aquí nos encontramos con un buen grupo de frikis y tampoco falta ese personaje inquietante, capaz de ponerte mal cuerpo (Cabeza Clavo, espectacular, propio del David Lynch de Corazón salvaje). Hay sexo, hay violencia, pero, junto a ello, también encontramos ternura y delicadeza (la escena en la bañera de Billy Murciélago y Earline, fantástica) y, sobre todo, hay mucho humor, y esa es la principal diferencia con aquel otro libro. Es imposible no sonreír y hasta reírse abiertamente con esas absurdas, ridículas y hasta disparatadas escenas que generan el choque cultural que sufre una familia de palurdos (eso que llaman white trash o basura blanca) al asistir a una competición de culturismo donde participa una de la hijas (en ocasiones la risa es nerviosa y hasta agradecida por la suerte de asistir a la escena únicamente como lector).

Pero ojo, en ese choque cultural, donde sería fácil caer en el histrionismo, Crew sabe tratar a sus personajes con un enorme respeto. Esta familia del sur americano más profundo, orgullosa de su barbarie, que desecha todo lo que supone un cambio respecto a lo conocido o respecto de aquello que se ha hecho todalavidadedios y que desprecia a toda persona extranjera o extraña (de una extrañeza diferente a la de ellos, se entiende), sin aspiraciones más allá de mantener las tradiciones y el núcleo familiar como el centro de la vida, para la que buena parte del ocio masculino consiste en beber hasta caer rendidos y del ocio femenino en intentar que eso no se produzca y cuidarlos cuando se termina produciendo, este grupo familiar mantiene su dignidad como buenamente saben ante ese mundo competitivo, ambicioso, amante del poder, en el que el dinero es el centro y la clave del éxito o del fracaso. Como en todo choque que se precie alguien debe salir dañado, y quien mejor que aquel que lo apuesta todo, que aquel que se ha atrevido a cruzar la línea y quemar sus naves y para el que el regreso a lo que era es ya del todo imposible.

Estoy seguro de que ha sido grande el esfuerzo realizado por los traductores para adaptar el habla de estos sureños y, sin poder comparar, no me quejo del resultado, pero estoy convencido de que es imposible que no se haya perdido nada por el camino.

Escrita hace 10 años · 4 puntos con 1 voto · @Guille le ha puesto un 8 ·

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