LA JOVEN AUSTEN por sedacala

Portada de SENTIDO Y SENSIBILIDAD

Habré leído ya a lo largo del tiempo, una buena lista de novelas de los grandes escritores ingleses decimonónicos. También leí, LADY SUSAN, novela juvenil, corta y epistolar de Jane Austen, y había visto películas como “Sentido y sensibilidad” y “La joven Jane Austen”. Con estos antecedentes, en mi mente fue naciendo una imagen de cómo iban a ser las novelas de esta autora. Al proceder ahora a su lectura, estoy en condiciones de observar que la imagen prevista por mi mente y la real, difieren notablemente. El tránsito de novelas más modernas y dramáticas, a otras más antiguas y ligeras, puede producir un cierto chasco. Además, en el caso concreto de la película homónima; el trabajo cinematográfico, juega con ventaja frente al texto de la autora. Resulta mucho más fácil asimilar cualquier escena, contemplándola hoy, con un guión actual de Emma Thompson, con un vestuario riguroso, con unos escenarios auténticos, con imagen en color, con sonido perfecto, y con un extraordinario trabajo de actores; que limitándonos, simplemente, a leerla en las páginas de un libro escrito hace ya más de doscientos años.
El lector, se encuentra en el libro con una sucesión de lances sociales y amorosos, sucedidos en el seno de la familia que forman una madre y sus tres hijas. El entorno social en que viven es un círculo de familia y amigos, de clase media o media-alta; algunos viven en su casa en el campo, otros, los más ricos, alternan temporadas en Londres y en el campo. Desde el punto de vista físico, el escenario es soberbio; prados, bosques, colinas, valles, todo precioso; tampoco está mal la cosa desde el punto de vista social; vecindad amabilísima, personas encantadoras, invitaciones a comer, a jugar a las cartas, bailes, excursiones; parece jauja, no se puede pedir más. Habiendo un panorama tan idílico y personas solteras por medio, surgen, como es lógico, amoríos más o menos compulsivos que mejoran el buen humor general al ser motivo fácil de comidillas por parte de los demás. Naturalmente, la trama amorosa y social se va liando más y más hasta conducir a rupturas, desengaños, sofocones, nuevas confidencias y así sucesivamente hasta la culminación final del argumento. El simpático verbo de la Austen hace el resto, hilvanando todos estos amores y desamores, con su proverbial facilidad y discreción, no exenta de elegancia y buen rollo estilo imperio.
Cualquiera que lea estas líneas, quizá detecte el tono, levemente displicente, que utilizo, próximo incluso a la chanza; y acaso juzgará con disgusto, que no es adecuado para la reconocida calidad de Jane Austen. Pero puedo asegurar, que sí utilizo ese tono es por que esta lectura me ha trasmitido una cierta trivialidad. No consigo, que el poso que deja la autora en mi mente tenga mayor calado, lo encuentro… banal tal vez; ligero; falto de ese mínimo de trascendencia, que uno espera que tengan sus lecturas. Siendo esto además, particularmente extraño, en tanto que el género, me suele gustar.
Otro tema, que también me dejó frío, es el de la crítica social que contienen sus novelas. Nunca dudé que esa crítica existiera como todo el mundo dice; también es cierto que nunca la imaginé, excesivamente cáustica. Pero, la verdad es que, después de leer SENTIDO Y SENSIBILIDAD, no detecto, ni siquiera, la misma existencia de tal crítica. Es cierto que se satirizan los comportamientos crueles, mezquinos, maldicientes, o perpetradores de cualquier otro vicio; es cierto también, que se critica la actitud de los que entienden el matrimonio como una forma de mercantilismo. Pero, como también se ensalza a los que practican las virtudes contrarias, tengo que concluir que no es una crítica al sistema en sí mismo, sino a los miembros de dicha sociedad afectados por esos vicios. Además, abonando esta tesis, observo que sus tendencias en lo social me parecen especialmente complacientes con los esquemas dominantes en la época. Su moral, en lo relativo al amor y a las relaciones entre los sexos, que parece ser coincidente con la de Élinor, refleja muy bien los esquemas al uso, y como han de ser, las correctas normas y su cumplimiento. Se debate, eso sí, con la lógica dificultad de poderlas llevar a buen termino; tratando para ello de acompañarse de personas virtuosas, y procurando alejarse de las desaprensivas o indecorosas.
