A MEDIO CAMINO por Tharl

Portada de NOCHE FANTÁSTICA

Tengo entendido que la atención que ha recibido Stefan Zweig desde su muerte ha sido fluctuante, con tendencia a disminuir con el paso del tiempo. No puedo evitar la sensación de que, en cierto modo y en el mejor de los casos, es considerado un clásico de segunda categoría. Yo, aunque solo he leído tres de sus “novelas cortas”, comienzo a estar de acuerdo con ello.
Conocí al Zweig hace más de un año gracias a Sopa de Libros. En aquel entonces me compré una antología suya que encontré a buen precio y que incluía: CARTA DE UNA DESCONOCIDA, probablemente su mayor arma en su lucha contra el olvido; AMOK, NOCHE FANTÁSTICA y TERRIBLE SECRETO. Ha pasado más de un año y aun me queda por leer la última. Esto solo puede significar una cosa: Stefan Zweig no me apasiona, incluso, sin disgústame, me da pereza leerlo.
Evidentemente, como la antología que tengo en mi casa es algo rara, esta reseña se refiere únicamente a la narración que da nombre a la ficha, no al resto que acompañan la edición.

De los tres relatos que he leído, UNA NOCHE FANTÁSTICA, publicado en 1922, es el que más debe al momento y lugar en que se escribió: Viena de inicios de siglo, aquella que Pabst supo plasmar con habilidad en el cine. Es, sin duda una novela “fin de siécle”. En ella contrasta la opulencia burguesa -carreras y apuestas- con decadentes ferias y prostitutas; encontramos importante la influencia de Freud y Marx (más parecidos de lo que se parece): al superyó de la moral burguesa del gentleman se le opone la naturalidad del ello de las clases trabajadora, la creencia de la realidad de la vida como un jeroglífico -la mentira en que viven los burgueses- cifra la única verdad vital, la de los trabajadores; e intuyo cierto juego entre la idea de Eros/libido y Tanathos.
Zweig, preocupado como ya me es habitual en él por fenómenos psicológicos que desmenuza en sus novelas cortas a través de un personaje, relata la historia de un burgués adinerado, un perfecto gentleman que no necesita trabajar para vivir, cuyo dinero anula toda resistencia a su voluntad y que es invadido por la mayor enfermedad de su clase: la indolencia -tema común, más o menos tangencial, de todos los libros que he leído del autor-, ese tedio que tan maravillosamente trató Baudelair. El protagonista vive en la indolencia y la apatía, hasta que llega la noche fantástica. Lo que comienza como un juego de poder y de imposición de la voluntad con cierta dosis de crueldad, desemboca en un robo involuntario y con ello comienza cierta carrera por descender a los infiernos en busca del calor de una caricia. Calor y sentimiento que será encontrado en los bajos fondos, tras quitarse la apática máscara de gentleman y tras la cual nada volverá a ser igual para nuestro protagonista.
En una novela tan corta es inexcusable que el interés sea tan fluctuante. Comencé realmente intrigado por a donde llevaría la indolencia a la nueva criatura de Zweig, pero a las pocas páginas -todo lo que corresponde al meollo del asunto: la carrera de caballos- lo había perdido completamente, leía, sin pena ni gloria. Luego al final, el momento real del cambio, en el encuentro con la prostituta, el austriaco logró interesarme por su escritura, por el descubrimiento psicológico que describe.

Solo llevo tres historias suyas, y pronto haré una cuarta, pero empiezo a tener algunas impresiones sobre el autor que aunque no me importaría comprobar -tengo curiosidad por el Zweig ensayista (Momentos Estelares…) y alguna novela suya más larga (novela de ajedrez) - tampoco me motiva especialmente a ello, no con todo lo que hay por leer.
De mis impresiones la que más sobresale es que Zweig se encuentra a medio camino. Sus relatos están a medio camino entre el cuento y la novela, no logran el clima concentrado de los grandes cuentistas como Poe, ni la creación de un mundo rico -interno o externo- que logran los grandes novelistas-, se encuentro a medias entre uno y otro y eso no sirve. Sí es un medio perfecto para sus intereses: describir un fenómeno psicológico en profundidad. Lo que le coloca a medio camino entre el breve ensayo psicológico y la literatura, poniendo en evidencia la estupidez de estas distinciones.
Sospecho que Stefan Zweig era mucho mejor intelectual que escritor. Es una personalidad interesante, a la que me habría gustado escuchar en una conferencia. Tuvo la habilidad de estar siempre en el lugar oportuno en el momento justo y de relacionarse con los grandes hombres de su tiempo, pero no fue capaz de equiparse a ellos. Si esto es cierto, es un espléndido intelectual, a medio camino entre el genio del clásico y el de un buen autor de su tiempo.
Claro que no son más que algunas intuiciones que saco desde lo poco que he leído de él, pero todo indica a interesarme más como testigo que como autor.

