EL DETECTIVE TRISTE por sedacala

Portada de LA DAMA DEL LAGO

Guardo buenas sensaciones tras leer esta novela, pero de todas ellas, la fundamental, es la sensación de haber acertado en su elección lo que me llevará a leer, antes o después, el resto de la serie o al menos de las que disponen en mi biblioteca. La dama del lago, es lo que yo entiendo por una novela entretenida; es una de esas lecturas a las que cualquiera se acoplará cómodamente sin preocuparse de otra cosa que no sea la trama y su desarrollo; y eso, que se podría uno preguntar cual es la razón de ese agrado, por que la trama, los personajes, y el ambiente en que esta se desarrolla, están permanentemente metidos en una atmósfera llena de malhumor, depresión, y pesimismo, que le añade un tinte gris, tirando a negro azabache, que explicaría perfectamente la denominación del género en que se encuadra.
Bueno, pues a pesar de todo eso, la lectura no es amarga sino, al contrario, es atractiva; enseguida nos acomodamos y disfrutamos metidos en el pellejo de este tipo. El detective Philip Marlowe (el protagonista), además de explicarnos los líos de la trama, nos muestra a través de su narración en primera persona cómo es él, y cómo es todo lo que le rodea, sus pequeñas inquietudes del día a día, algunos detalles de su apartamento, sus dificultades económicas, su trato con su cliente, con las personas a las que entrevista, o con los policías; y en todo ello, flota siempre una sensación de desesperanza tal, que, al principio, te convences de que éste es un pobre hombre al que le ha ido mal en la vida para, enseguida, comprobar que no, quiero decir, que no le pasa a él sólo, que los otros personajes que pululan a su alrededor están también afectados de su mismo mal, todos, y sin excepción; y el lector, a todo esto, tan fresco leyendo encantado. Podría pensarse entonces: ¿Es que no se da cuenta el que lee, de la mala situación afectiva de estas personas y no se compadece un poco de ella? ¡Hombre, pues si!, comprendes enseguida que tienen el ánimo por los suelos, pero también percibes como un hecho incontrovertible, que eso a ti que lees no te afecta, pero que nada de nada, ni lo más mínimo. Y cuando menos lo esperas, de repente, ¡Zas! aparece un cadáver; y no mucho después (al día siguiente), ¡Zas! aparece otro; y el asunto, en vez de producir la desazón o la tristeza propia de la trascendencia ética y moral que tiene la muerte, ¡es al revés!, te sube la adrenalina, y se pone mucho más interesante.
Yo creo que una de las claves del éxito de la novela negra, está en la controlada intención del escritor de poner distancia entre los seres humanos que se pasean por sus novelas, y los personajes que representan en la trama. A fin de que no se aprecie mucho ese distanciamiento, el autor nos da unos cuantos detalles de esas vidas privadas; así, puede trazar bien su personalidad y así puede también aparentar que desvela sus sentimientos más íntimos; con el aporte de esos detalles, el relato denota cercanía a las personas, cuando no es verdad, la realidad es que es distante por que nada se nos dice (ni hay ánimo de hacerlo) de su auténtica forma de ser, o de sus sentimientos más íntimos. Así que, palpamos relaciones que tienen alguna apariencia de proximidad afectiva aún cuando no la tienen, la realidad es que esos personajes son distantes, muy distantes, y es deseable e intencionado que así sea si lo que se busca es que cuando a alguien le peguen un tiro, nos quedemos tan frescos, y nuestra mente, a partir del hecho terrible de la muerte, sólo sea capaz de dirigirse a especular sobre quien pudo haber disparado.
Las razones que habitualmente se aducen como explicación del pesimismo vigente en estas novelas, son reales, nadie las pone en duda; pero son, puramente circunstanciales. Hay que suponer que la Gran Depresión del 29, o el gansterismo generado por la Ley seca, serían los responsables de una situación de corrupción y pesimismo agravada por estar en plena Guerra Mundial. Son hechos, que están ahí y que dieron lugar (parece ser) a un malhumor colectivo; pero para lo que ahora nos sirven, es para atestiguar cómo influyeron en la atmósfera presente en estas novelas; un ambiente que por triste y oscuro, era el que más interesaba a los lectores al propiciar historias con garra y con personalidad, que se convirtieron en éxitos de ventas y en el modelo a seguir.
