¡OH BARTLEBY! ¡OH HUMANIDAD! por SokraM

Portada de BARTLEBY EL ESCRIBIENTE

Nathaniel Hawthorne, escritor americano del siglo XIX fundamental para la historia de la literatura universal; puritano calvinista seguidor de la doctrina de la predestinación; hombre inquieto aunque silencioso y frío; compartió con Herman Melville, durante no pocos años, una amistad cercana y fructífera aunque extremadamente dolorosa y compleja por sus diferentes naturalezas y maneras de afrontar el mundo [*1]. Esta relación, en la que no voy a profundizar aunque me gustaría, ha permitido que lectores estudiosos o aficionados a su obra, gracias a las cartas y diarios que escribían, se acerquen de forma satisfactoria y fidedigna a las personalidades de ambos escritores. Por no alargar esta introducción sin razón alguna diré, sin más, que soy uno de esos lectores que ha podido acercarse a la personalidad de Melville a través de un escrito de Hawthorne. Un escrito que me permitió corroborar ideas hasta entonces simplemente sospechadas.

Cuando leía “Bartleby el escribiente” no podía esquivar la sensación de encontrarme ante una obra nihilista: -Dios ha muerto-, una de las sentencias más famosas de Nietzsche, me parecía el tema sobre el que giraba Bartleby como obra y como personaje. ¿Había caído Herman Melville, por tanto, en el escepticismo filosófico propio de su época: la desacreditación de los valores supremos, el absurdo de la existencia carente de creador y director? He aquí el momento en que entra en escena Hawthorne y sus diarios.

En 1864, después de un largo distanciamiento, Hawthorne y Melville se reunieron en una playa de Liverpool (donde Hawthorne trabajaba como cónsul) para caminar e intercambiar pensamientos y el humo de sus pipas. Tras la que a la postre sería su última conversación, Hawthorne anotó en su diario un pequeño esbozo de las ideas que se discutieron durante aquel paseo por las orillas del océano Atlántico:
“Melville, como siempre, comenzó a razonar acerca de la Providencia y el futuro, y sobre todo lo que está más allá del conocimiento humano... Es extraño cómo persiste – y ha persistido desde que lo conozco, y probablemente desde mucho antes- en divagar de un lado para otro sobre esos desiertos, tan deprimentes y monótonos como las colinas de arena sobre las cuales estábamos sentados. Él no puede creer, pero tampoco sentirse cómodo en su falta de fe, y es demasiado honesto y valiente como para hacer ni una ni otra cosa.. Si fuera un hombre religioso, sería uno de los más religiosos y reverentes; tiene una naturaleza grande y noble, más trascendente que la mayoría de nosotros” [*2]

Si bien con este texto no se puede deducir que Herman Melville no fuera religioso pues un hombre tan puritano como Hawthorne podría dudar de la devoción del mismísimo Pio IX (el por entonces Sumo Pontífice de la iglesia católica), si se puede atisbar la duda, la reflexión sobre la existencia, el miedo a la falta de socorro de los hombres a manos de Dios, en definitiva, la incertidumbre sobre la Divina Providencia. Es decir, Melville desconfiaba del dogma, primera condición para dudar de la existencia de Dios y por tanto del sentido de la vida tal y como se entendía en occidente: la eternidad como fin.

Esto no es, sin embargo, sorprendente en su contexto. El siglo XIX fue la fragua que permitió la forja definitiva de esta reflexión tan humana, la puesta en claro de esta idea, la creación de teorías y obras de arte que se basaran en este concepto presente en el ser humano desde épocas lejanas. Ahora bien, la problemática que surge de asumir la muerte de Dios es muy variada. ¿Qué motivos puede tener el ser humano occidental para continuar en el absurdo?, ¿cómo recomponer una sociedad que ha perdido su objetivo? Nietzsche lo tiene claro: el Übermensch ocupará el lugar de Dios. La voluntad de poder ocupará el lugar de la moral de los siervos. De lo contrario, el mundo occidental se derrumbará: Bartleby no es sino la muestra de este derrumbamiento.

