VIRTUD O MUERTE por lucero

Portada de EL MONJE

En 1796 aparece este libro que despertó interés del público, a tal punto de convertirse en una de las novelas del gènero gotico màs leidas desde fines de s.XVIII hasta mediados del XIX. Como detalle curioso cabe decir que fue escrita de un tiròn (son 330 p.)por un joven de 19 años, que a raíz de la popularidad de su obra se le apodò Monk Lewis.
Cuenta dos historias. La del monje Ambrosio, modelo de virtud para una Madrid que lo idolatra y se reúne semanalmente para disfrutar de sus homilías. Sòlo que Ambrosio vivìa y predicaba una conducta porque estaba encerrado en el monasterio de clausura, del que no salìa jamàs. Pero el Demonio no conoce de puertas cerradas ni de hábitos de madera…
La otra es la vida, condenada por la superstición familiar, de Inès y su enamorado Raimundo, su hermano Lorenzo y la frustración trágica de sus amores.
Es una obra definitivamente del período romántico, de terror clásico y con todos los ingredientes gòticos.
Hay pasajes que rozan lo picaresco, tal que me recordaron al Decameròn y hasta a Chaucer, en la primera parte del libro, cuando los retaceos amorosos son malentendidos, las jóvenes alientan pasiones y conciertan entrevistas a las doce de la noche..
Pero después se desata el horror.
Francamente, 200 años después, sigue atemorizando el nivel de maldad y fanatismo que tienen los protagonistas, todos miembros de la Iglesia, monjas y monjes. Porque el terror es real. Es daño puro, monstruoso y sin remordimentos. Los laicos son rehenes de las crueles conspiraciones de los consagrados. No hay personaje laico que no sea una vìctima….
Si circula algún fantasma, es sòlo para suspirar de temor, al lado del sadismo humano. Màs bien son animas que han sufrido y buscan compensación.
Los ambientes son oscuros, las criptas húmedas y ciegas, los cadàveres putrefactos. La acción casi siempre transcurre de noche, poco duermen estos personajes.
Fue tildada de obscena. Si buscamos referencias eróticas las hay pocas, el sexo es la pèrdida del honor y ya. Gozan los que cayeron en la tentación y vislumbran el infierno. Todo un bagaje cultural y social, que Lewis acepta y cuestiona a la vez.
La OBSCENIDAD es el poder material que la Iglesia Catòlica tuvo sobre fieles laicos y consagrados. La Inquisiciòn era la representación real de Dios en la tierra. Y es en esta novela donde se despliega la màs concreta denuncia de los abusos y maldades infrigidas a una feligresìa cautiva de la fe, la ignorancia y el temor. Atrevido Monk Lewis…
Sobrevuela el demonio y su representación clásica : la mujer . Santa o p…. concepto perimido…si?
Las jóvenes no se abandonan a la pasión, porque si no pagan un precio horrible, como en la historia de los salteadores de caminos. El monasterio es el lugar para las que carecen de medios económicos, las que perdieron la virtud, las condenadas a ese destino por su familia. Se hace reiterada mención al interés del convento (de Santa Clara) de tener novicias de buena familia, que aporten recursos y lustre.
Como ven, no falta nada, ni siquiera un final, si no feliz, reparador.
Obra reivindicada por Andre Breton y Rimbaud, es un hito gòtico de denuncia, que entra como una cuña filosa, aùn hoy, en nuestro s.XXI.

Escrita hace 12 años · 4.6 puntos con 5 votos · @lucero le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@nikkus2008 hace 12 años

Bien lucero, gran crítica. Lo tengo durmiendo en mi biblioteca a "El monje". Lovecraft habla maravillas. Veremos cuando le toque su "turno"...
Un saludo querida.

@BriGid hace 12 años

Yo lo tenía en pendientes, pero visto lo visto y con tanto cotolicismo en el argumento, del cual ya estoy algo cansadita, pienso que hay demasiados libros con monjes de protagonistas, iglesias y un larguísimo etc, tal vez lo aparque para más adelante o definitivamente.