Decía al principio que una de las sensaciones que deja La dama del lago, es el fácil acoplamiento del lector en la historia. No tengo ninguna duda de que una de las razones de esa facilidad es el lenguaje con que está escrita. Es un texto en el que se aprecia el deseo de ir directamente al grano; por tanto, huye de circunloquios y expone las cosas con claridad y sencillez. Sin embargo, tampoco peca por eso de ser un texto excesivamente simple, desde el momento en que está afectado por el ambiente de pesimismo y violencia, de la misma manera que lo está el resto de la novela. Quiero decir, que la claridad y la sencillez están contrapesadas por un despiadado baño de mala leche que afecta a todos los diálogos, casi sin excepción. El tono en que Marlowe pregunta cosas a la gente, empieza ya por ser seco y descarado, pero los interpelados son, como mínimo, antipáticos, con frecuencia impertinentes, y a veces violentos. Claro, da la sensación de que con tan sombrío panorama, o tira un poco del sentido del humor, o el tiro se lo pega él mismo, o se larga a las Chimbambas como última opción; así que no tiene más remedio que echar mano del humor, y aplicarlo con grandísimas dosis de ironía y sarcasmo, a pesar del riesgo de que la gracia no le haga ninguna gracia a aquel al que va dirigida, y más si es un policía (son muy susceptibles). Y lo cierto es que el resultado de todo eso, es un texto ingenioso, muy directo en la explicación de la trama por el narrador, y muy atractivo por sus diálogos cargados de frases inteligentes, de cáusticas metáforas, y de arriesgados envites, que tiene la virtud de permitir una lectura ágil y apasionante, siempre, claro está, dentro de las coordenadas de una novela policíaca que no pretende tener mucha más trascendencia, pero que sorprendentemente, se acepta por el lector como una lectura de calidad.
Debe ser el tono general depresivo el que lleva a Marlowe y a otros que enseguida se suman a la propuesta, a darse unas duchas interiores a base de güisqui, que resultan sorprendentes para un lector que ya empezaba a sudar contagiado por el tremendo calor del mes de Julio californiano, y que hubiera entendido mucho mejor que se hubieran hecho con unas cervecitas bien frías, por no hablar del atranco de cigarrillos a que se someten el detective y la compaña; pero bueno, tampoco hay que cebarse con estas cosas que solo indican que los tiempos cambian y que ya nada es como era antes.
En principio no me parece que Marlowe, como personaje, sea difícil de encajar físicamente en cualquier actor de los años cuarenta; como he dicho antes, su auténtica personalidad individual no está reflejada en la novela, lo que aparece en ella es, más bien, el detective-tipo en que lo ha convertido la complicada sociedad en la que vive, algo así como un estereotipo de lo que la desesperanza puede hacer con una persona (sobre todo si es detective); y para encarnar un personaje así de esquematizado, cualquiera de aquellos actores con cara de palo, tristeza impostada en el rostro, y sonrisa cínica, valían perfectamente. Robert Mongomery, actor hoy casi desconocido, representó al personaje en la versión fílmica del año 47, Humphrey Bogart, y Robert Mitchum, lo encarnaron en otras adaptaciones de la serie, y otros varios actores, como Dana Andrews (Laura), por ejemplo, también podían haberlo hecho bien; pero hay uno en particular, que yo creo que los hubiera superado a todos por que a su imagen física unía también una magnifica capacidad para haberle insuflado vida a Marlowe, mucho más allá de su representación del modelo de detective desengañado que aparecía en la novela. Me estoy refiriendo a Joseph Cotten, cuyo perfil en El tercer hombre, podría haber tenido algunos puntos en común con el protagonista de La dama del lago, tal vez, un poco más inseguro, pero igual de desesperanzado, y Cotten era un extraordinario actor que hubiera sabido dar ese punto extra al personaje.
Tengo muy claro, que el mayor interés de esta novela reside en el magnifico lenguaje que su autor utilizó para escribirla, mucho más adaptado a la novela policíaca que el de Dashiell Hammett en El halcón maltés, que encontré pasado de rosca con una dureza y una chulería en sus personajes que llegaba a perjudicar su lectura como novela eminentemente policíaca. Por otro lado, no hay que desdeñar la propia trama de la investigación de los crímenes, que es muy interesante y que tiene un ritmo creciente a lo largo de la novela, que ayuda mucho a mantener en alto la tensión de principio a fin. Lo cierto, es que el balance de la lectura de La dama del lago, es muy satisfactorio en sus dos vertientes; como novela policíaca tiene una de las tramas mejor montadas que haya leído nunca; y también como simple novela, por su argumento bien estructurado y por un texto de gran calidad.