Antes de continuar, y tal vez un poco tarde, resumiré de forma muy breve, pues lo considero necesario, el argumento de la obra que nos ocupa. Un abogado contrata a un escribiente: Bartleby. Un buen día, Bartleby decide dejar de realizar su trabajo. Pronto extrapolará esta decisión a todas las facetas de su vida. Decide dejar de vivir ante la desesperación de su jefe pues, simplemente, “preferiría no hacerlo”. A través del abogado, incapaz de comprender la idiosincrasia de Bartleby, se irá destejiendo un drama ¿surrealista? sobre la vida y el significado de ésta que desembocará en un final convenientemente trágico.

Entiendo por tanto, la actitud de Bartleby como una alegoría sobre el hombre que se percata de la muerte de Dios pero es incapaz de sobreponerse: destruido el significado, el hombre se abandona, “prefiere” no vivir. Actitud que, sin duda, se manifestó en el espíritu de no pocas personas del siglo XIX. Otras, sin embargo, prefieren continuar con el engaño, seguir su vida: son aquellas que consideran despreciable el comportamiento de Bartleby. Un tercer tipo de actitud lo encarna el abogado: no entiende a Bartleby, le desespera la situación; sin embargo siente fascinación por su resolución y hará lo posible por comprender aunque sea por el camino de la locura. “Parecía solo, absolutamente solo en el universo”, dice el abogado en una de sus reflexiones sobre Bartleby. Y es verdad, estaba solo, Dios ha muerto.

El comportamiento de Bartleby, lo critica Nietzsche en su obra filosófica. Si el hombre se deja ganar por el nihilismo existencial, está condenado. Hay que asumir la muerte de Dios y conducir al hombre por caminos de superación no relacionados con la religión. Alcanzar la “supravivencia” por un camino distinto, pero nunca abandonarse. Desafortunadamente, su filosofía, al menos desde mi punto de vista, ha sido demasiadas veces incomprendida.

Para terminar, sólo me queda una pregunta: ¿quién es Melville en esta obra? Aunque lo más seguro es que sea una suma de ambos personajes, le veo más como abogado: Bartleby no duda, su posición está muy clara, el abogado, sin embargo, muta a lo largo de la obra, sus dudas le hacen reflexionar y buscar significados. Es una actitud más propia del Melville que dibuja Hawthorne en su diario.

Gracias Melville por mostrarnos al hombre sin voluntad de poder. Gracias por enseñarnos a un Ahab sin Moby Dick. Gracias por crear a Bartleby.





[*1]Melville amaba a Hawthorne con pasión y éste era incapaz de devolver esa pasión por su naturaleza distante y fría.

[*2] http://www.telegraph.co.uk/culture/books/bookreviews/8257013/Jay-Parini-on-Herman-Melville.html

Escrita hace 12 años · 4.6 puntos con 8 votos · @SokraM le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@sedacala hace 12 años

Tremenda, esta profundización que haces en la personalidad de Melville y de Hawthorne, ya sabia yo algo de todo ello y de los vínculos y la influencia de ambos sobre Henry James. Pero, en lo que quería hacer hincapié, aprovechando el rumbo de tu reseña, es en la existencia de un libro que a mí me parece excelente escrito por Nathaniel Hawthorn, que es LA CASA DE LOS SIETE TEJADOS, mucho más atractivo que LA LETRA ESCARLATA, y que a pesar de esa filiación calvinista que tú indicas en tu reseña, que podría hacer pensar en un escritor excesivamente adusto o plomazo, es un libro que rezuma ternura y encanto de estilo, eso sí, un poco gótico; en fin, un libro que yo recomiendo..

