NIKOLAI, ANDREI, PIERRE, NATASHA... por sedacala

Portada de GUERRA Y PAZ

Llega al fin, la deseada y temida ocasión de leer GUERRA Y PAZ. Deseada, porque mis anteriores lecturas de Tolstoi, ANNA KARENINA, y LA SONATA KREUTZER me agradaron mucho; y temida, pensando en su extensión de unas mil doscientas páginas. Lo cierto es que no se parece en nada a ANNA KARENINA, ambos, son libros extensos y muy bien escritos; pero ahí terminan las similitudes. El autor, manejaba en aquel, el amor como sentimiento apasionado; y el matrimonio como institución, analizando en que casos existe o se deja de existir, coincidencia entre ambos conceptos
GUERRA Y PAZ es algo, aún más ambicioso. Tolstoi quiso aquí compendiar muchas cosas; su visión del amor; su percepción del ambiente social; sus ideas sobre el Estado; su enfoque de la Historia; en fin, mucho y muy denso. Para ello, eligió el marco temporal y geográfico de la Rusia aristocrática de principios del siglo XIX, en coincidencia con las guerras napoleónicas. Comienza, describiendo el mundillo social en que se desenvuelven los protagonistas y presentando una multiplicidad de gentes que se mueven en dichos ámbitos familiares y sociales. No existe inicialmente, conexión entre unos y otros; pero según va describiendo a las personas, a sus familias y amigos y los lugares donde se reúnen, la trama va avanzando, y cada personaje, va tejiendo los hilos que le van ligando con los demás, de tal manera, que a la mitad del libro se puede decir ya, que están todos, en alguna medida, vinculados entre sí.
Una primera y elemental observación, nos enseña que los protagonistas de la novela pertenecen, básicamente, a un único estrato social, el de la nobleza terrateniente, mientras que el resto de personajes, en cierta medida se limitan a acompañar a los principales. Esa situación parece presuponer una cierta desatención de Tolstoi, hacia la inmensa mayoría de la población rusa, compuesta fundamentalmente por un campesinado (los mujiks) que en situación de servidumbre, léase semiesclavitud, dependía totalmente de la buena o mala voluntad de sus dueños. Esto, parece extraño, sabiendo sus convicciones de tipo ético, religioso o filosófico, que no cuadran bien con ese atisbo de indiferencia por los problemas de los mujiks. Pero, hemos de tener en cuenta que él pertenecía a esa clase social dominante y que el ambiente acomodado, era más adecuado que cualquier otro, para contar la historia que él tenía en la cabeza. También, utilizando como excusa la entrada de uno de los personajes en la francmasonería rusa, y el aluvión de teorías ilustradas francesas y inglesas que intentaban entrar en el aparato del Estado, Tolstoi aprovecha para lanzar sus particulares digresiones sobre los posibles cambios en el sistema de servidumbre, o sobre otros muchos temas.
Mención aparte, merece el tema militar; que por algo la novela exhibe en su título la palabra guerra. Literariamente, le sirve para dividir la novela en bloques, introduciendo paréntesis bélicos, que delimitan las distintas partes del libro. A la vez, le permite someter a los personajes que acuden a la guerra, a un baño de cruda realidad, que amarga su frescura previa, convirtiéndolos a su vuelta, en personas completamente cambiadas. Aparte de esa utilización estructural de lo bélico en el entramado del libro; le da al estamento militar, como a las demás instituciones, un repaso exhaustivo, enseñando su organización; su jerarquía; y su vinculación con el resto de la sociedad. Se preocupa por describir los lances de las batallas desde primera línea de fuego; empezando por las tensas horas, inmediatamente anteriores a los disparos, siguiendo por el fragor de la lucha y terminando con un primer balance del combate. Tolstoi nos revela inequívocamente, su antibelicismo, cuando describe el ambiente en la sociedad rusa previo a las batallas; los hombres hierven de entusiasmo, las mujeres mitifican la marcha de los hombres al frente, los uniformes se lucen con orgullo y gallardía, se sueña con los laureles que se ganarán en combate. Todo este fausto y toda esta parafernalia, se derrumban luego estrepitosamente, cuando todo ha terminado. Se toma entonces conciencia de las derrotas; el honor queda por los suelos, y los hombres vuelven trastornados por los horrores que han sufrido, o que han visto sufrir a los demás. Con esta contraposición entre el ambiente prebélico y el post bélico, deja claro de manera descarnada, el horror de las guerras y la futilidad asombrosa de aquellas entusiastas manifestaciones patrióticas previas, cargadas con el aura de un absurdo romanticismo.