También he leído cosas relativas al romanticismo de la época, algo que no comparto, al menos, si por romántico, estamos calificando el estilo de la primera mitad del XIX, caracterizado por el individualismo, y el gusto por lo medieval, la poesía, o lo exótico. Alrededor del año 1.810, había indicios de romanticismo, pero no era, en absoluto, un estilo asentado; lo neoclásico, por el contrario, estaba perfectamente implantado en las artes plásticas, en la arquitectura, en la moda, y en la música. Es verdad, que faltaba poco para que el movimiento romántico estallara con fuerza, pero la estética que aparece en el libro es mucho más neoclásica que romántica. En lo relativo a la literatura, tampoco Jane Austen se considera una escritora romántica, a pesar de haber en Inglaterra referentes del romanticismo, como los poetas Lord Byron, Shelley, y Keats, o los novelistas Mary shelley, y Walter Scott. SENTIDO Y SENSIBILIDAD con su trama desarrollada en la cotidianeidad de la vida inglesa de su época, está completamente alejada del gusto romántico y de los temas manejados por aquellos escritores. Otra cosa distinta son los amoríos que se relatan, que ciertamente llevan esa carga romántica que tiene todo lo relacionado con el amor. Pero en ese caso, sólo como sentimiento personal, no como aquel movimiento artístico, en el que primaba la estética del medioevo, el gusto por los viajes, y el amor por las ruinas y lo turbulento.
Queda claro pues, que el libro me produjo desilusión; pero, tampoco se puede deducir de ahí, que no me haya gustado; es compatible, leerlo con agrado, y sin embargo, sentir cierta decepción. Mis comentarios hasta aquí, han reflejado una valoración mía uno o dos puntos por debajo de lo esperado, pero, así y todo, me gustó. Y concretamente, hay un aspecto que me gustaría destacar. Se trata de posicionar adecuadamente a la autora y también a la sociedad en que vivió. Tuvo ésta, muchos aspectos censurables, nadie lo duda; pero, en un sentido amplio y en comparación con otros países del mundo de entonces, la sociedad inglesa de la época, era la más avanzada. Por que, a pesar de todas las pegas que se le quieran poner; esa sociedad era autocrítica en si misma, sus normas de funcionamiento interno admitían el progreso y la modernidad, haciendo posibles novelas como ésta. Al decir tal cosa, estoy pensando en la sociedad española de la misma época y lo estancada que estaba en su desarrollo con relación a Inglaterra. Esa es una de las razones fundamentales, por las que ese país, en ese momento, estaba a punto de llegar, o lo había hecho ya, a una situación de hegemonía mundial que duró, hasta que, ya en pleno siglo XX, la llegada de países mucho más grandes y poderosos, le privara de esa posición. Y eso, es algo innegable. Como lo es, que en aquella época existiera una escritora con esa clarividencia.
Para entender la frialdad de mi reacción tras su lectura, pongo un sencillo ejemplo; habríamos de imaginar a un viajero cualquiera, que a poco de salir por la puerta de la catedral de León, tras su visita a la misma, se le suba a un helicóptero; se le traslade inmediatamente a la ladera del monte Naranco, en Oviedo; y se le introduzca en la pequeña nave de la basílica de Santa María del Naranco. La lógica, hace pensar que el noventa y cinco por ciento de las personas que repitiesen ese proceso, y quizás me quede corto, opinarían que esa joya del arte visigótico asturiano, es, poca cosa. Pero algo parecido, le habría ocurrido a ese mismo visitante de León, sí inmediatamente antes de visitar esa magnífica catedral, le hubiesen sacado de visitar el interior de las catedrales de Tours, de Beauvais, o de Chartres; en ese caso, la de León, autentica joya del gótico español, le parecería pobre, muy pobre. Lo que quiere decir que hay que poner las cosas en el contexto adecuado. Mi reacción particular, un poco descreída con la novela de la Austen, es consecuencia de haber leído este libro sin llegar a situarme en el contexto de su época, y con una especie de prejuicio a su favor, que me hacía tener una imagen de la obra, mitificada, de manera un poco… romántica, se podría decir, aquí sí, como sentimiento personal; y al contrastar esa imagen con la realidad desnuda, el impacto producido, forzosamente habría de llevar a una valoración tibia.
Como colofón, debo añadir que la basílica de Santa María del Naranco, no es poca cosa, es una maravilla, pero una maravilla de pequeño formato.

Escrita hace 12 años · 4.5 puntos con 2 votos · @sedacala le ha puesto un 6 ·

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