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 3 votos · @Tharl le ha puesto un 6 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 11 años

Buena reseña, Tharl. Estoy en parte de acuerdo contigo: Zweig es un clásico de segunda categoría (yo no lo formularia así, pero tiene su lógica) Por lo menos es un clásico, un ejemplo de cierta sensibilidad centroeuropea que alcanzó cimas mayores en Joseph Roth, Kafka o Robert Musil, por poner tres ejemplos de clásicos "de primera", pero sus escritos están muy lejos de ser despreciable. Me gusta su estilo, su capacidad de penetración psicológica (con esto no descubro nada nuevo) y me disgusta su falta de ambición narrativa, concretándose su obra en novelas de corta extensión (con notables excepciones, como La impaciencia del corazón, que a sedacala y a mí parece gustarnos mucho, quizá la novela "larga" que mejor respira) aunque no sea propiamente autor de cuentos. No estoy de acuerdo con lo de la primacía del intelectual: Zewig es, sobre todo, escritor, y, en el fondo, un sentimental. No por nada su desarraigo, su tristeza, le llevó al suicidio en el exilio brasileño, un episodio oscuro que, paradójicamente, ilumina una vida que intuyo llena de conflictos.

Siempre ha estado en la cresta de la ola, con periodos de relativo olvido. Cuando primaba la literatura más experimental, más ambiciosa, se menospreció un tanto su sencilla narrativa, su ausencia de innovaciones "estructurales", pero cuando se concedió un lugar importante a la narratividad su cotización volvió a subir como la espuma. Es un asunto curioso este que suscitas.

@Poverello hace 11 años

Lo del olvido y la memoria es algo incomprensible para mí en demasiados casos, en cualquier tipo de arte: pintura, cine, literatura, teatro... A través de Sopa de Libros y por pura casualidad también he descubierto autores que me han llamado poderosamente la atención (Zweig fue uno de ellos, como Hauptmann o Pope...) y desde mi ignorancia no llego a entender del todo el por qué del ostracismo de algunos de ellos y la fama de otros de sus contemporáneos. Y no digo que estos últimos sean peores ni mucho menos, pongo por caso Ibsen respecto a Hauptmann, sino que lo de las modas, los estilos o los gustos en variopintas ocasiones me parece poco tangible y lógico.
De Zweig sólo he leído dos novelas cortas: 'Carta de una desconocida' y 'Mendel el de los libros', ambas escritas con su sobriedad de estilo y esa idea que comentas de deshilvanar la mente de los protagonistas principales, y no puedo hablar respecto a las otras dos obras que mencionas en la reseña, pero a mí ambas me conmovieron de similar manera. No son obras maestras sin duda, y pueden no estar al nivel literario de algunos de sus contemporáneos (a veces es que la peña también tiene mala suerte con sus contemporáneos, como Rominger con Indurain), pero cuando he leído a Zweig encuentro algo distinto a otros escritores en su forma de exponer lo que desea narrar que me emociona. A pesar de que en algunos momentos de la historia de Mendel me resulta excesivamente panfletario, pero es que ambos personajes, estés más o menos de acuerdo con su forma de afrontar la vida, hablan mucho de nosotros mismos y nuestras debilidades y necesidades...

No sé, supongo que a Zweig, como a Nemirovsky, por ejemplo, les tocó vivir una época convulsa y excesiva, que para lo bueno y para lo malo les llevó a ser más conocidos en un principio por su propia trayectoria personal y eso puede acabar pasando factura. De todas formas ojalá pueda seguir descubriendo autores y autoras que sin ser las joyas de la corona me sepan transmitir emoción y sepa elegir aquellas de sus obras que me animen a seguir leyendo (quizá he tenido suerte con las dos que escogí del austriaco).

Me gustó tu reseña, Tharl.

@Poverello hace 11 años

Tardé tanto en escribir que nos cruzamos, Faulk.

@Faulkneriano hace 11 años

Nos cruzamos, pero no nos contradecimos.

@Tharl hace 11 años

Interesantes comentarios a los que poco puedo añadir.

Yo tampoco entiendo eso de las modas literarias ni académicas, imagino que dependerá de círculos intelectuales, traducciones, escuelas, universidades, premios y en otros tiempos revistas. Me parece un tema súper interesante.

Es cierto que Zweig vivió unos tiempos particulares, como muchos otros. Por “clásico de segunda categoría” -tampoco me gusta la expresión pero no se me ocurre otra mejor- no quería quitarle sus méritos pero sí resaltar esa sensación de que sus obras, aun pudiendo ser clásicos, no son Obras Maestras en mayúsculas, de que él, aun siendo un autor clásico de agradable lectura, queda eclipsado por estrellas más brillantes. De ahí lo de que está a medio camino. Es una sensación que tengo con otros autores, pero con ninguno tan clara como con Zweig.