@Adieu_Philippine hace 12 años

Se agradece la bien informada reseña. Mi conocimiento de la relación que había entre Melville y Hawthorne es en verdad muy vago, a pesar de la admiración que les tengo a ambos autores. Alguna vez Jorge Luis Borges dictó una conferencia sobre el escritor de Salem (reproducida en su excelente volumen de ensayos "Otras Inquisiciones"), y en la que podremos encontrar un dato muy interesante, algo que enlaza directamente a Hawthorne con la obra que se reseña: el relato "Wakefield" de 1835, salido a la luz casi 20 años antes del Bartleby. Es una historia breve, casi doméstica, pero que lleva los ecos del absurdo y de la renuncia metafísica que encontraremos luego hasta en los oscuros Mr. K del siglo XX. Se puede encontrar facilmente en la internet.

@SokraM hace 12 años

Hola Sedacala. De Hawthorne sólo he leído, a medias, la colección de relatos que tiene publicada Acantilado bajo el nombre de "Musgos de una vieja casa parroquial". No lo he terminado porque suelo leerlo en la biblioteca para descansar de la pesadez de los apuntes. Como hasta ahora esos descansos han sido tan placenteros, hago lo posible para evitar terminar con ellos. Lo que sí te puedo decir es que los 10 o 12 relatos que llevaré leídos, me sedujeron cada uno a su manera. Respecto a "La casa de los siete tejados", es una novela que siempre he tenido muy presente. Tu recomendación me ha dado el empujón definitivo para apuntarla en el wishlist de SdL, una lista a la suelo hacer bastante caso a la hora de gestionar mis compras. Antes o después le llegará su hora.

Adieu_Philippine, muchas gracias, también, por tu recomendación. Hace poco he leído, no recuerdo dónde, un texto que, como tú lo haces, relacionaba el relato "Wakefield" con "Bartleby el escribiente". Puede que fuera un artículo escrito por Enrique Vila.-Matas aunque, como te digo, no lo recuerdo. Si se puede encontrar fácilmente en Internet, intentaré leerlo cuanto antes.

@FAUSTO hace 12 años

Interesante interpretación y curioso dato del diario de Hawthorne, autor que todavía no he leído, y que pronto lo remediaré.

“Dios ha muerto”, el célebre axioma nietzscheano parece más conveniente en “Moby Dick”, donde son conocidas las interpretaciones de la ballena con Dios o incluso identificándose como el Mal. Al igual que el idealismo romántico, la aspiración del hombre es aniquilar al Dios intransigente y coercitivo con la libertad humana. Un buen ejemplo es “Frankenstein o el moderno Prometeo”.

Bartleby, como todo relato ambiguo con un toque surrealista y propenso a las alegorías, está abierto a múltiples apreciaciones con diferentes conclusiones. No en vano tiene la atmósfera kafkiana, valga el anacronismo, y es innegable el “parentesco” con “El extranjero” de Camus.

Tu visión (que no niego) de comportamiento nihilista debido al vacío existencial por la negación del ser supremo, y su preferencia en no vivir, yo lo interpreté en su día (hace más de 15 años) como una negación de acción y relación con los demás ante la angustia y desesperanza que es la vida. No quiere morir o no vivir, simplemente desea, o mejor dicho prefiere la ausencia de dolor. Es un acto de deshumanización ante la angustia y el daño que ocasionan el amor y los afectos entre las personas. Un hecho revelador es al final donde se conoce su anterior trabajo con esas “cartas especiales”, y es testigo de la muerte de las ilusiones, el amor o la esperanza.
Cuando haga una relectura, tendré presente tus argumentos.