Con toda esta multiplicidad de conceptos entrelazados, Tolstoi define un escenario sumamente ambicioso, tanto, que corre el riesgo de crear un libro pesado y farragoso; pero, su tremenda calidad como escritor le permite superar perfectamente ese reto. No creo, que el lenguaje utilizado sea la base sobre la que se asienta su gran calidad de escritor; al menos en la descuidada edición de Mondadori que yo he leído, no me parece que sea un texto, estéticamente, extraordinario. En mi opinión, la clave de su éxito, está, en como sabe dotar a su texto de una gran carga emocional, creando un intenso hilo argumental en el que se integran los personajes. Como estos parecen estar dotados de vida, reaccionan a su libre albedrío, con su ética particular, y con su propia moralidad. No entendí, porqué en algunas fases del libro, el autor escribe de algo que no viene a cuento. Así, cuando cuenta la caza del lobo con perros en las fincas de los Rostov; disecciona el mecanismo de la caza, las razas de los perros, sus enfermedades y los nombres de cada perro. He de suponer, que tanto detalle, sobre algo tan nimio, tiene algún sentido, pero no sé cual, y lo achaco a alguna fijación suya con ese tema. Lo cierto es que no se hace pesado, y a pesar de su gran extensión, se lee con facilidad; además, creo que conviene leerlo deprisa. Esto, no es como EL QUIJOTE, en el que se puede uno recrear, y saborear un texto maravilloso leyendo pausadamente y sin agobios. La clave de GUERRA Y PAZ, es, como decía al principio, su carácter de compendio de múltiples contenidos enlazados en tramas superpuestas; existe por tanto una tensión latente, que no se debe dejar enfriar. Se aprecia mejor esa visión global de conjunto, leyendo el libro de un tirón. Resumiendo, un mensaje centrado en los sentimientos personales de amor y de relación social; un elaborado argumento reciamente constituido; y unos personajes principales de gran entidad. Todos estos elementos reunidos y mezclados dan lugar a algo difícil de definir, pero fácil de pulsar, que es la gran talla como escritor de Tolstoi. Las historias que nos cuenta no son demasiado novedosas, pero sabe trasmitirlas con un mensaje dotado de una profunda carga sentimental. Sus historias, juegan con los mismos mimbres del folletín y es su gran capacidad como comunicador de sentimientos, la que sitúa a Tolstoi, en la cima. No es de desdeñar tampoco, la importancia como documento, de la parte bélica del libro. En esa materia también conecta con el lector, que a través de su lectura, siente la intensa emoción de haber estado presente en ese momento clave de la Historia; sentimiento posible gracias a que la eficacia de su pluma se sitúa al mismo nivel de la trascendencia del acontecimiento.
Pero, dejando la fría disección del libro, y dando sólo mi particular opinión de lector que se ha entretenido con este libro; GUERRA Y PAZ me ha emocionado algo menos que ANNA KARENINA. Las razones, están en que la historia es tan extensa en personajes y en tiempo, que a veces, cuesta volver a retomar los avatares de los Rostov, cuando ya te habías centrado con Andrei, para luego abandonarle y pasar a Pierre, y vuelta a empezar y eso con tantos y tantos personajes. Además, no es fácil, mantener el nivel de reconocimiento de todos ellos, sobre todo, durante las trescientas cincuenta primeras páginas, antes de la primera batalla. En esa fase inicial, el carrusel de personajes resulta un poco mareante. Luego, vienen los enfrentamientos bélicos, que Tolstoi nos cuenta con gran profusión de detalles, como si estuviera muy interesado en que el lector capte todo lo relacionado con la estrategia. Pero no es fácil seguirlos y se acaba uno perdiendo con la tremenda profusión de datos. Al final, comprendes que es imposible una percepción precisa de los movimientos de tropas y te contentas con que el poso de sensaciones en la mente, se pueda asimilar a una auténtica presencia virtual en el campo de batalla de Austerlitz o de Borodinó, sintiendo que el texto, te ha permitido vivir la lucha en primera línea simulando un poderoso efecto de presencia real.
Para terminar, hay que decir que se trata de un libro magnífico, al que Tolstoi, al querer abarcar tanto, le confiere una complejidad, que hace que lo puedan disfrutar algo mejor aquellas personas con una óptima capacidad de retentiva de nombres; mientras que otros, menos dotados, nos desorientamos un poco en algún momento. En ANNA KARENINA, no recuerdo haber sentido esa sensación de despiste momentáneo; quizá por que la historia estaba más centrada en menos personas, y los amores de las parejas protagonistas, posibilitaban, a mi juicio, una mayor facilidad para saborear y extraerle, todo lo que el gran escritor que era Tolstoi, fue capaz de ofrecer.

