INSTRUMENTUM VOCALE O EL SÍMBOLO DE LIBERTAD por FAUSTO

Portada de ESPARTACO

Hay unos curiosos paralelismos entre la obra del escritor y su personalidad, con el personaje histórico novelado. Howard Fast fue un rebelde e inconformista con la época que vivió, el “estado policial” de Edgar Hoover. Sufrió prisión por no denunciar, al Comité de Actividades Anti-Americanas, unas personas que colaboraron con los republicanos de la guerra civil española. Como comenta en el prólogo, gestó su obra en la cárcel, privado de libertad al igual que la condición de Espartaco. El novelista después de intentos y esfuerzos con las editoriales, tuvo que autopublicar su libro para conseguir que su obra viese la luz, comparable (en pequeña escala) con las vicisitudes que tuvo que padecer el esclavo tracio para conseguir su libertad. Y quizá sea equiparable, debido a la intención del escritor más que la realidad, las ideas izquierdistas de Fast con los ideales de Espartaco.

Si bien, como indica el titulo es una obra sobre la figura del esclavo-gladiador, estructuralmente es una novela coral. Los personajes son representativos de varios estamentos sociales de la poderosa Roma: la familia aristocrática, la política, la filosofía (Cicerón), el poder militar, los ricos, la esclavitud y la mujer. El eje central sobre el que gira toda la novela es la esclavitud, la libertad, y la figura histórica de Espartaco, que como Aníbal (se compara varias veces ambos generales) estuvo a punto de acabar con la hegemonía ejercida por Roma.

Espartaco, a pesar de ser muy conocido, hay muy pocas referencias históricas que se puedan considerar veraces. Hay diferentes teorías sobre su origen, unos lo sitúan en la nobleza tracia y otros como descendiente de esclavos. A lo largo de la narración el autor hace énfasis de este hecho, la incertidumbre sobre la verdad o la leyenda. Los mismos personajes de la novela dudan de las informaciones y proezas relacionadas con él. Incluso Craso (el poder militar y económico), el general que acabó con la insurrección, nunca supo cómo era físicamente. Llama la atención la ironía del escritor, al describir el rostro de Espartaco con expresión “ovina”, el paradigma del animal gregario, sumiso y pacífico.

La novela empieza con los hechos consumados de la rebelión de los esclavos, la larga hilera de crucificados. Es una continua “vista hacia atrás” de los acontecimientos (muy empleado en el cine negro con los flash-back), es un intento por descubrir la personalidad y los sucesos que motivaron al gladiador en su revuelta. Hay diferentes narradores, que bajo su punto de vista, cuentan y detallan lo que conocen de Espartaco: su preparador de lucha, su mujer, su amigo judío, y las sensaciones de amor-odio que despiertan en varias figuras insignes de la sociedad romana. Es de destacar el personaje del senador Graco, cínico y corrupto, pero honesto sobre la manipulación que la política ejerce en la sociedad.

Una frase del texto, atribuida a Cicerón, reza así: “El esclavo es el instrumentum vocale, que se distingue de la bestia.” Los esclavos son tratados y considerados como la “herramienta con voz”. El relato es especialmente una gran critica a la política y la moral pervertida que impera en Roma, fundamentada en un régimen esclavista, que contrasta con la sencillez, la ética y los sueños de libertad e igualdad (aquí se nota las ideas comunistas del autor, y su oposición a la censura y persecución del macarthismo) que tiene para la humanidad. Espartaco por su idealismo, tesón y su inquebrantable amor por la vida, se transforma en todo un símbolo y un mito, tanto para sus seguidores por su sencillez, como para sus enemigos por el miedo e incomprensión que suscita. Es la señal de que una forma de vivir y pensar está condenada al fracaso, y otra distinta surgirá de las cenizas.