@nikkus2008 hace 12 años

Interesantísimos todos los puntos de vista, aunque me aproximo más a la interpretación de Fausto que a la de SokraM. Un amigo, quién me "presentó" a Nietzsche, a Schopenhauer, a Lautreamont, a Baudelaire, entre otros, consideraba el "SPLEEN" de Baudelaire, como un conflicto metafísico de Charles ante la pérdida de la fe (tal y como lo habrán notado en los contradictorios poemas de su maravilloso "Las flores del mal"); y el hastío, la melancolía y esa suerte de nihilismo que pesa sobre su obra poética, se lo atribuye a su extraña relación de amor-odio con Dios. Nunca antes se me había ocurrido y me pareció una explicación al menos interesante, pero si bien puede haber algo de cierto en todo esto, y en el fondo, tal vez los que "descubren" la ausencia de Dios (por mi parte me niego a tal pensamiento o sentimiento) se encuentren en un estado de cierto abandono o tristeza profunda producto del desengaño, creo que el SLPEEN es una actitud ante la vida. Y lo dice alguien que vive permenentemente luchando contra esa angustia extraña que de chiquito, me oprime el pecho.
Creo que Bartleby es un ser que después de haber sido el receptor de esas "cartas muertas", y combinado esto a una predisposición natural ante la vida, da el resultado que vemos en el libro: un hombre incapaz, por voluntad propia, de sobreponerse al dolor de la existencia, y tal vez, de su amarga futilidad.

@nikkus2008 hace 12 años

Interesantísimos todos los puntos de vista, aunque me aproximo más a la interpretación de Fausto que a la de SokraM. Un amigo, quién me "presentó" a Nietzsche, a Schopenhauer, a Lautreamont, a Baudelaire, entre otros, consideraba el "SPLEEN" de Baudelaire, como un conflicto metafísico de Charles ante la pérdida de la fe (tal y como lo habrán notado en los contradictorios poemas de su maravilloso "Las flores del mal"); y el hastío, la melancolía y esa suerte de nihilismo que pesa sobre su obra poética, se lo atribuye a su extraña relación de amor-odio con Dios. Nunca antes se me había ocurrido y me pareció una explicación al menos interesante, pero si bien puede haber algo de cierto en todo esto, y en el fondo, tal vez los que "descubren" la ausencia de Dios (por mi parte me niego a tal pensamiento o sentimiento) se encuentren en un estado de cierto abandono o tristeza profunda producto del desengaño, creo que el SLPEEN es una actitud ante la vida. Y lo dice alguien que vive permenentemente luchando contra esa angustia extraña que de chiquito, me oprime el pecho.
Creo que Bartleby es un ser que después de haber sido el receptor de esas "cartas muertas", y combinado esto a una predisposición natural ante la vida, da el resultado que vemos en el libro: un hombre incapaz, por voluntad propia, de sobreponerse al dolor de la existencia, y tal vez, de su amarga futilidad.

@nikkus2008 hace 12 años

Interesantísimos todos los puntos de vista, aunque me aproximo más a la interpretación de Fausto que a la de SokraM. Un amigo, quién me "presentó" a Nietzsche, a Schopenhauer, a Lautreamont, a Baudelaire, entre otros, consideraba el "SPLEEN" de Baudelaire, como un conflicto metafísico de Charles ante la pérdida de la fe (tal y como lo habrán notado en los contradictorios poemas de su maravilloso "Las flores del mal"); y el hastío, la melancolía y esa suerte de nihilismo que pesa sobre su obra poética, se lo atribuye a su extraña relación de amor-odio con Dios. Nunca antes se me había ocurrido y me pareció una explicación al menos interesante, pero si bien puede haber algo de cierto en todo esto, y en el fondo, tal vez los que "descubren" la ausencia de Dios (por mi parte me niego a tal pensamiento o sentimiento) se encuentren en un estado de cierto abandono o tristeza profunda producto del desengaño, creo que el SLPEEN es una actitud ante la vida. Y lo dice alguien que vive permenentemente luchando contra esa angustia extraña que de chiquito, me oprime el pecho.
Creo que Bartleby es un ser que después de haber sido el receptor de esas "cartas muertas", y combinado esto a una predisposición natural ante la vida, da el resultado que vemos en el libro: un hombre incapaz, por voluntad propia, de sobreponerse al dolor de la existencia, y tal vez, de su amarga futilidad.

@SokraM hace 12 años

FAUSTO y nikkus2008,los argumentos que me dais no están para nada alejados de lo que pienso. Como bien dice FAUSTO, la riqueza de esta obra está en la diversidad de interpretaciones a las que ha dado lugar. Estoy de acuerdo, son muchas las posibles interpretaciones; sin embargo, la vuestra es la misma que la mía.

