LAS PESADILLAS DE UN VISIONARIO ESQUIZO por Poverello

Portada de CUENTOS COMPLETOS II

Cuando hace más de tres meses terminé de leer la última letra contenida en el segundo tomo de “Cuentos Completos” de K. Dick muchos de mis mitos se destruyeron como si una piedra desprendida de la nada hubiese golpeado de nuevo a un ídolo babilónico con pies de barro. Lo que acaba de leer no podía ser tan bueno argumentalmente y mucho menos estar escrito en 1950. Como soy un neófito con escasa fe en mí mismo en lo referente a la literatura de ciencia-ficción contemporánea, exceptuando algunas distopias paradigmáticas como “1984” de Orwell, “Un mundo feliz” de Huxley mi escaso bagaje se basaba en Welles y Verne (poco contemporáneos, digamos) o la novela gráfica, decidí sacarme de mi error recurriendo de manera metódica a los clásicos de siempre y tragándome sistemáticamente primero el tochaco de 800 páginas “Cuentos Completos I” de Asimov y casi sin respiro las “Crónicas marcianas” de Bradbury, con el que me hallo y del que sólo conocía de letra, dibujo e imagen su archiconocida “Fahrenheit 451”. Pues fíjate tú, no es que fuera bueno Dick es que era mejor; tanto, que sus paranoias futuristas resultaron tan avanzadas para la época que hasta el fin de sus días estuvo sumido en constantes problemas económicos, ignorado por el gran público y viendo sus obras publicadas en editoriales de mala muerte a pesar de gozar con el respaldo y el reconocimiento de la crítica.

No obstante, se me hace necesario contener la subjetiva emoción, matizar e ir por partes. Primer dato fundamental y pragmático: Philip K. Dick no es un gran escritor, en el sentido estricto de la palabra, aquel que hace referencia a la persona que escribe bien y usa con proverbial lucidez todos los recursos estilísticos y literarios que le otorga el lenguaje; quien busque eso que lea a Bradbury, sin duda, con el que estoy patidifuso paladeando su retórica. Tampoco es un científico, un buscador de verdades, un estudioso... alguien con el fin de resolver la cuadratura del círculo sin flecos ni cabos sueltos; quien busque eso que recurra a Asimov, algunos de sus relatos (Anochecer, Todos los males del mundo, el lirismo excelso de La última pregunta...) son de una redondez científica y metafísica que asustan.

K. Dick no es ni un buen escritor ni un científico estudioso concienzudo, sino un loco con sueños estrambóticos, un visionario falto de sensatez y de coherencia, ya lo sabemos, pero honestamente, me la trae la pairo. Sólo puedo decir que en estos tres últimos puñeteros meses no he logrado encontrar una sola película de ciencia-ficción que no se base en una obra de este esquizofrénico (Blade Runner, Minority Report, Destino Oculto, Next, Desafío Total...) o cuyo presupuesto principal no parta de ideas ya avanzadas en alguno de sus relatos (Terminator/La segunda variedad, Matrix/El mundo que ella deseaba, Gattaca/Progenie, Aliens/Cazadores cósmicos...). Pude decirse sin ser demasiado puntilloso que incluso obras consideradas de culto son posteriores y apuntan detalles ya contenidos en algunos de los cuentos de K. Dick: “Soy leyenda” (R. Matheson), “La invasión de los ladrones de cuerpos” (J. Finney) o el “Solaris” de Lem, aunque este último quizá algo más cercano argumentalmente a los relatos metafísicos y cuasi teológicos de Asimov.

La gente que sabe de verdad de esto de la literatura acusa a K. Dick de deslavazado, de perdido, de discontinuo y de no lograr rematar la faena, de manera esencial en sus novelas -los relatos no son tan frágiles a estas concretas debilidades-; pues pocas veces me he sentido tan dichoso de no tener ni pajolera idea de algo, porque lo que busco me lo ofrece este loco con creces: su pasión me invade, me gana y hasta me destruye, me convierte en sí mismo, un esquizofrénico paranoide que cree que todas sus historias inventadas e imposibles son reales y hasta más de presente inmediato que de futuro remoto. K. Dick es tan imperfecto como los mundos que imagina, mas lo repito, como un impostor de mí mismo: me la trae al pairo, y en un presente también más inmediato que remoto 'perderé el tiempo' con “Ubik”.