@Faulkneriano hace 12 años

Pues se me ocurren, Brigid, pocos monjes protagonistas como éste. Es un personaje rotundo, desaforado, inolvidable. La resolución técnica de la novela es muy inferior a su capacidad visionaria:el joven Lewis está muy lejos de alcanzar la perfección de los grandes novelistas decimonónicos. Por una vez, no importa gran cosa: la obra tiene pasajes tan intensos que disculpan toda ingenuidad o arcaicismo dieciochesco. La inclusión de la historia de la Monja Sangrienta pueda que no sea un acierto formal o estructural, pero es un gustazo para cierto lector, entre los que me hallo.

E.M. Forster, en su Teoría de la novela, estableció la clásica distinción entre personajes planos y redondos. El personaje plano es un estereotipo o caricaturas y, en su forma más pura, se construye en torno a una sola idea o cualidad. No es que tenga una idea fija: es que la idea es él mismo.Tiene grandes ventajas: se reconoce fácilmente en cuanto aparece y es fácil de recodar después. Puede que no sea un logro tan completo como uno redondo, y es mejor que sea cómico que trágico. Por contra, el personaje redondo debe ser capaz de sorprender al lector de una manera convincente: es el caso de Madame Bovary o las criaturas de Proust

Dickens está lleno de personajes planos; los maestros rusos, de personajes redondos. Ambrosio es, obviamente, un personaje plano. Representa la maldad y, por tanto, no puede sorprender que siempre maquine barbaridades y que se deba temer de él siempre lo peor. Pero... ¡qué intensidad la suya! Desde luego, es fácil de recordar.

La ambientación "española", a ratos bastante risible, es tan irreal que parece todo una pesadilla. Los personajes femeninos tienen verdadera afición a sufrir. La exacerbada crítica de la iglesia católica no molesta (es lógica en un autor inglés que además pretende ser ilustrado) porque es desaforada, caricaturesca y sumamente expresiva: es, por así decirlo, lo que ampara y justifica los desmanes de los personajes malvados. Tiendo a disculpar aquí defectos que hubiera criticado duramente en otras novelas, quizá por el ímpetu verdaderamente contagioso de la obra, donde lo tenebroso, lejos de ser mera arqueología (como en Walpole o la Radcliffe) es el corazón del asunto, su motor narrativo, su sustancia última. Recomendable para lectores sin prejuicios.

@lucero hace 12 años

Para què reseño yo una obra? para obligar a @Faulkneriano a comentar je
(ya llevo unos meses en SdL y me sale la picardìa..)
Bien definido Ambrosio : inolvidable, desaforado y brutal. Es cierto que a veces resulta algo ingenua pero tiene un clima general atractivo y por momentos muy tenso.

@Faulkneriano hace 12 años

Pero si tú no reseñas yo no comento... así que tú mandas.

@FAUSTO hace 12 años

Buena reseña, lucero. Este es uno de los pocos libros (de la época de la “mili”) que he tenido que abandonar, y es que el género gótico, junto con el fantástico, es el tipo de libros que se me atragantan. Me sucedió lo mismo con “El golem”, que para más inri compré el libro (y no fue barato) con mucha ilusión. Paradójicamente una de mis novelas preferidas, “Frankenstein o el moderno Prometeo”, tiene elementos de la narrativa gótica.
Cuando leo una buena opinión de este título, y ahora con tu crítica y los comentarios positivos y críticos que ha generado, siempre me hago a la idea de volver a intentarlo otra vez, y finalmente me olvido de la novela; que prácticamente no recuerdo casi nada, pues leí bastante poco.
A ver si ahora es la “refinitiva”, y me planteo el propósito, por lo menos, de empezarla nuevamente.