Es importante contextualizar la obra en su época para entender lo que he comentado en mi reseña, pero sobre todo es importante la idea que tengamos sobre Dios cada uno de nosotros. Si yo menciono a Dios y mi visión sobre él es más rica en matices que la vuestra o viceversa, la comunicación será siempre incompleta (las fronteras de mi mundo, son las fronteras de mi lenguaje, parafraseando a Wittgenstein).

Entiendo a Dios, además de como figura mitológica, como una metáfora necesaria para el hombre, necesaria para sobrellevar la existencia y su absurdo; una metáfora que ha cobrado muy diversas formas a lo largo de la historia, tantas como diversas teologías ha habido sobre la faz de la Tierra. Dios es el sentido de la vida: porque él crea y destruye, porque él elige a los que se salvan, porque él es el origen y final de los sentimientos, el alfa y el omega, el todo. Es fácil olvidar que Dios lo era todo hasta hace poco en un siglo como el que vivimos , un siglo en el que la religión ha pasado a ser fundamental para unos pocos (muchas veces de forma hipócrita) y absurda para la mayoría. La visión de Dios hoy en día es bastante diferente que la del siglo XIX, sobre todo para el hombre de a pie. Es una lástima que hoy en día, la desacreditación que ha sufrido la Iglesia haya provocado tanto desconocimiento sobre la religión y la importancia de Dios en nuestra cultura. Yo no soy creyente pero veo fundamental conocer los textos sagrados desde una perspectiva crítica, veo fundamental que la teología continúe. Pero me estoy yendo por las ramas...

Dices, FAUSTO, que interpretaste a Bartleby como “negación de acción y relación con los demás ante la angustia y desesperanza que es la vida”;como un hombre que prefiere una postura ante la vida que le proporcione “ausencia de dolor”. Pues bien, la búsqueda de Dios es eso mismo: la búsqueda de respuestas ante la angustia y desesperanza que es la vida. Quien encuentra a Dios carece de dolor pues habrá contemplado el valor de lo no terrenal, pues dios es el único sentido. Ahora bien, Dios no existe, ha muerto. Pero no sólo nuestro Dios, todos los dioses. El ser humano no puede seguir ese camino. ¿Cuál puede ser el objetivo del hombre ante tal acontecimiento? Como no quiero repetir lo que ya he dicho en la reseña simplemente mencionaré que se abrieron dos nuevos caminos fundamentales: el camino que toma Bartleby (negación de la vida por medio de la negación de la actuación: la vida carece de sentido, luego no hay que vivir de ningún modo en particular) y el camino de la superación (el propuesto por Nietzsche: la vida es dolor, pero también placer; el hombre no debe renegar de ella). Hoy en día estamos entre ambas aguas: la gente sigue creyendo en un Dios hace tiempo agonizante y el camino de Nietzsche no es viable pues siguen existiendo siervos y señores (ahora ya no por la gracia de Dios sino por la gracia de la economía: el dinero ha sustituido a Dios).

Por otro lado, ambos mencionáis el valor que tiene en la obra que Bartleby trabajara previamente recibiendo “cartas muertas”. Me parece mal que, partiendo de la premisa de que todos estamos de acuerdo en que “Bartleby el escribiente” es una alegoría, intentemos explicar el sentido global con el resultado concreto que nos ofrece la obra en sí: algo así sería una contradicción. Tal y como yo lo entiendo, siguiendo por el camino de mi interpretación, las “cartas muertas” no hacen sino ratificar mi visión. ¿Cuál es el primer paso para que el ser humano dude de Dios?: la ausencia de respuesta a las plegarias. Los no creyentes más ingenuos siempre defienden su tesis diciéndole al creyente: “si Dios existe, ¿por qué no hace caso a nuestras peticiones?, ¿por qué no nos escucha?”. Y ahora digo yo, ¿qué son las cartas muertas, sino plegarias no atendidas?

Como veis, mi proposición no se aleja tanto de la vuestra. Simplemente está expuesta en otros términos. Tal vez, eso sí, más filosóficos.