Escrita hace 12 años · 4.7 puntos con 9 votos · @sedacala le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Hamlet hace 12 años

Excelente reseña, Sedacala. Una reseña magnífica y extensa como se merece este clásico, que aún no he tenido el atrevimiento de leer, pero al que tu me has acercado aún más.

@Hamlet hace 12 años

Sobre el tema de las disgresiones acerca de temas como la caza o lo que sea, pienso que a Tolstoi le pasa como a Herman Melville (cuando habla de ballenas) y tantos otros literatos de la época. Acerca de esto, escuche una vez a Juan Manuel de Prada hablar de ello. Él aseguraba que era algo habitual y valorado en un tipo de novela y periodo donde el tempo narrativo era otro. No había la prisa, ni necesidad, de ir directamente a lo esencial, a lo que hace avanzar narrativamente la historia. Por eso gustaban de compendiar al detalle conocimientos relacionados con la temática en cuestión, ya que la información no era tan fácilmente alcanzable como hoy día y se valoraba no tan sólo el entretener o conmover sino también el ilustrar, aunque fuera de forma algo enciclopédica. En este caso de Tolstoi supongo que además hay una intención costumbrista, de minucioso retrato de unas aficiones y costumbres, que de alguna manera vienen a decir mucho de las personas que las ejercen.
Personalmente, me gusta ese tipo de postura más didáctica ante la narrativa. Se puede gozar de todas las riquezas de la ficción más excelsa y al tiempo salir con algo de información veraz ( siempre queda algo en la memoria). Además, siempre hay la posibilidad de saltarse esos fragmentos, que el escritor te ofrece.
Esta claro que el tempo de lectura narrativo hoy día es diferente, como muestran muchos escritores que más que literatos parecen operarios de telégrafo, con sus frases reducidas a la mínima expresión. Supongo que es un signo de los tiempos. Hoy se vive más rápido e incluso el tiempo para sentarse a leer está, en la mayoría de los casos, muy determinado. Es una ociosidad bien distinta la nuestra.
Un saludo y perdón por el rollo jeje

@Faulkneriano hace 12 años

Buena reseña, sedacala. E interesante apostilla, Hamlet.