@sedacala hace 11 años

Tharl, tú reseña es agridulce por que criticas a Zweig a la vez que lo ponderas, cosa que me parece bien por ser perfectamente posible, a mi me ha ocurrido a veces. Ahora bien, lo de “clásico de segunda”, y omito deliberadamente la palabra “categoría” para resaltar más lo despectivo del término (sería como segunda División), me parece ya que es pasarse un poco. Yo particularmente he criticado en SdL (en el pasado) determinadas obras y autores, pero nunca he dicho de un autor que es de segunda. Es que no me atrevería, me parece que es juzgar situándose en un plano demasiado elevado, me daría miedo. En cambio concibo perfectamente la crítica, desde un plano personal, quiero decir, exponiendo cómo este escritor me afecta, cómo recibo su influencia. Y en ese sentido y hablando de Zweig, me ha gustado lo que ha escrito Poverello más arriba (sin que sirva de precedente, eh Poverello). Efectivamente Zweig, tiene un sello personal característico que, cuando le lees, lo identificas inmediatamente. Y eso, en mi opinión, es una cualidad propia de un grandísimo escritor.

Otro tema distinto es que sus libros sean todos buenos, es evidente que no lo son, eso que mencionas de que estás pendiente de leer “La novela del ajedrez”, no sé yo que decirte, ese no es de los mejores. De todas formas creo que el fallo que tiene es que, independientemente de cómo escribe, las tramas de sus relatos cortos son irregulares y a mi, desde luego, tampoco en principio me apetece mucho leerlos, pero eso me pasa con cualquier escrito corto, aunque luego lea alguno y me guste. Como dice Faulkneriano que digo yo siempre “La impaciencia del corazón”, es una novela larga y excelente, y no sé si tendrá otras similares (en mi biblioteca, no). Pero ninguno queréis leerla y os tiráis a esos libritos cortos y algunos popularísimos de argumento irregular. Pero repito, es un escritor con una enorme e inconfundible personalidad que para mi no tiene nada de segunda. Además diría que los de primera que ha nombrado Faulkneriano, en esta página no los lee nadie (excepto a Kafka), sólo él y yo.

@Tharl hace 11 años

Hola sedacala, en “clásico de segunda categoría”, y el término “categoría” lo puse con toda intención para no sonar despectivo, al concepto “de segunda” la precede otro igual o más importante: “clásico”. Por lo que no quise en absoluto pasarme en mi juicio. Tampoco quise dar la imagen de estar posicionándome por encima, no fue en absoluto mi intención y nunca lo ha sido, me conoces lo suficientemente bien para saber que siempre hablo desde mi impresión personal. Como tú dices, da miedo hacer juicios tan categóricos. Fue, efectivamente, MI juicio, un juicio, que como tú dices, parte de un plano personal. Es más, ni si quiera puede considerarse tanto, pues si nos fijamos atentamente empleé el malhayado término en referencia a mi impresión sobre un juicio.
Cito: “No puedo evitar la SENSACIÓN de que, EN CIERTO MODO y en el mejor de los casos, ES CONSIDERADO un clásico de segunda categoría”. Como ves no es algo que venga ni de mi juicio personal, sino del interés académico que ha recibido según he leído en la biografía de Zweig de la Wikipedia (creo) y algún otro sitio de google, y de los comentarios de una amiga que estudia literatura sobre el peso de Zweig en la universidad.
Después de ello decía: “Yo, AUNQUE SOLO HE LEÍDO TRES de sus “novelas cortas”, COMIENZO A estar de acuerdo con ello”.
Siento mucho haber podido dar una imagen distinta, de veras que no era mi intención, pero desde luego no se me ocurren más posibles matizaciones. Quería expresar cierta impresión, cierta idea, y me doy cuenta de que el término “clásico de segunda categoría” no ha sido el más adecuado. En el momento no se me ocurrió otro mejor. Pido disculpas por ello.

Cambiando de tema, te agradará saber, que sustituí en mi whistlist LA NOVELA DE AJEDREZ, por LA IMPACIENCIA DEL CORAZÓN :D. Muchísimas gracias a ti y a Faulkneriano por vuestra recomendación.

Y por último, hablando de los estilos inconfundibles de los escritores, estoy de acuerdo con vuestra afirmación sobre la impronta de Zweig. En las tres novelillas que leí es muy constante en temáticas, contenidos y formas, lo que le hace inconfundible. Pero si lo pensamos bien, ¿existe algún autor capaz de no dejar la marca de su persona en el papel? No sé yo si esto es algo reservado a los malos escritores, o si hay que ser un auténtico genio para lograrlo. Ayer, que me zampé al llegar del teatro la entrada de Beckett de la Wikipedia -sí, no conozco otras fuentes mejores- me llamó la atención que uno de los motivos por el que adoptó el francés fue un intento de desprenderse de su personalidad natural y automática al escribir. Fascinante.