Escrita hace 11 años · 4.7 puntos con 7 votos · @sedacala le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Poverello hace 11 años

No he leído La dama del lago y poco puedo decir sobre la importancia que Chandler le otorga a la trama, pero en las otras dos novelas que he leído de él desde luego eso es lo menos relevante, aunque pueda cuadrarse de mejor o peor manera. Lo fundamental en la novela negra es el ambiente y la actitud vital de los personajes de los que hablas en tu reseña y que la separaron desde sus orígenes al habitual registro del género policíaco.
Mi percepción al leer a Chandler o a Hammett es muy distinta a la tuya, sedacala. Aunque la investigación me pueda resultar interesante lo que más me impacta siempre son las descripciones y los ambientes negativos en los que pululan tanto Marlowe como los personajes odiosos de sus novelas. Comparto ciertamente que la única forma de sobrevivir al espanto es el humor y el sarcasmo, pero sin embargo muchos escritores, del mismo modo que le sucedía a Capra en el cine, pasaban de puntillas sobre la realidad social sin ningún tipo de implicación recurriendo a personajes que la maquillan con el fin de introducir a sus lectores/espectadores en un mundo ideal que les abstraigan de ella.

Me alegro mucho de que no te haya decepcionado. Y ciertamente Chandler escribe muy bien.

@sedacala hace 11 años

Da igual que no hayas leído La dama del lago, si te fijas verás que hablo muy poco de la trama; lo que marca más, de esta novela, es algo que seguramente tiene en común con las del resto de la serie, por lo que ambos estamos hablando de lo mismo. Hay múltiples formas de enfrentarse a unas circunstancias difíciles, Capra, como tú dices, te transporta de la realidad a un mundo irreal pero delicioso con el que el espectador se abstrae de su propio mundo real. Hammett, utiliza otros medios, un estilo lacónico e impresionista (dicen en Wikipedia). Chandler utiliza la desesperanza de su detective para dar una visión cínica y amarga, por la sencilla razón de que cuando las cosas van mal y nada se puede hacer, no queda más remedio que poner al mal tiempo buena cara (sentido del humor) pero con un trasfondo de mala leche reconcentrada que lleva al sarcasmo y al cinismo. La cosa es que además, el desarrollo de la investigación de los crímenes es muy bueno, y que está muy bien escrita. Parece que tú minusvalores el tema de la investigación criminal, y le des una importancia secundaria. Yo no lo hago; no olvido en ningún momento que estoy leyendo una novela de detectives y si además de eso la novela contiene otros atractivos, entonces ya es la leche; vamos, que creo que es un conjunto en el que todo tiene su importancia.

@Faulkneriano hace 11 años

Ambas cosas son importantes, sedacala y poverello: de un lado, una peripecia argumental mal cerrada, improbable o premiosa puede molestar la lectura y dejar mal poso; de otro, es fundamental la atmósfera, porque es lo que puede interesar a un lector que no sea norteamericano y, sobre todo, que no sea un devoto de las novelas policíacas. Las novelas negras de Chandler o Hammett me gustan mucho más que las de Agatha Christie, pongo por caso, demasiado mecánicas, asépticas, abstractas y supeditadas al esquema de la novela-problema, porque, como bien dice Poverello, no me importa demasiado quién sea el asesino (aunque, en el fondo, tenga un ojo puesto en la resolución final) y sí que me agrada un cierto espesor dramático, evidenciado en la creación de un microcosmos cerrado y asfixiante. Las preocupaciones sociales de Hammett o Chandler no son tan distintas de Steinbeck o Dos Passos: lo que cambia es el envoltorio. Una buena novela negra debe interesar en ambos terrenos, el argumento y la atmósfera, y Chandler lo consigue con una facilidad apabullante.

