EL EXORCISTA por Shorby

Portada de EL EXORCISTA

Recuerdo perfectamente la primera vez que leí esta novela. Tenía catorce años y estaba tirada en la cama, una tarde de verano después de comer… se me hizo de noche acojonada entre las sábanas.
Y es que hoy vengo con un pedazo de clásico del género.

Nuestra historia comienza con una excavación arqueológica en Irak, en la que toma parte el Padre Lankaster Merrin, que lleva largo tiempo realizando exorcismos en África. Se desentierra una figurita del diablo Pazuzu yuxtapuesta con una medallita de San Cristóbal… y entramos en materia.
A su vez, nos trasladamos a Georgetown, donde vive una famosa actriz con su hija de trece años, Reagan, que acaba de contraer una extraña enfermedad cuya solución parece no hallarse. Tras sufrir ciertas alteraciones de conducta que desconciertan a todo el mundo, comienzan los cambios físicos. Aún en contra de su voluntad, es inevitable pensar que la niña esté poseída.

Es entonces cuando la madre de la pequeña acude, por pura desesperación, al Padre Karras; al principio el hombre se niega a hablar de posesión, la trata a nivel psicológico y va contrastando las diferentes pruebas médicas que se le han ido realizando a Reagan.
Sin embargo, la evidencia está ahí.

La narración es sencilla, nada de florituras ni descripciones eternas, todo al grano, explicando lo justo y necesario para que un escalofrío nos recorra de arriba abajo en más de una ocasión.
Con diálogos rápidos, aún cuando sabes lo que va a ocurrir (bien porque es relectura o bien porque has visto la peli), no puedes dejar de leer y pasar páginas.
Plagado de escenas espeluznantes a la vez que excitantes, todas ellas míticas, así que el lector ya puede estar preparado para perlitas del palo de “¡Inúndanos en tu sudor!”, vómitos verdes a propulsión o cabezas que dan tres vueltas de campana... qué me gustan estas cosillas a mí (lo sé, mi vena friki, no puedo evitarlo).

Podría estar horas y horas hablando tanto de la peli (dirigida por William Friedkin en 1973) como del libro, que he releído en más de una ocasión. Ambos me encantan.
Como he dicho al principio, es un clasicazo del género de terror (ídem para su adaptación cinematográfica) que aún hoy pone los pelos de punta a más de uno. Lo mejor es que se basó en hechos reales, ocurridos a finales de los 40.

La película (con “maldiciones” incluidas) cuenta con cuatro continuaciones/ versiones y con el reestreno en el 2000, que incluía escenas cortadas y fue –como ya ocurrió en el 73- otro exitazo de taquilla.
¡Vedla!

Escrita hace 11 años · 4.5 puntos con 2 votos · @Shorby le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Poverello hace 11 años

Pues yo tendría unos diecisiete añitos cuando le metí mano a la novela de marras, cuya edición contaba para mi total desgracia con un anexo que narraba con pelos y señales el hecho real en el que se basó Blatty para construir su desasosegante obra. No sé qué me acojonó más si la novela en sí o el anexo de los huevos.
Eran también épocas de wijas y espíritus ladinos... La de tonterías que se nos ocurría hacer y el miedo que pasábamos, leches, con cosas que aún no acierto a adivinar si fueron reales o fruto de la imaginación más adolescente.

@Shorby hace 11 años

Y a que lo recuerdas con cariño¿? jajajajaja
Me han comentado en el blog de un libro-diario del sacerdote real que inspiró la novela. Se me ha caído la baba de pensarlo solo xD