El libro es ágil y ameno con buenas descripciones “documentales” de las costumbres, las viviendas, la homosexualidad, el refinamiento y la crueldad de la Roma republicana. Se lee bastante bien, especialmente los 2 primeros tercios y la conclusión, con un pequeño “bajón”, en mi opinión, antes del final. En conjunto me parece una obra notable, que profundiza algo más que un acontecimiento histórico. Tiene muchas lecturas políticas, morales y filosóficas, además del entretenimiento y disfrute propio de la narración. Hay pasajes magníficos como el sufrimiento de Espartaco en las minas, el dolor y los recuerdos del judío, o las reflexiones del senador.

Muy recomendable tanto literariamente como por los temas que analiza. Termino con un párrafo del prólogo: “…resaltar el hecho de que Espartaco no vivió sólo para su tiempo, sino que su figura constituye un ejemplo para la humanidad de todas las épocas. He escrito este libro para infundir esperanzas y valor a quienes lo lean, y durante el proceso de su escritura yo mismo me sentí con más ilusiones y más coraje.”
Y es inevitable que recuerde la memorable escena de la película de Kubrick, cuando todos los esclavos, uno tras otro, afirman: ¡Yo soy Espartaco! Un grito que todos deberíamos preservar.

Escrita hace 12 años · 4.7 puntos con 6 votos · @FAUSTO le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@_567_ hace 12 años

¡Yo soy Espartaco, esclavo del sistema! Gritaríamos inevitablemente todos en estos días, años ya, de crisis...
Inevitable no pensar en la obra maestra de Kubrick al leer tu escrito, me llama la atención lo que mencionas sobre que Craso nunca supo como era físicamente el tracio ( Dalton Trumbo lo adapta a su manera en el estupendo guión de la peli, basado en este libro, con la obsesión de Lawrence Olivier por ponerle cara a Espartaco, algo que si sucede en pantalla convirtiéndose en una de las mejores escenas...); y una duda que tengo con respecto al libro: ¿Como trata Fast el personaje de Varinia, tiene tanto peso su corazón en el alma de Espartaco o es una licencia Kubrick?...

Buena reseña!

@FAUSTO hace 12 años

Howard Fast da al personaje de Varinia bastante protagonismo en el argumento, especialmente al final. En la película tiene aún más importancia, incluso la rebelión de los gladiadores se debe a ella, aunque sea de una forma accidental.

Ya que mencionas el guión, Krust, tiene su “intrahistoria”. Cuando leí la biografía del director, escrita por Riambau, me quedé de piedra ante las opiniones de Kubrick sobre este biopic. Para mí es una excelente película, y una de las que he visto más veces, la primera sería siendo un niño o chaval y la última fue este fin de semana.
Kubrick no reniega del film, pero acabó descontento y frustrado por el trabajo final, pues no tenía el control como estaba acostumbrado. Su mayor conflicto era con el guión. Dijo frases como: “Lo tenía todo, salvo una buena historia”, “… dentro de lo flojo que era el argumento, hice lo mejor que pude.”
Kirk Douglas (otro con un carácter difícil) era el productor. Ofreció el guión al propio novelista, que después de varias reescrituras y discusiones, desestimó su colaboración y encargó el trabajo a Dalton Trumbo. Estaba incluido en la “lista negra” y tuvo que hacerlo con seudónimo y en secreto. Fast dijo que era el peor guión que había leído, y estuvo a punto de cancelar los derechos de adaptación. Al final Douglas se salió con la suya y prevaleció el escrito de Trumbo, eso sí, hay varias cartas que demuestran que se dejó influir por los actores (sobre todo Peter Ustinov) para confeccionar diversos fragmentos del guión.

Personalmente me parece una gran adaptación. Como es lógico, en toda versión al cine, del argumento de la novela cambió varias cosas: la narración es cronológica y lineal; quitó personajes y añadió otros nuevos como el poeta Antonino (Tony Curtis); y creó nuevas situaciones, como el final en la cruz de Espartaco, dándole una aureola de misticismo, tema que no aprobaba Kubrick.
Queda la duda de cómo hubiera sido esta película con las ideas de Kubrick sobre el guión, y con total libertad para dirigir, pero, para mí, salió un formidable trabajo.