INVOLUNTARIAMENTE CÓMICA por EKELEDUDU

Portada de EL CASTILLO DE OTRANTO

En el argumento de esta novela, célebre por haber iniciado el moderno ciclo de horror gótico, figuran monjes espectrales, estatuas que lloran sangre, gigantes y cosas por el estilo. Toda esa imaginería literaria, por novedosa, probablemente en su tiempo haya suscitado admiración y, cómo no, escalofríos. No así podemos decir de los tiempos actuales, luego de que mucha agua haya corrido bajo los puentes. Se podrá guardar cierto respeto por la novela en su carácter de pionera, pero quien quiera leerla buscando oscuridad y estremecimientos varios saldrá irremisiblemente defraudado. De hecho, la imaginería antes mencionada no constituye el núcleo del argumento, que se centra en los esfuerzos del príncipe Manfredo de Otranto por desposarse con la bella Isabella, prometida inicialmente al primogénito de aquel, quien fallece en circunstancias inexplicables en las primeras páginas de la obra, y en los esfuerzos del joven campesino Theodore por protegerla tras confundirla con Matilda, hija de Manfred, de quien se ha enamorado perdidamente a primera vista. Es el primer entuerto de una trama que contiene muchos. Más adelante se descubrirá, por ejemplo, que Theodore es hijo de un monje que sin quererlo prácticamente ácaba de arrojarlo a las iras de Manfredo.

Resumiendo: el argumento, absolutamente desgolletado, parece una versión medieval y cómica de la celebre telenovela DALLAS. Ese es uno de los principales problemas con esta obra. Otro lo serían los personajes, a los que en primer lugar podríamos calificar de "enterizos": Manfred es un tirano muy malvado, Theodore un héroe valiente y desinteresado y Matilda e Isabella, doncellas ingenuas e indefensas. Ninguno tiene matices. Pero además, el caso de Theodore es sencillamente increíble, por más que sea literatura fantástica. Porque, ¿ese campesino no tiene sus propias cosas que hacer: arar los campos, ordeñar las vacas, alimentar a los cerdos? Muy noble de su parte desatender todas esas faenas para erigirse en paladín de princesas desvalidas, pero a menos que encuentre un artilugio maravilloso, como una espada mágica, por ejemplo, la lógica indica que en el primer encuentro con los hombres de Manfred será rápidamente vencido, desarmado y capturado. ¡Qué va!... Esgrimiendo la espada, Theodore es la envidia y humillación de todos los Caballeros del Rey Arturo, de Conan y creo que hasta de He-Man. No lo vence nadie.

Por último, señalemos que los escasos momentos en que el argumento se acerca al terror quedan malogrados debido a que Walpole no consigue crear una atmósfera de auténtico misterio, lo que, sumado a la incapacidad del autor en lo referente a los diálogos, hacen que tales momentos muevan a la risa antes que al escalofrío. A modo de ejemplo, reproduzco la secuencia en la que uno de los personajes se encuentra con un monje fantasma:

"-Reverendo padre, buscaba a lady Hippolita.

'-¡Hippolita!-respondió una voz cavernosa-. ¿Viniste a este castillo en busca de Hippolita?

'Entonces la figura se dio la vuelta y Frederic vio las mandíbulas descarnadas y las cuencas vacías de un esqueleto, envueltas en la capucha de un ermitaño.

'-¡Angeles del cielo, protegedme!-exclamó Frederic retrocediendo."

Y creo que con esto está todo dicho.

Escrita hace 12 años · 3.5 puntos con 2 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 4 ·

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