En el fondo, de esta novela sólo recuerdo un cuerpo de mujer que pasa por sucesivas identidades y un policía muy malo. El título siempre me resultó muy atractivo: para los aficionados al ciclo artúrico, tiene muchas resonancias, aunque sea por contraste con la desangelada realidad californiana que presenta.

@Poverello hace 11 años

Ajá... Eso es lo que quería decir, sedacala. No es que minusvalore la trama, pero sí le doy una importancia relativa como bien dices, aunque tal vez el término empleado por mí -trama- no haya sido el más correcto, pues hacía referencia a los procesos de investigación no al argumento, que saca a colación Faulkneriano, y al que Chandler sí le concede mucho valor. De hecho, como comentaba en la reseña sobre 'El sueño eterno' Chandler deja en esa primera novela de Marlowe algún cabo suelto y me da exactamente igual, porque se ve con claridad meridiana que no influye para nada en el desarrollo y en el sentido de la obra. Y en 'El largo adiós' lo que es la investigación, si no recuerdo mal, va muy por detrás de las situaciones personales que se le van presentando a Marlowe y que le hacen tomar determinadas decisiones. Tal vez por eso, como le sucede a Faulkneriano, prefiero la novela negra a las policíacas o de detectives puras y duras (salvo a Holmes, al que le tengo especial cariño), aunque en la actualidad ambos géneros se alían, de manera incluso descarada e ilógica a veces, en casi todos los autores, al menos en el aspecto de crítica y ambientación.

Mi intención es sin duda seguir también con Chandler, aunque antes tengo pendientes 'Adiós, muñeca' y 'La ventana alta'.

Abrazos a ambos.

@Faulkneriano hace 11 años

Cierto, poverello, la novela-problema ha muerto (¿dónde estaba usted a las quince cuarenta?) y no seré yo quien lo lamente, pero el imaginario de la novela negra norteamericana de los 30 y 40 (magnificado, todo hay que decirlo, por el cine) es irrepetible, por mucho que se esfuercen los escandinavos:

@Faulkneriano hace 11 años

Magnífica reseña Sedacala, me encantó tu reflexión sobre el tratamiento distante y superficialmente cercano por los personajes. Es como si el crimen -sobre todo en la policiaca- fuera meramente un juego con el lector, sin ninguna carga afectiva, sin más pretensiones. No en vano, según tengo entendido, la novela policiaca surge en la tradición positivista y como un juego de análisis (pienso en Holmes sobretodo, al que no tengo tanto cariño). La novela negra creo que hace confluir esto con la tradición gótica. Ambas tradiciones se dieron ampliamente en Inglaterra primero y en EEUU después. Pero tampoco me hagas mucho caso, que de estos géneros y movimientos hablo de oídas o por las pocas películas que he visto.

Me interesa mucho más la novela negra por ese clima que comentáis que la policiaca. Aunque me pregunto hasta qué punto trivializa los problemas sociales, si le interesa de veras promover un cambio y hacer una crítica o como mera marca de la casa. Por lo que he visto en el cine tengo la sensación -probablemente errónea- de que el género negro es un microcosmos con vida propia, pero como algo distanciado de la realidad, sin pretender realmente la empatía y con una violencia, distinta a la de Tarantino, pero demasiado estilizada, nada cruda. Me pregunto también en mi ignorancia, si en este género no se encuentra también algo de esa respuesta ante la corrupción que tan flaco favor nos hace: “Si todos roban y van a seguir haciéndolo. Qué más da”.
Dos Passos me parece bastante distinto, te da pequeñas bofetadas, y algún que otro puñetazo en el estómago, él quiere provocar al lector, hacerle actuar. No estoy tan seguro de que con el género negro podamos decir lo mismo. Steinbeck no lo he leído pero creo que ídem de ídem. El problema de Dos Passos -hablo por Manhattan transfer de la que me quedan 20pp.- es que echaría a su madre al fuego por tal de meter más leña, lo que distancia también su mundo del lector.