En cuanto a la intención social de la obra, hay que aclarar que Guerra y Paz es el culmen de la "primera manera" de Tolstoi, menos espiritual y más épica. Y como culmen, la verdad es que tocó techo. Se propuso historiar, a veces con el afán de un entomólogo, la nobleza de una época periclitada, la de Alejandro I, que combatió y sobrevivió a Napoleón, pero nunca se recuperó de la guerra contra el francés, que cambió tantas cosas. La suya es ya, aunque no nos lo parezca, una novela histórica, escrita sesenta años después de los acontecimientos que narra, y Tolstoi levanta acta de muchas cosas que ya no existen, o no de la misma manera: las largas parrafadas en francés, las grandes posesiones con cientos de siervos, el patriotismo, el fulgor del heroísmo... Es a la vez una mirada crítica y elegíaca sobre el medio que le era propio, la nobleza terrateniente, del que luego se desdijo violentamente, abrazando, como bien decís, la causa de los campesinos y convirtiéndose en un santón laico y enormemente influyente, imbuido de ideales cristianos y revolucionarios. De ahí, quizá, su obsesión por el detalle: fiestas, cacerías, veladas, recepciones... La reconstrucción de las batallas es minuciosa e impresiona por su detalle: este elemento no puede obviarse, ni intentar saltarse, sin más, como digresiones molestas; su importancia es considerable, y sirve para modelar el comportamiento de los personajes, el heroismo de Andrei, el desconcierto de Pierre, el ímpetu de Nikolai... El patriotismo de la obra es innegable: un ejemplo evidente es el papel de Kutuzov, un verdadero héroe incluso hoy, cuya memoria se guarda en innumerables pinturas, monumentos y calles de las ciudades rusas, cuando en realidad su "estrategia" era una mezcla indescifrable de imprevisión, dejadez e intuición, bien opuesta al genio de Napoleón, que, simplemente, no pudo tragar con su Grand Armée la inmensidad rusa. Borodino, por ejemplo, cuya memoria se guarda en un museo de Moscú que todos los turistas visitamos religiosamente, con su enorme diorama circular, fue una verdadera matanza, y ninguna de las dos partes pudo arrogarse una victoria: el caso es que los franceses siguieron avanzando y los rusos retrocediendo.

Desde luego, es para leer sin prisas, pero la esencia de la obra no está en la exactitud historica, sino en las docenas de personajes que la animan, de una extraordinaria complejidad: algunos de ellos han pasado ya a la historia de la literatura, con todo merecimiento. hay dos generaciones enteras donde elegir, del viejo príncipe a la joven Natacha. Para entrar en estas y otras historias rusas, yo siempre recomiendo el libro más hermoso que he visto sobre la literatura y el arte de ese enorme país: El baile de Natacha, de Orlando Figes, un verdadero monumento de historia cultural, que se lee como una novela y cuyo título ya recuerda una de las escenas más hermosas de Guerra y Paz .

Por cierto: ¿cuál es vuestro personaje favorito? Yo durante mucho tiempo me identifiqué con Pierre y sus lentes, pero siempre, en el fondo de mi corazón, he querido resistir las penalidades como el príncipe Andrei y, ya puestos, ser tan sabio como el campesino Platón y tener el buen humor del conde Rostov (aunque sea un desastre) Y es que hay donde elegir...

@sedacala hace 12 años

Evidentemente, es una novela histórica, nunca lo dudé. Por cierto Hamlet, estoy casi seguro que viste a Juan Manuel de Prada en el programa de cine, que hacía Garci hace unos años, el día que vieron y comentaron Moby Dick; era algo habitual enrollarse hablando de aspectos técnicos del tema, decían; no había prisa, dices tú, y yo añado que en aquella época, aprovechar que se leía un libro para, de paso, informarse sobre el tema, era algo así como darle un valor añadido a esa lectura.

Yo creo, Faulkneriano, como digo en la reseña que no viene mal leerlo deprisa, por que hay un cierto estrés, tensión, creo que decía yo, que es positivo, y que se mantiene si se lee sin dilación. Una lectura pausada, perfecta para Moby Dick, por ejemplo, en este libro no la veo yo tan interesante.

