VINO, CERVEZA Y BASTONAZOS por sedacala

Portada de SINUHÉ, EL EGIPCIO

Cada vez que empiezo a leer un libro, me pasa lo mismo; me cuesta verle la gracia al asunto, me cuesta hacerme a los personajes, o sea, me cuesta entrar en materia. Claro, que esta reacción es más notoria en unos libros que en otros. En SINUHÉ EL EGIPCIO, esto se ha producido de manera muy acentuada. Empecé bien, como consecuencia de estar escrito con una prosa muy elemental; Waltari se expresa a través de Sinuhé, que es el narrador, y de los demás personajes con una sencillez notable, próxima en cierto modo a los textos bíblicos, no sé si por un deseo de hacer sencilla su comprensión, por una afinidad temporal con las fuentes clásicas, o tal vez por que se supone que una época tan remota en el curso de la historia exige el uso de un lenguaje de cierta simplicidad y totalmente exento de sofisticación. Sin embargo, no por ello se puede considerar un texto poco elaborado, al aflorar dentro de esa sencillez una elocuencia casi ilimitada.

Volviendo al principio; una vez rebasado el simpático efecto de sorpresa producido por ese texto tan accesible, el aburrimiento empieza a invadirme cuando rebasa sus primeros escarceos juveniles, se convierte en médico, y empieza a meter la pata. Durante un montón de páginas no conseguí que sus actividades me interesasen en lo más mínimo. Y empecé a recordar como han escaseado las novelas históricas en que me haya sentido realmente a gusto. Me estoy refiriendo sobre todo, a la Historia remota y no, evidentemente, a la más reciente; GUERRA Y PAZ me encantó, pero cuando retroceden los siglos, cada vez me parece más raro todo lo que me cuentan, y me cuesta más ponerme en situación. Sin embargo, esto no deja de ser una tendencia que tiene excepciones; no se puede ir más lejos en el tiempo que al paleolítico, y me lo pasé bien con EL CLAN DEL OSO CAVERNARIO.

Pero, volviendo al libro, estaba yo rumiando ya mi disgusto, cuando a Sinuhé, y a su ínclito esclavo, se les ocurre tomar pasaje en una embarcación fluvial por el Nilo, maravilloso viaje éste, doy fe, y dirigirse desde Tebas, hoy Luxor, hacia el Delta, salir al mar, e iniciar un periplo, por los territorios del Asia Menor hasta Babilonia, con vuelta al Mediterráneo y con una escapada al antiguo reino minoico de Creta. Curiosamente, al iniciarse su viaje, el relato me volvió a interesar. El libro me empezaba a parecer bueno, se disipaban las dudas; empezaba a palpar la calidad en el texto y en las historias cuando antes no la había visto. Indudablemente, tiene calidad, pero al margen de ello, el motivo de mi cambio de opinión está en que es literatura de evasión y de entretenimiento; y para serlo cumplidamente, ha de tocar temas atractivos para el lector. Si un tema es sobradamente conocido, puede interesar inmediatamente, pero si es absolutamente ignorado por el lector, éste habrá de asimilarlo primero. El libro tiene fases muy interesantes; pero también tiene otras que no lo son tanto, si antes no se han asimilado. En ellas se distancia uno bastante del relato. Es lo que ocurre cuando se producen los disturbios por el ascenso de Atón y el declive de Amón, el interés se aleja; o cuando se alarga de más contando la faena que le hace Nefernefernefer, se enfría nuevamente. En cambio, cuando narra sus entretenidos viajes resulta muy interesante, o cuando trata de reflejar el estado de estupor permanente de Sinuhé y su decepción en la vida, también es muy interesante.

Sin duda, uno de sus mayores logros, es la creación de tipos rebosantes de personalidad. Su esclavo, también criado y amigo, es extraordinario, su amiga torera de Minos, es maravillosa, el rey de Babilonia es todo un tipo, y el mismo Horemheb, tiene su garra, igual que Aziru, el Rey de Amurrú; pero sobre todo, el propio protagonista mantiene una gran humanidad no exenta de defectos y vicios (bebe como un cosaco).

Ya en la segunda parte, una vez asimilado todo lo necesario para no despistarse; el lector se ha adaptado al escenario tebano, a las sorprendentes teorías religiosas monoteístas y a las complejas intrigas políticas, religiosas y sucesorias del palacio. En ese momento se han superado todas aquellas dificultades del primer tercio del libro, y seguirlo con interés hasta el final, se convierte es una tarea sencilla y gratificante. Entonces, las fatigas mentales de Sinuhé, fruto de su gran humanidad pero también de sus debilidades, se convierten en el tema principal de la segunda parte del libro.

Es, por tanto, uno de esos libros en los que, por momentos, cuesta introducirse. Las ganas que entran entonces de abandonarlo conviene desecharlas, por que una vez situado dentro del libro, el lector va aumentando su interés paulatinamente, para al final, acabar encontrándolo espléndido. La trama histórica de la novela, está todo lo documentada que permite la lejanía en el tiempo, y los personajes importantes pertenecen a la Historia. Esto no significa, que la verosimilitud de lo que se cuenta sea muy alta, sabiendo lo incierto de muchos datos. Lo más significativo para mí es la forma en que Waltari traslada la historia al papel dando mucha importancia a los diálogos. Aparte de la voz de narrador de Sinuhé enlazando unas partes con otras, los parlamentos de cada personaje tienen una longitud un poco apabullante, en el sentido, de tener demasiada apariencia de discurso de declaración de intenciones; pero ese detalle más que molestarme, me divierte, por que crea muy eficazmente ese tono “bíblico” que encaja tan bien con la historia. En realidad, uno no tiene ni idea, de como se expresaban en su cotidianeidad los egipcios antiguos; pero aún así, algo nos imaginamos, no sé sí fue Hollywood o las lecturas en le colegio del Antiguo Testamento, pero, algo nos imaginamos. Es una sensación subjetiva, pero en mi caso, los diálogos y el lenguaje empleado, me proporcionan una apariencia de traslación en el tiempo a la época, eficacísima, al mismo tiempo que resultan muy atractivos.

Escrita hace 12 años · 4.8 puntos con 6 votos · @sedacala le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@lucero hace 12 años

Completísima reseña, sedacala, como siempre. Sinhué tiene para mí, los reflejos cordiales de una lectura juvenil, que ya acumula muchos años y diferentes lecturas. Me permite refrescar situaciones y personajes, y revivir las cálidas emociones que me dejó. Es de los libros que No releería, no sea que me desilucione.... Saludos