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 5 votos · @Poverello le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 11 años

Completamente de acuerdo con tu reseña, Poverello. Dick es un escritor nato, que traslada al papel sus obsesiones, tan vívidas que resultan, independientemente de su calidad literaria (que es mayor de la que suele admitirse), atractivas para cualquier lector. En los cuentos se revela como un más que talentoso escritor de género: toca tantos temas que resulta apabullante. Al principio es más respetuoso para con las convenciones de la ciencia ficción, pero pronto se desliza hacia un territorio inexplorado, muy personal, donde las cosas nunca son lo que parecen: se mueve como pez en el agua dentro de la esquizofrenia literaria, que él, posiblemente, llevó a sus últimas consecuencias. Leí religiosamente, uno detrás de otro, los cinco volúmenes de cuentos de Minotauro, cayendo por un verdadero tobogán de sugerencias, de intuciones, de visiones contundentes. Dick se dedicó al cuento al comienzo de su carrera, y vivió de eso como pudo, intentando colocarlos, con más o menos éxito, en las revistas del género. Sólo en 1953 escribió unos treinta. Su producción es, por tanto, irregular a la vez que fascinante. Puede que sus novelas sean más elaboradas pero no más visionarias. La deuda que tiene con él el cine moderno es impagable, como bien dices. Ubik y El hombre en el castillo son sus novelas más redondas, aunque tiene una buena docena más que cualquier escritor envidiaría. Se pasó de prolífico y en los 80 comenzó a desvariar hasta un punto difícilmente tolerable, y a repetirse, pero, vaya, que le quiten lo bailao. Más que un escritor, es una presencia, uno de los poquísimos autores de sf que ha generado un adjetivo: cuando se dice de algo que es propio de Dick (lo de dickiano suena fatal, la verdad) todo el mundo entiende a qué se refiere. Y sus cuentos son una parte importante de su producción, por su volumen, pero también por su interés.

Asimov me parece, en cambio, un mal escritor: como he dicho alguna vez, un autor con el que se empieza, pero que debe dejarse pronto para buscar territorios más sugerentes. Le reconozco algunos cuentos brillantes, alguna novela redonda (Los propios dioses) y obras de gran interés y proyección (los tres primeros volúmenes de la saga de la Fundación) pero su vasta obra me parece poco sugerente: en pocas palabras, estoy harto de buscar agujas en su pajar.

Lo dicho, poverello, buena reseña. Y leer Ubik no es precisamente perder el tiempo.

@Poverello hace 11 años

Es divertido el tema este del buen escritor. Para mí lo es quien logre transmitir, imponerse, tenga los recursos que tenga, sea capaz de reconocer sus fortalezas y debilidades, haciéndose cargo de ellas y sacando el mayor partido de ello. En ese sentido que también tú apuntas, Dick es un escritor nato, que necesita escribir, compartir y sacar de sí todo lo que tiene de profundo y de loco. Pues anda que no he leído a gente que parece escribir como con un pincel, pero que me he olvidado a los diez minutos de la obra.
No leeré a Dick a partir de los ochenta. Eso me ha quedado cristalinamente claro.

@Faulkneriano hace 11 años

Sivainvi (o Valis, tanto me da), La invasión divina o La transmigración de Timothy Archer son buenos pestiños, y lo dice un apasionado defensor de Dick. Todos de los 80. Claro que Los tres estigmas de Palmer Eldritch es de 1965 y es todo un derrape mental. Hablo solo de los que conozco. Dick es como los pimientos de Padrón, unos pican y otros non. A mí me ha picado alguno, pero no dejo de comer pimientos ni de leer a Dick, que depara formidables sorpresas.

Toda la razón del mundo te asiste, Poverello: los escritores de pincel pueden ser muy aburridos. Dick escribe a lo Pollock, echando pintura directamente del bote y paseándose por encima del lienzo.

Y si he sido muy rácano con la puntuación de los cuentos completos es por su tremenda irregularidad. ¡Tiene tantos cuentos! Algunos son malos, pero los buenos valen por tres.

@FAUSTO hace 11 años

Buena reseña y comentarios, que me recuerdan las lecturas que tengo pendientes de este alucinado-visionario escritor. En primer lugar la biografía de Carrère, un par de novelas y, por lo menos, empezar con el primer volumen de sus cuentos completos.
No hay duda que su escritura particular está “respaldada” por la esquizofrenia, problemas psicológicos y su adicción a las drogas. Mi escaso bagaje con su obra, 3 novelas y un relato: “Minirity report”, contiene parecidas huellas e impresiones a las que comentáis: la desigualdad y la genialidad, aunque no en partes equitativas. “Ubik”, la mejor novela que he leído hasta ahora, en su complejidad marca varios contenidos interesantes en una narración envolvente y de intriga con claras influencias de la novela policiaca. “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, una buena novela sin más, tiene el mérito de haber inspirado todo un peliculón (y no menos magnifica banda sonora) que sobrepasa con gran diferencia el mensaje, la profundidad y en grandiosidad al texto literario. “Valis” es una desconcertante historia, recuerdo que se comentó en otra reseña la excentricidad de la historia que narraba: todo un desvarío. Aun así, y a pesar del calificativo de Faulkeriano (hay fragmentos que son un verdadero pestiño, como sus “mezclas” de religión, misticismo y filosofía), se puede considerar entretenida por su extrema rareza o paranoia y, desde luego, no puede dejar indiferente.