Dos personajes resaltaría yo; uno de ellos Pierre, coincido contigo; otro María, esa mujer sufriente, tía abnegada, hija sumisa, y además poco atractiva, estoy seguro que, de poder conocerla algún atractivo tendría.

@Hamlet hace 12 años

Exacto Sedacala. Fue en "Que grande es el cine", cuando pasaron el Moby Dick de John Huston, con guión de Ray Bradbury!!!. Un programa excelente.

@Faulkneriano hace 12 años

Que te fijes, sedacala, en María Volkonski, dice mucho de tí.

@sedacala hace 12 años

Me lo explique.

@Faulkneriano hace 12 años

Pues no sé... No es una elección muy obvia, estando Natasha de por medio, tan irresistible chiquilla, o la cruel esposa de Pierre, Elena Kuragin, o la grotesca madre de Pierre, por fijarse sólo en los personajes femeninos. María es un personaje secreto, lleno de potencialidades: un alma conectada con la gran tradición rusa del renunciamiento, de la grandeza de la renuncia. Pero es un personaje oculto por el brillo de luminarias mayores, más dramáticas, románticas o heroicas; sólo los lectores atentos (y que muestren cierta empatía para con cierta clase de derrota o de debilidad) los rescatan de un novelón de más de mil páginas. Quod erat demostrandum.

@Poverello hace 11 años

Sencillamente magistral. La terminé la semana pasada y aunque sin lugar a dudas me parece un techo literario de una magnitud difícil de abarcar (la obra de años de estudio concienzudo y metódico) comprendo más que perfectamente algunas de las apostillas marcadas en la otra reseña de Tharl y que puede hacer poco disfrutable la novela de Tolstói y que mucho tienen que ver con su densidad debido principalmente a los soliloquios discursivos y sus extensas digresiones históricas (imprescindibles ambas, según mi humilde opinión para entender la amplitud de miras del autor). Por ser lo más pragmático posible diría que si queremos atenernos a la “historia” en sí pues en 500 paginillas “de nada” estaría despachada (como hace una despiadada edición de la editorial Juventud y que tuve la desgracia de comenzar a leer, lo que multiplicó hasta casi infinito mi tardanza en la lectura de la obra cuando retomé una edición seria).

Se hablaba en la otra reseña del desprecio que Tolstói sentía por esta obra y conociendo lo exagerado y radical de sus planteamientos tras retirarse a su granja, renunciar a todo contacto con la sociedad rusa de su tiempo y que incluso se negó a volver a escribir novelas tras “Resurrección”, parece evidente que este hecho se deba a temas ideológicos más que literarios. Como bien comenta Faulkneriano, aunque el rechazo frontal a la guerra (el realismo de las escenas y la crudeza de las muertes de algunos de los protagonistas como fruto del combate o de ser prisioneros*) y a sus consecuencias es muy claro en Guerra y paz (“si todos hicieran la guerra por convicción no habría guerra”, suelta el príncipe Andrei al poco de comenzar la novela), no es menos cierto su estilo patriótico y épico en este sentido. Tanto este aspecto, como la manera de entender y hablar de los mujiks y su relación con la nobleza (la vida diaria de Nikolai en Lisie-Gori es particularmente sintomática en este sentido a pesar de las sutiles contravenciones de Maria). Todo ello hace que el enfoque de denuncia, tanto del estado y sus estructuras como de la religión y las injusticias cometidas contra los mujiks, hagan de Resurrección casi una carta de perdón de su autor por la ideología que transmite Tolstói en Guerra y paz.