@Tharl hace 11 años

Ce moi!

@Poverello hace 11 años

Había una peli por ahí que se llamaba si no recuerdo mal 'Lo que cuenta es el final', pues algo similar se puede decir de la novela negra y lo que comentas, Tharl, sobre si es una denuncia o simplemente un desahogo, aunque tampoco veo yo casi nunca demasiadas diferencias entre una cosa y otra si el desahogo es de profundis. El otro día me 'acusó' una buena amiga de machacar la esperanza con mis historias del blog; pues mi pretensión es justo la contraria y así se lo hice ver con algunas que otras explicaciones sobre de dónde surge el cambio. El primer paso para cambiar algo es (re)conocerlo y ser consciente de ello, y hay que estar en la piel de un lector de la primera mitad del siglo XX para entender del todo el cambio de rumbo a nivel social que supuso la irrupción del género noir, tanto en literatura como en cine. Lo de la violencia nada cruda te invito a leer 'Cosecha roja', inicio del género, en la que hay un asesinato violento y perfectamente descrito cada 10 páginas a lo sumo. Y Chandler tampoco es que sea muy discreto el chico cuando se pone bruto; lo que sucede, evidentemente, y en virtud de la censura imponente en el Hollywood de los años 30-40 (y que se mantiene de manera estrambótica hasta la actualidad) es que todo se suaviza en el cine a incluso temas políticamente incorrectos son pasados por alto.
Lo de lo importante del final es porque ahí es donde reside en muchas ocasiones la diferencia vital entre denuncia, crítica o simple desesperanza. A pesar de la crudeza de la narración en la novela y en el cine negro y de la personalidad dispar de sus protagonistas es casi impensable que cuando acaban sus páginas o fotogramas no veas que cada cual a 'recibido su merecido', aun de manera sutil o debido a situaciones que se les han escapado de las manos.
El párrafo final de 'El sueño eterno' por ejemplo es un claro apuñalamiento a la vida sobrada de quien cree estar por encima del bien y del mal: "¿Qué importaba dónde uno yaciera una vez muerto? ¿En un sucio sumidero o en una torre de mármol en lo alto de una colina? Muerto, uno dormía el sueño eterno y esas cosas no importaban. Petróleo y agua eran lo mismo que aire y viento para uno. Sólo se dormía el sueño eterno, y no importaba la suciedad donde uno hubiera muerto o donde cayera.”

Como comentaba antes, yo no siento esa distancia respecto al lector, aunque es evidente que el sentimiento que te embarga en nada tiene que ver con Steinbeck, al que nombras, que no se anda por las ramas ni es nada fino con esos puñetazos. Si hasta Céline y su viaje con toda la amargura y el nihilismo que transmite acaba haciéndote reflexionar sobre el sentido (no sinsentido) de las cosas importantes de la vida.

@Tharl hace 8 años

Entiendo el distanciamiento a que se refiere Sedacala. Chandler está en las antípodas de la novela psicológica. Su estilo es conductista: nada de insertar pensamientos o emociones de los personajes. Tenemos a Marlowe-narrador y sus observaciones de objetos y gestos, ya está.

Pero el rechazo de la novela psicológica más que significar la negación de los personajes tridimensionales suele implicar la búsqueda de un modo menos ingenuo de abordarlos. Marlowe está inmerso en su acción y por eso cualquier digresión psicológica rompería el tono de la novela. Averiguamos múltiples matices en los personajes, pero son inferidos a partir de sus gestos (tragos de Whisky, colillas apuradas, miradas, gestos interrumpidos…), de la descripción del entorno y la indumentaria y de las dobles y triples intenciones de los diálogos. Esta lectura de signos es la misma que sirve para articular la investigación, denunciar la corrupción de las instituciones, del entorno, etc. y la que crea ese clima. Aquí está uno de los aspectos más interesantes de Chandler: en su densa escritura, abundante en enumeraciones, nombres y adjetivos, un objeto puede significarlo todo o nada. Y lo más inquietante es que tal vez el narrador-Marlowe podría estar equivocándose al interpretarlos. Es el embrión de lo que Borges, Pynchon, y otros seguidores desarrollaran más adelante.