Un abrazo.

@sedacala hace 11 años

Perdona si me he excedido en el tono vehemente de mis palabras, pero es que con Zweig tengo una especial relación, no exenta de altibajos, al final de la cual le he acabado cogiendo cariño. Por eso me desagradó un poco, no el que lo pusieseis a parir, por que no lo hicisteis, pero si un cierto tono de suficiencia en el juicio, que yo de verdad que creo que no se debe adoptar; entre otras cosas por que, mañana, puedes cambiar de criterio.

Lo de que otros autores, o todos, tengan su estilo propio no lo niego pero a otros se les nota menos, Zweig es inconfundible. Curiosamente, también lo sabe Faulkneriano, sus "Momentos estelares de la humanidad" no me gustan, la expresión que más se ajusta a lo que pienso de ellos es "rancios".

@Poverello hace 11 años

Un aplauso a la corrección en el discurso y en el intercambio de impresiones. Es decir un aplauso a ambos.

Y no lo valoraré como precedente, sedacala, no vaya a hacerme falsas expectativas en ulteriores ocasiones. Ciertamente Zweig es muy particular y se parece poco a otros autores, y no es sólo cuestión de estilo o formas de escribir sino por enfoque del sentimiento en la historia, el manejo de personajes (sea más o menos acertado en ocasiones)... no sé. algo en general, aunque también comparto lo que comentáis de que la mayoría de escritores tiene un sello característico.

Abrazos mil.

@sedacala hace 11 años

Respecto a eso que decías, Faulkneriano, de que ves a este hombre como un sentimental en vez de cómo un pensador (un intelectual, decía Tharl), yo, la verdad, me inclino también por lo del sentimental. Ese carácter panfletario que menciona Poverello, o su interés por el lado psicológico de los personajes, los veo relacionados, más con un hombre que trata de reflejar facetas sublimes de la vida de las personas, que con un intelectual que trate de tener una visión cosmogónica del asunto.

No sé si su acomodo dentro de la novela de poca extensión y de las biografías, guarda relación con una escasa ambición, como presupone Faulkneriano, o con una limitación suya para imaginar argumentos. Yo, más bien me inclino por lo segundo; veo que en sus novelas cortas, la clave de su éxito es un lenguaje muy fácil y una deliciosa capacidad para recrearse en detalles emotivos que denotan su exquisita sensibilidad. Pero una vez que dejamos de estar deslumbrados por esas cosas, analizamos la trama y vemos que suele ser muy leve. No es la obra de un gran creador de historias salidas de su imaginación.

Y hablando de su forma de escribir, yo si creo que es muy característica, y paseando por Wikipedia para encontrar algunas claves sobre su obra me he encontrado con un texto que no resisto la tentación de transcribir, por que son sus palabras y se refieren a esto que hablamos.

"... el inesperado éxito de mis libros proviene, según creo, en última instancia de un vicio personal, a saber: que soy un lector impaciente y de mucho temperamento. Me irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual. Sólo un libro que se mantiene siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un perfecto deleite. Nueve de cada diez libros que caen en mis manos, los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles, que les quitan tensión y les restan dinamismo."

Esto (que yo suscribiría), tiene mucho que ver con las sensaciones que produce leer sus páginas.

Abrazos

@Poverello hace 11 años

¿No pensáis que, en parte, la desesperanza y pesimismo que sentía Zweig hacia el futuro próximo de Europa pudo influir en su ser como escritor y esos detalles que comentáis sobre su falta de ambición o centrarse más en la emoción que en los argumentos? Un tío antibelicista que tiene que pasar por dos guerras mundiales y exiliarse no me extraña que acabara por suicidarse. No debe de ser fácil sobrevivir al exilio a según qué personas en virtud del carácter (aparte de las propias capacidades a la hora de escribir), aunque lo hicieran bastantes genios y escribieran fuera de su tierra algunas de sus mejores obras.

Muy claro el texto de Zweig, vaya.

@lucero hace 11 años

Escribió textos cortos porque le dió la real gana! Y le salieron medianamente bien, lo que quería como resultado lo logró, él mismo lo dice : temperamental, impaciente, arrastrando al lector página tras página. La gran, gran, grandísima mayoría de los lectores en el mundo quieren eso, y S.Z. lo brinda y con mucho mérito a mi ver. Quizás haya sido el autor de best sellers de décadas pasadas. Y sale muy airoso literariamente comparándolo con los oficiosos escribientes comerciales de hoy día.
Lo disfruto, en general, y me provoca el efecto contrario a la lectura de Faulkner : luego de Zweig necesito sustancia!
Buenos intercambios de gente respetuosa que sabe mucho. Aprendo y disfruto en esta casa. Saludos amigos