Y ya que comentas tu entusiasmo por la prosa de Bradbury en “Crónicas marcianas”, también estoy de acuerdo con tu valoración. Para mí, esta recopilación de cuentos es una de las mejores que he leído y sin encasillarla en el género de ciencia-ficción, trasciende ese tipo de literatura ya que se sale de los moldes establecidos para esa clase de escritura. Bradbury, sin ser uno de mis autores preferidos, ha compuesto unas narraciones llenas de lirismo con párrafos realmente intensos y profundos, una manifiesta crítica (racismo y colonialismo, la naturaleza y estupidez humana) y aderezada con una sutil ironía. Una verdadera delicia.

@Faulkneriano hace 11 años

Correcto, Fausto: Valis es un pestiño con clase, desde luego, y a mí, desde luego, no me dejó indiferente. He comprobado mi nota: un 6, lo que no está nada mal. Todavía tengo mi vieja edición sudamericana, con una horrible portada y algo desencolada. Y aún recuerdo la cara de pasmo que debí poner a mis 17 o 18 años cuando leía las andanzas de Ama-Caballo Fat (curioso nombre, pardiez) y las extrañas y desconcertantes referencias a la Negra Cárcel de Acero y al Imperio que nunca tuvo fin. me repito: soy más exigente con los autores que me gustan mucho, porque, cuando meten la pata, lamento la oportunidad perdida.

El amable Bradbury está en las antípodas de Dick. A cada uno lo suyo.

@Poverello hace 11 años

En la línea de lo que comentas de Bradbury, Fausto, él mismo no se catalogaba a sí mismo como escritor de SF, sino de fantasía, algo bastante acertado según voy leyendo y lo que conocía de 'Fahrenheit 451'.
Lo de la irregularidad de los relatos de Dick fíjate que excepto el que abre la colección. 'La viejecita de las galletas' y 'La maqueta', que me parecen algo más flojos, y mejores que la mayoría que he leído de otros autores, el resto me parecen de gran nivel, sin compararlo con Asimov, que como bien dices, Faulk, tampoco es santo de mi devoción a pesar del tochaco que me he metido entre pecho y espalda -algunos me los salté, eso sí, porque eran más malos que el aceite de ricino-.

Por cierto, cada vez que tengo que escribir la puñetera palabra Fahrenheit tengo que recurrir al buscador porque siempre meto las haches intercaladas donde me da la gana. Decidme que no soy el único.

@Faulkneriano hace 11 años

No eres el único. Yo eché el resto para conseguir no titubear jamás y escribir siempre correctamente Shakespeare y Hitchcock, pero el inglés sigue dándome trabajitos...

@FAUSTO hace 11 años

También le puse a “Valis” un 6 que es la mínima calificación en SdL. Incluso hay alguien que le ha puesto la nota máxima: un claro indicio de la afinidad psíquica con el propio escritor (es broma). Si se calificara la confusión, extrañeza y originalidad que puede suscitar una novela, acompañado tanto de partes atrayentes como repelentes, yo también le pondría ese 10; aunque, afortunadamente, hay otros valores que predominan.
Resulta un curioso fenómeno que una obra tan irregular pueda originar tantos comentarios y, una vez leída, se pueda recordar tan bien. Estoy seguro que su “impronta” será más duradera en mi memoria que algunas novelas mejores (no las excelentes) pese a que sean lecturas más recientes.

Poverello, lo que comentas de Bradbury es bastante correcto, lo que he leído de él se amolda más a la fantasía y además con un estilo poético. En “Crónicas marcianas” da más importancia a los personajes y sus vicisitudes que el lugar extraterrestre en que se desarrollan los hechos o las cuestiones tecnológicas; es simplemente una metáfora para desarrollar sus preocupaciones y su censura a la “inteligencia” y costumbres humanas.

Y hablando de errores, me he dado cuenta que he patinado con las teclas al querer escribir Minority.

@Poverello hace 11 años

Cada uno tiene sus manías. K. Dick parece en muchas ocasiones obsesionado con el tema de la identidad personal realdiad versus sueño y su influencia en las relaciones interpersonales (así acabó el chiquillo, echo una cábala cerebral), algo que se aprecia con mucha claridad en los filmes basados en sus obras, pero es cierto que claramente dentro de lo que comúnmente se entiende por género de la ciencia-ficción.

Lo de la nota mínima un 6... ¿Te refieres a la que se le ha dado a 'Valis', no, Fausto? Porque yo doses he puesto un 'puñao'. Unos me ha 'dao' penilla.

@FAUSTO hace 11 años

Sí, claro. “Valis” no tiene una mala puntuación en esta comunidad, 9 lectores han votado y la mínima (y mayoría) valoración es de un 6. Como he dicho antes: un curioso fenómeno.

@Poverello hace 11 años

Anda que el 'echo' sin hache que he metido... Como las he gastado todas poniendo y quitando en Fahrenheit. Hasta los ojos me duelen.