@Poverello hace 11 años

Terminado tras soberanos altibajos iniciales, tal vez por mi idea preconcebida y errónea de considerarla una novelita de transición tras Faulkner y Kafka. A punto de dejarlo estuve varias veces tras unas 100 páginas con la machacona historia de Inés y Ramón (Raimundo), narrada en primera persona y a través de un inmensísimo flash-back de varios capítulos. Ni mientras la leía, no lo que es peor, después de varios días, soy capaz de encontrarle el más mínimo sentido a la intensidad e importancia que M. G. Lewis decide otorgarle a dicho intervalo narrativo más allá de darnos a conocer la curiosa leyenda de la monja ensangrentada de la que habla Faulkneriano en su comentario. Vamos, que la narración acerca de cómo se conocieron los dos amantes la hubiera despachado yo en dos páginas. El motivo fundamental para ello es que el personaje del monje Ambrosio fagocita la novela, desde la primera hasta la última línea, para lo mejor y para lo peor, y su ausencia prolongada en ese tramo machaca de una manera casi inusitada el interés de la trama. La suerte es que lo único peor es lo que cuento del relato de Inés, en el que deseando estás que se termine para seguir con las andanzas del 'pobre' Ambrosio (disculpadme el calificativo, pero es que quien realmente me cayó fatal desde el principio intuyendo por momentos su cruel representación, fue Matilde).
Lo mejor es difícil de definir más allá de la increíble atracción que produce y transmite el personaje de Ambrosio, tal vez porque por muy degenerado y barriobajero que acabe siendo, es una muestra paradigmática de esas debilidades frente a las que hemos de estar en guardia so pena de habitar en el infierno (y no me refiero ahora a la otra vida). Tan agónica, intrigante e in crecendo es el desarrollo de la novela gótica de Lewis que página tras página debía hacer un soberano esfuerzo para no leer los párrafos en diagonal cual si de un ensayo se tratara con el fin de descubrir antes de lo recomendable el desenlace de cada uno de los protagonistas de la obra.
Por otro lado, hacer referencia necesaria a lo que comentas en tu reseña, lucero, sobre el ambiente tétrico, putrefacto, fantasmagórico en el que se desarrolla la novela y que describes a la perfección (curioso en este sentido lo que comenta Faulkneriano acerca de las descripciones cuanto menos difusas e insensatas de Madrid y que te importan bien poco cuando ya te has metido en el meollo de Ambrosio), así como al patético protagonismo por los términos en los que aparece que Lewis, un redomado anticatólico con mucha razón según los cánones imperantes en el siglo XVIII, le concede a la vida consagrada. Ciertamente no existen monjes protagonistas como éste, Brigid, y tal vez podrías darle una oportunidad de que te demuestre su horrendo bagaje.
En fin, que puedo asegurar a los que decidieron abandonar (varios me lo han dicho), que en la perseverancia debe estar la virtud (Ambrosio desde luego es el ejemplo inverso), pues si tardé una semana en leer las primeras 100 páginas, en menos de cuatro días fagocité yo a Ambrosio y demás personajes en sus restantes 400.

Como dato curioso y retomando el tema de la obscenidad de la que hablas, lucero, con cuyo concepto estoy de acuerdo, no me cabe duda de que también debió de ser 'El monje' una novela muy dura en el plano no sólo moral, sino físico, pues la edición que he tenido la suerte de leer cuenta con infinidad de notas a pie de página con las sucesivas reformas, eliminaciones o retoques que Lewis hizo en cada una de las 5 ediciones que vieron la luz entre finales del XVIII y principios del XIX, y las anulaciones a toda referencia directa sobre el deseo, la lascivia, la violación e incluso la desnudez del monje que decidió/hubo de hacer Lewis para su cuarta edición, si bien casi siempre se reduce a la eliminación de adjetivos o expresiones, en varias ocasiones llegan a ser de párrafos enteros.

@Faulkneriano hace 11 años

Tuvo que ser, como dices, un verdadero escándalo la aparición de este novelón truculento. Que los lectores del siglo XXI estemos curados de espanto no nos tendría que impedir ver la radical novedad de esta propuesta ¡de 1796!

@lucero hace 11 años

Suerte que leíste esa edición anotada Poverello!! Arroja mucha luz acerca de la escritura emocional y veloz que hizo Lewis, y me pregunto si las correcciones y supresiones las habrá hecho por presiones editoriales (?¿), sociales y/o religiosas, que por muy blasfemo que fuese también debe haber sentido una considerable presión al meterse tan rotundamente con la Iglesia.