Ya para terminar, un comentario adicional sobre algo que dices, FAUSTO. Dices que El extranjero de Camus está emparentada con Bartleby. Yo no diría emparentada, pues una no es consecuencia de la otra. Sin embargo, si es cierto que están relacionadas: ambas tratan temas, esta vez sí, emparentados. Pero estos temas han sido tocados por la literatura infinidad de veces.

Respecto a Moby Dick, la cual dices puede estar más relacionada con la idea de mi reseña, no me atrevo a decir nada demasiado claro todavía. Hace tiempo que la leí, pero pienso releerla. Me regalaron una edición de Akal anotada que parece ser La Edición, por lo menos hasta que el año que viene la lance Valdemar: notica fresca de la que me he enterado ayer mismo. Espero escribir una reseña cuando termine "La ballena" en la que podamos discutir lo que propones pero, a día de hoy, las dos obras me parecen caras de la misma moneda.

PD: Empieza a desesperarme el tema de los comentarios duplicados (ya parece que incluso triplicados) que sufrimos en SdL.

@FAUSTO hace 12 años

Puede que al final no estemos tan distanciados en las opiniones, como afirmas. Lo que si veo es que hay 2 diferencias principales. La 1ª sería el concepto distinto que tenemos del sentido de la vida, y el origen que produce la angustia de vivir. La 2ª son los soportes donde nos basamos para interpretar la obra.

Creo entender que para ti es primordial, y puede que única vía para entender la vida y con significado, es la existencia de Dios. Interpretas la creencia en un ser creador como un “salto” necesario para no caer en el absurdo de una existencia sin religión.
Yo opino que hay significado y objetivos en una realidad atea o agnóstica. Es lícito y posible encontrar valores en una vida sin dios o mito. Y esto no quiere decir que niegue la importancia de la religión en la sociedad y la cultura. ¿Cómo iba a negar su presencia? En la comunidad occidental todo está impregnado con la doctrina judeocristiana, desde cualquier manifestación cultural (literatura, pintura, música, etc.), el pensamiento, la historia, el lenguaje, el calendario, etc.
Vuelvo a la novela, que me he salido del tema. La actitud de “tu” Bartleby se debe a la ausencia de Dios, y el “mío” a rechazar el dolor, que tú propones como la misma cosa, no lo veo así. “Tu” personaje tendría un conflicto con Dios y su existencia, y según mi visión lo tendría con la sociedad o la humanidad.

Los soportes que me refería antes, también son diferentes. Tu interpretación se apoya lo que se podría decir en puntos de vista “externos”: en un posible sentimiento de duda existencial del autor y las corrientes filosóficas de su tiempo, existencialismo e irracionalismo, que hacen de esta duda uno de sus postulados y la aplican según su prisma filosófico. Y a partir de estas impresiones haces tu lectura.
Y mi postura es más “desnuda y virginal” ante el texto, sólo quiero interpretar lo que me transmite el relato. Por supuesto que conozco algo de la vida del autor, y entiendo la época en que se engloba la obra. Opino igual que tú sobre lo importante de contextualizar, aunque también tiene sus riesgos en poder caer en un cierto determinismo y desvirtuar la idea de la obra. Y entiéndeme, esto es en casos extremos y no insinúo que tú lo hayas cometido.
Según mi análisis de la lectura no vi o no pude interpretar el concepto de Dios y su conflicto con el personaje, tal cual lo planteas.

Sobre las “cartas muertas” (no especiales como dije en un principio), no es quiera racionalizar con ello el texto anterior, si no que es el origen de la postura particular de Bartleby. Su significado es ambiguo y misterioso, pues sacamos diferentes conclusiones, y tendrá varias más. Y por supuesto no me parece que pierda el carácter alegórico del texto por indicar el “resorte” del argumento, pues también es metafórico.

