UN TEMA TABÚ, EXAMINADO POR EL ARTE DE TODOS LOS TIEMPOS por EKELEDUDU

Portada de EL ARTE DEL SUICIDIO

De cuantos actos pueda cometer un hombre, sin duda uno de los más desconcertantes, fascinantes y aterradores a la vez es el suicidio. Esto es así porque dicho acto trasgrede el más básico de los instintos de la especie humana, el de supervivencia. Hoy se ha convertido en un lugar común la idea simplista de que es de cobardes suicidarse. Esto es una tontería tan obvia, que apenas si parece necesario refutarla: en principio, si alguien atenta contra su propia vida, tiene que haber pasado un largo tiempo previo reuniendo coraje para ello, porque el temor a la muerte es nato en el hombre, y la muerte hace pensar en la nada, en la no existencia; idea que espanta, como lo prueba el hecho de que la persona que accede a las demandas de un eventual asaltante lo hace motivada por el miedo a que éste lo mate, no por una supuesta valentía ante la vida (tenga dicha valentía o no). Y en cualquier caso, allí está esa horrenda forma oriental de suicidio, el seppuku, que para quien la practica es una forma de lavar un honor mancillado y que, por sangrienta y dolorosa, no puede menos que espeluznar a todos los demás. Cuesta conciliar el seppuku con el postulado de que el suicidio es cosa de cobardes.

En realidad, la noción que se tuvo y se tiene del suicidio varió siempre según las épocas, las culturas e incluso las formas elegidas para autoeliminarse, y a través del arte puede captarse cómo evolucionó dicha noción. Esto explica el irónico y ambiguo título de este libro. ¿Puede ser un arte suicidarse? A juzgar por ciertas insólitas formas de suicidio, pareciera que algunos piensan eso; pero de todas maneras, el tema de este libro es la forma en que el arte representó el suicidio y la visión que de él se tenía en cada época. A veces, las representaciones artísticas del tema son casi inexistentes, y esto también nos dice algo: se trataba de algo demasiado incómodo para inmortalizarlo a través del dibujo, la pintura, la escultura o lo que fuere.

Las representaciones más antiguas que se conocen del suicidio se remontan a la antigua Grecia y, concretamente, al del héroe Ájax o Äyax. Este es el punto de partida de EL ARTE DEL SUICIDIO, que reúne reproducciones de obras de arte de todos los tiempos pero que, aclaremos, tiene abundante texto explicando detalles de las mismas y la metamorfosis que sufrió la idea del suicidio a través de los siglos, como también los motivos de los suicidas representados en dichas obras, o las circunstancias que rodearon ese último acto suyo en este mundo. Naturalmente, tratándose de personajes de la antigüedad, ya sean históricos o ficticios (Cleopatra, Lucrecia) se tienen representaciones de distintas épocas; ya son menos las de figuras actuales (Chatterton) y también hay otras que simplemente ilustran el acto de matarse a sí mismos sin remitirse a nadie en particular.

La obra también se ocupa de la literatura sobre el tema, si bien de forma menos exhaustiva o analítica, y llega hasta los suicidios asistidos por Jack Kevorkian, el mal llamado Dr. Muerte.

Desde luego, este libro no ayudará a entender por qué se suicidan las personas. Las explicaciones actuales están enraizadas en la psicología, y aunque básicamente no sean complicadas de entender, sin duda no satisfarán a los deudos de quienes hayan decidido terminar con su propia vida de forma tan trágica. Por el contrario, se trata de ilustrar, ya lo hemos dicho, cómo se vio y se ve el suicidio desde afuera; y en esto, Ron M. Brown cumple holgadamente con su propósito.

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 2 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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