@Poverello hace 11 años

Hola, lucero, estuve investigando algo al respecto de las presiones, incluso en la misma introducción de la obra, pero parece difícil llegar a una conclusión clara. Presiones tuvo, porque no es normal que aparte de algunos otros detalles de carácter más literario y que son mínimos, el tajo más grueso y decidido sea en aquellas escenas o detalles escabrosos que tienen que ver con los sentimientos y acciones de Ambrosio. Digo más y es spoiler (por si alguien lee el comentario y no ha leído la obra): los dos o tres párrafos en los que se produce la violación de Antonia por parte del monje son suprimidos de cuajo dejando apenas dos líneas en la cuarta edición. Lo que sí parece más que claro es que son supresiones y no adiciones posteriores, con lo que la censura, personal, social o religiosa hubo de existir.

Opino como Faulkneriano, que esto tuvo que ser un bombazo, y digo más sin tener excesivos datos, dudo que antes de 'El Monje' hubiera en la literatura algún religioso protagonista con tamaño papel de villano. El exponente más cercano que se me ocurre, y es posterior, es el archidiácono Frollo de 'Nuestra Señora de París', que por cierto, aún no he leído.

@Faulkneriano hace 11 años

Ambrosio es único, desde luego, en su carácter extremo. Hoffmann escribió Los elixires del diablo, teniendo muy en cuenta la novela de Lewis, y creó otro monje no menos memorable, aunque mucho más desgraciado, Medardo, que se entrega a una vida de excesos conservando, eso sí, un resto de bondad del que Ambrosio está completamente ausente. Los elixires... es una obra absolutamente delirante, muy divertida para lectores sin prejuicios. Frollo es un villano impresionante, lo mejor de la novela con permiso de Quasimodo, con muchos más matices (un personaje redondo, y no plano, para entendernos); también tendrá que ver que Hugo le da muchas vueltas a Lewis como escritor, claro es, y que su reconstrucción histórica es impecable. La lista de clérigos malvados es muy larga y fecunda. Es una combinación literariamente irresistible.

@Poverello hace 11 años

Pues otra a mis listas, Faulk. Pa' qué comentaré ná. 'Los elixires del diablo', aunque antes Victor Hugo.

No sé, aunque es bien cierto que Ambrosio es un personaje unidimensional sufre varias transformaciones, aunque sean leves, a lo largo de la obra, al igual que remordimiento y sentimiento de culpa.

@lucero hace 11 años

No había comentado que le puse un 7 debido al rollo de la historia de amor de Inés, es muuuy aburrida y queda hasta descolgada, resta contundencia y continuidad al relato.
Gracias Faulk, pero con Ambrosio me basta. Y con la educación católica de Paracuellos...

@Faulkneriano hace 11 años

Qué mania: si yo no recomiendo nada, sólo establezco conexiones. De vuestra lista de lecturas pendientes sólo tenéis la culpa vosotros mismos... Aunque la verdad, lucero, tanto clérigo malvado puede sentar mal. Alguno hay bueno: fray Lorenzo, el cura de Romeo y Julieta, es muy salado.

@lucero hace 11 años

Faulk, tenés una colección de monjes!!!!, en un estante los buenos, en otro los malos! la culpa es nuestra, la codicia por leer que nos muerde a Pove y a mí, no sé ya cuantos candados más ponerle a mi Whishlist.

@Poverello hace 11 años

Si es mi avidez, Faulk, no apuntes, y como mi conocimiento es más bien escaso en materia literaria (en otras también, pero no voy a echarme más tierra encima) me dejo guiar como un novicio (ya que hablamos de monjes).

El cura de mi barrio también es mu' majo, pero aún no tiene libro. En fin...

PD: lucero, yo también le puse un 7 por idéntico motivo, y me dio muchísimo coraje, porque el resto es bárbaro. Será cuestión de invitar a saltárselo, aunque no debiera ser lo suyo.