Y por último, no creo que estos temas sean tan abundantes como afirmas, si lo es en la literatura existencialista y del absurdo.
Tampoco quería emplear la palabra emparentada literalmente en la comparación de esta novela con “El extranjero”, por eso estaba entrecomillada. No era mi intención dar a entender que una es consecuencia de la otra, o que una engendrase a la otra. Bartleby no es el padre de Meursault. Pero ambos personajes, como bien apuntas, tienen ciertas concordancias, y como es normal contrastes. Siguiendo la imagen familiar serían “primos lejanos”.

@SokraM hace 12 años

FAUSTO, en absoluto mi idea de Dios es tal y como dices. Creí dejar claro en mi anterior comentario que no soy creyente. Si lo lees con atención te darás cuenta. Como tú, pienso que “Es lícito y posible encontrar valores en una vida sin dios o mito”; y no sólo lícito y posible, sino también fundamental. Pero es que, aunque me repita, creo que es importante darse cuenta de que el contexto de Melville es diametralmente distino al que nosotros vivimos.

Lo que intentaba era explicarte la importancia de Dios en la cultura del siglo XIX y como su muerte puede dar lugar a un nihilismo negativo (subrayo lo de negativo, pues también dio lugar al positivo), el cual, desde mi punto de vista, es representado por Bartleby.

Respecto a la explicación que das sobre nuestras distintas interpretaciones: la mía más alegórica y la tuya más acercada al texto desnudo sin más, ahí sí que estoy totalmente de acuerdo. Por añadir algo, diré que mi visión es, también, más historicista que la tuya.

Me encanta la oportunidad que nos dan los comentarios para crear debates, pero también reconozco que no es la mejor manera de tenerlos. Un cara a cara es mucho más ágil para intercambiar posturas. De todos modos, esta es la salsa de Sopa de Libros.

@FAUSTO hace 12 años

Te había entendido SokraM, tanto tu explicación sobre la importante idea de Dios en la época de Melville, como que no eras creyente. Pero reconozco que me he explicado fatal.

No quería dar a entender que la existencia sin creencias religiosas es una cosa actual o particular, pues como filosofía o actitud ante la vida es muy antigua. Ya en la Grecia clásica había filósofos que desarrollaron esta forma de ver la vida.

Al no ver la idea de Dios y su problema con el protagonista que comentas, intentaba indicar que su condición pudiera ser atea o agnóstica, pues la conducta de Bartleby, bajo mi interpretación, nada tiene que ver con la religión.

Bueno, no vale la pena dar más vueltas, creo que hemos comprendido los puntos de vista de cada uno. Y como dices, estos debates son interesantes.

@_567_ hace 12 años

Todo un placer, solo quiero comentar en esta reseña, que me encanta por el escrito en sí y por el debate que generó en su momento, un breve apunte; en la edición que acabo de leer (que contiene una muy interesante introducción además de propuestas de trabajo, supongo que dirigidas a alumnos, de una tal Marta Rodríguez Taus), se menciona un ejercicio muy interesante, a saber: se analiza la figura de Bartleby como un ejemplo de resistencia pasiva contra la adversidad personal y colectiva, se nos pide que pensemos en este ejercicio de lectura en personas que se hayan distinguido históricamente por hacer uso de la NO VIOLENCIA y que podrían ser también ejemplos de resistencia pasiva...
En fin, no se por qué me ha venido a la cabeza ese movimiento colectivo que se formó espontáneamente el jodido año pasado en el Estado español, lógicamente me refiero a DRY y el 15-M, claro que se podrían citar otros ejemplos, pero en todo caso muy alejados de Dios como concepto en mi opinión...

Prometo releer toda esta reseña un día que esté menos espeso, pero coincido con Fausto en lo referente a que el parecido con "El extranjero" de Camus resulta más que evidente, es decir los personajes de Meursault y Bartleby comparten mucho más de lo que pueda parecer a primera lectura (muy recientes en mi caso el descubrimiento de estas dos grandes obras), sobretodo en lo hierático de ambos caracteres, realmente difíciles de entender pero a la vez exquisitos en su complejidad. Me ha gustado más Bartleby que Meursault, el porque sería muy largo de explicar...

Saludos a todos.-