Puede que resulte más distante, por más que escenas como un cadáver en descomposición flotando en el río resulten impactantes, pero en absoluto estereotipado. Y al fin y al cabo, nunca tenemos acceso al “interior” de otra persona y no por ello somos incapaces de empatizar con ellos. En mi opinión es un abordaje más potente que la agotada, en aquel entonces, novela psicológica. Tristemente algunos autores del género retrocederían a ella después.

También es cierto que “La dama del lago” es la novela más irregular que Chandler que he leído. Peor que “El sueño eterno” o “El largo adiós”. En Chandler la trama criminal es esencial, ¡articula todas sus historias!, y aquí tal vez tengamos la más elaborada, pero Marlowe no tiene el carisma de la primera ni produce la empatía de la última. Y tampoco hay secundarios a la altura de la familia Sternwood o el matrimonio Wade. Ni descripciones como la del invernadero del general. Es, a pesar de todo, una novela muy atractiva.

@Poverello hace 8 años

Pues a mí La dama del lago me parece mejor que El sueño eterno a nivel general, por estructura, planteamiento y estilo.

Ayer terminé de leer Playback, la única que me quedaba, y sabor agridulce. La peor, posiblemente, pero quizá porque uno no le perdona a Chandler determinadas licencias sorprendentes respecto a su personaje. A ver si esta tarde saco un rato y escribo una reseña de mis experiencias vitales con el señor Marlowe.

@Faulkneriano hace 8 años

Nunca he procurado leer Playback, primero, porque parte de un guión, lo que para mí no suele ser buena señal, y segundo, porque se publicó póstuma y uno desconfía de su acabado final. Lo mismo me pierdo algo...

Las novelas canónicas de Chandler son todas más que buenas. Pero El sueño eterno se abre con la entrevista en el invernadero con el general Sternwood, lleno del olor empalagoso de esas "abominables plantas", las orquideas: "olían de manera tan agobiante como alcohol en ebullición debajo de una manta" (la traducción no es muy allá) Eso, amigo, es literatura de alto voltaje.

Y luego, como dices, Tharl, están los diálogos, de doble y triple intención. Hoy me siento heterodoxo y voy a soltar una fresca: los diálogos de Chandler son tan acerados y efectivos como los de Henry James. Dicho queda. Voy a ir al infierno de los críticos imprudentes.

@Tharl hace 8 años

Iba a escribir que La dama del lago no tiene ningún personaje memorable, pero enseguida he pensado en Degarmo, teniente de policía: “Algo que había sido un hombre”.

Es una novela extraña ahora que lo pienso. Aparentemente no encontramos ningún romance ni personajes con la fuerza de los de otras novelas, la culpabilidad de todos los crímenes recae sencillamente en una única persona, tal vez demasiado malvada; y echamos en falta un personaje femenino a la altura de las hermanas Sternwood o las de El largo adiós. Pero allí está la tensión entre Marlowe y Fromsett frenada por Kingsley, el reconocimiento y simpatía con el sheriff local, y, desde luego, Degarmo y su progresiva relación con nuestro detective. Pero todo se encuentra más soterrado que de costumbre, oculto por la trama. Y sólo en retrospectiva, una vez se resuelve el misterio, identificamos el sufrimiento del teniente de policía como el auténtico motor de la historia. ¿Se referirá el título precisamente a este enamorado Merlín, perdido por la influencia que la Dama del lago ejercía sobre él e incapaz de evitarlo aun previendo su destino?

@Faulkneriano hace 8 años

Anda, Tharl, qué idea más chula... Lástima que no la tenga reciente. Degarmo debe ser ese "policía muy malo" del que hablaba yo hace años en este mismo hilo. Desde luego, es el personaje que queda en el recuerdo.

@Poverello hace 8 años

Me gusta también esa relación que nunca se me había ocurrido hacer. Desde luego, el mago es siempre Chandler, je.