El carácter histórico de la novela, del que tanto se habla y que puede suponer un lastre en su lectura programada, es exquisito y de una reflexión, método e y carácter filosófico y místico sobre la naturaleza humana que transgrede todo límite. Me encantó releer las reseñas y los comentarios, como siempre muy buenos. Con ellos poco más puedo añadir, a excepción de lo marcado y presente que se muestra en todos los autores rusos de esta época que he tenido la suerte de leer, el tema de la religión ortodoxa. Sea más en una línea de denuncia y falta de comprensión, como la comentada Resurrección o Los hermanos Karamazov de Dostoievski, o como una mística o manera de comprender y afrontar la realidad, tanto en la obra que nos ocupa como en los cuentos de Chéjov.

Imprescindible. Y me quedo con Maria, si es que se puede uno quedar sólo con uno...

@Faulkneriano hace 11 años

Buen aporte, Poverello, no había leido tu comentario. Mejor , como dices, no hacer mucho caso de la opinión que tenía Tolstoi de Guerra y Paz... Los autores a veces dicen muchas tonterías acerca de sus obras. Con decir que estaba deseando terminar... ¡Anna Karenina! porque estaba mortalmente aburrido... Y sí es cierto, Resurrección es un ajuste de cuentas con los salones aristocráticos de Guerra y paz; es una novela estimulante, pero... uno prefiere lo que prefiere.

@Tharl hace 10 años

¡Se me había escapado esta estupenda reseña y sus jugosos comentarios!

Guerra y Paz es uno de esos libros que me ha ido gustando cada vez más después de terminarlo, al volver a él y, sobre todo, a sus personajes. En su momento devoré el primer tomo, y aunque disfruté como un enano con el segundo, a la mitad comenzaron a pesarme las páginas y algunos esquemas que se repiten. Con el paso del tiempo esto ha desaparecido y parece que solo recuerdo virtudes de este libro, ahora tan grabado en mi memoria.
Recuerdo especialmente las escenas de guerra, la maravillosa recreación de la Rusia de Alejandro y la penetrancia psicológica de Tolstoi. La sensación de confusión que comentáis que dan las batallas está cuidadosamente calculada y precisamente la intención de Tolstoi es crear esa sensación que se asemeja a una vivencia virtual de la batalla en primera línea. Fue algo que, estoy seguro, tomó de La cartuja de Parma y la batalla de Waterloo. Pero tengo la impresión de que en estas batallas Stendhal es más burlón e irónico mientras que Tolstoi insufla altas dosis de épica y patriotismo en unas batallas que, al mismo tiempo, tienen mucho de crítica antibelicista.
Al comienzo mi personaje favorito era Andrei, pero en seguida fue desplazado por Pierre, con quien me identifiqué cada vez más. Tolstoi tiene una inmensa agudeza para la psicología de los personajes, pero es demasiado psicologicista y todos ellos siguen una ruta de evolución artificial, racional, marcada y repetitiva. Precisamente por eso me atrae Nikolai, tengo la impresión de que en él, sea por desgana o intencionalmente (o tal vez es cosa de mi memoria), Tolstoi se detiene menos en explica y racionalizar los cambios que le suceden, mostrando más que explicando y dejando más huecos a rellenar por el lector. Es el único “pero” que puedo poner al ruso, y sin embargo es común a la mayoría de autores del realismo.

Abrazos

@sedacala hace 10 años

Sólo un apunte para indicar, hablando del patriotismo ruso, que Faulkneriano decía en su comentario: «El patriotismo de la obra es innegable: un ejemplo evidente es el papel de Kutuzov, un verdadero héroe incluso hoy, cuya memoria se guarda en innumerables pinturas, monumentos…». Bueno, pues yo no lo capte como algo tan notorio, y en cambio sí me llamó la atención, lo contrario, la ácida crítica antibelicista. Recuerdo que exaltaba mucho la euforia prebélica de la población, para luego, después de la batalla, recalcar los horrores de la guerra. A mí se me quedó grabado el brutal contraste entre una cosa y otra, e interpreté que planteaba así las cosas para hacer ver, algo así, cómo que la culpa es del militarismo.