UN LIBRO ETERNO por _926_

Portada de FICCIONES

Resulta odiosamente difícil reseñar un libro escrito por un hombre capaz de resumir todo lo que es, fue, pudo haber sido o podría ser en unas cuantas páginas. No puedo evitar comenzar diciendo que Jorge Luis Borges era un genio, quizás el último gran genio que la literatura ha conocido. Su escritura, simplificada hasta el extremo, es a la vez increíblemente compleja. Con una precisión fría, casi matemática, Borges escribió muchos de los mejores cuentos de la historia, algunos de los cuales se publican en 1944 como parte del libro “Ficciones”.
En el primero de los volúmenes que componen este libro, titulado “El jardín de senderos que se bifurcan”, destacan sobre todos los demás dos relatos: el que da nombre al libro y “La biblioteca de Babel”. El primero es una gran metáfora del tiempo, enmarcada dentro de una historia policiaca, y el segundo, como tantos otros cuentos de Borges, trata sobre libros ficticios. Pero este no es un cuento cualquiera. En él Borges nos habla de una gran biblioteca, inmensa, infinita, eterna, que contiene, básicamente, todo. “Basta con que un libro sea posible para que exista” –sentencia Borges, quien, al igual que le ocurría a Edgar Allan Poe con la muerte o a García Márquez con las prostitutas, siempre tuvo una obsesión: la eternidad, el todo.
Otros relatos destacables de este volumen son “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius”, que trata sobre la enciclopedia ficticia de una civilización inventada; “Pierre Menard, autor del Quijote”, que describe la obsesión de un poeta por ser Miguel de Cervantes; o “La lotería en Babilonia”, que presenta un mundo lleno de aleatoriedades.
En el segundo volumen, titulado “Artificios”, nos encontramos con “Funes, el memorioso”, en palabras del propio escritor, “una larga metáfora del insomnio”; “El sur”, del que decía que era su mejor cuento; “La muerte y la brújula”, una historia policíaca; o “Tres versiones sobre Judas”, que discute las posibles razones que tuvo Judas para entregar a Jesucristo.
Hay quienes dicen de la obra de Borges que es excesivamente compleja, fría y que está desposeída de toda emoción. Lo primero es verdad; lo demás muy subjetivo. Es cierto que escribe muy frío, casi sin emoción, y esto ocurre porque él no le dice al lector lo que tiene que sentir… se lo sugiere, levemente, como sin quererlo. Pero como he dicho, esto es muy subjetivo, y depende muchísimo de la capacidad empática del lector, que tan solo si logra adentrarse en la lectura, mezclarse con las palabras y compensar la falta de emoción invirtiendo la suya propia podrá disfrutar de Borges. (Y si tiene la paciencia suficiente como para intentar asimilar todas esas complejidades, sin que estas le emboten a uno el cerebro). Pero hay otros a los que simplemente no les llega. Tal vez solo sea cuestión de gustos. Yo, al menos, puedo decir que forma parte de mi Santísima Trinidad particular: Poe-Wilde-Borges (con permiso de The Beatles y Woody Allen).

El remordimiento.
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.
-Jorge Luis Borges

Escrita hace 12 años · 4.1 puntos con 7 votos · @_926_ no lo ha votado ·

Comentarios

@Poverello hace 12 años

Forges es de los pocos alicientes literarios de los que me autoinculpo por tenerlo siempre en la recámara y no acabar de rematar la faena.
Desde hace meses tengo El aleph en mente y no acabo de arrancar con él. Creo que cuando termine los dos que tengo entre manos no lo demostraré ni un segundo más. Hace poco leí la novela gráfica Perramus, de la que es protagonista incluso a su pesar (curioso que Sasturain, el guionista, decide otorgarle en ella el Nobel merecido que nunca consiguió), y me entraron más ganas si cabe. Gracias a reseñas como e?ta, más que agradables sobre Borges, se siente uno culpable, ja ja.